• XI •

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Tomé uno de mis abrigos a duras penas. Jimin está empecinado en que, debemos llegar a tiempo porque perderse un sólo segundo del partido, es un crimen.

Hemos corrido un infierno o al menos eso siento, sé que el embarazo de por sí afecta mi rendimiento pero tres calles abajo no debería tenerme a punto de padecer una asfixia por la falta de aire.

Estamos ingresando dentro del estadio de la Universidad. No es el más grande pero al menos nuestra cancha, no tiene nada que envidiable a las más populares de la ciudad.

Los estudiantes se aglomeran por toda la graderías, divididos en dos sectores que reflejan preferencias de equipos. Jimin lleva sujeta mi mano fuertemente como si por nada en el mundo debiese soltarme. Incluso, se abre paso con una habilidad impresionante hasta llegar a la primera fila.

—¡¿Se corren ustedes o los corro yo?! —amenaza a los chicos que se encuentran ya ubicados en sus asientos.

Increíblemente funciona. Park Jimin, es la clase de persona de la cual todos creen que es un dulce pero la realidad es diferente, su fuerte temperamento es de temer. Creo que ese es su principal encanto, sin embargo, odio cuando activa su modo matón para conseguir las cosas porque los tres chicos que amedrentó, se han ido y en su lugar, nos encontramos nosotros.

La vista más privilegiada del juego, dicen. Para mi, la peor.

La música se apaga bruscamente y las luces se vuelven tenues a medida que ingresan ambos equipos.

TDK Kings vs Wolves State

Los Kings siempre han sido un rival duro para los lobos. Pero como dicen por ahí, no existe victoria más satisfactoria que aquella difícil de ganar. La rivalidad de las escuelas es parecida, no obstante, los territorios siempre han estado claro y las reglas siempre se han respetado. Eso lo hace aún más emocionante, cuando se trata de tener un juego limpio.

La formación de los equipos es algo tan magnifico de ver como Jungkook en su sudadera y pantalón corto.

—Ahí está, él chico con cara de conejo y cuerpo asfixiante. —susurra Jimin para captar mi atención. —Sin duda el dorado y el negro, le quedan bien.

—Uhm... —asiento, mientras observo la sonrisa y los ojos extasiados de Jungkook, observando la cancha.

A lo lejos se escucha el murmullo de las chicas que alaban el atractivo de cada jugador. Jeon destaca de manera brutal, algo que me gusta y me molesta a la vez.

Jimin se carcajea cuando una chica hace alusión a su medio hermano. Luego se voltea y tapa su boca para ocultar la gesticulación de sus labios. —Yoongi debería sonreír más, así tendría a media universidad tras él...

Hay lógica en eso, recuerdo haber visto una fotografía de Jimin con Yoongi, en donde ambos sonríen mientras abrazan a su madre y juro que si no hubiese sido ese maldito azabache, Yoongi habría sido una gran opción. Siempre fue de mi gusto...

—¿Guapo? —pregunta Jimin mientras le frunzo el ceño. —¿Mi hermano? —vuelve a indagar cuando no capto la idea desde un inicio.

—Bastante... —respondo tras observarlo una vez más. —Pero a mi me preñó el otro, así que paso. —indico, tras finalizar el himno de la escuela contraria.

Las mascotas en ambos extremos de la cancha, los equipos en formación, el arbitro dando el inicio mediante un pitido y la gran multitud gritando a todo pulmón las consignas; dan inicio a uno de los enfrentamientos más esperando del mes.

Y aquí estoy, viendo como la pelota va de mano en mano mientras espero que los 40 minutos avancen rápido.

Tengo los nervios de punta y ni siquiera entiendo la razón. Los deportes jamás me han interesado y ¡veme aquí!, saltando y abrazando a Jimin cuando el primero en encestar y cambiar el marcador, es Min.

La eternidad es estresante. Durante 30 minutos hemos estado gritado y llorando cuando ganamos o perdemos puntos. El marcador es un reflejo de lo estrecho que está el juego. Los Kings están 12 puntos arriba y yo, yo quisiera comenzar a rodar cabezas cuando acaba el tercer cuarto.

Los lobos están en la banca, bebiendo un poco de agua mientras el entrenador les explica la estrategia. Jungkook ha jugado mal durante el último periodo, tiene la toalla sobre sus hombros mientras Min le masajea un hombro y alza su mano para saludar a Jimin, quien grita su nombre a todo pulmón para darle ánimos.

La frustración es tanta que pese a que nos está dando la espalda, puedo descubrirlo por la posición de su cuerpo. Y por como niega ante cada palabra que recibe de sus compañeros.

Mi cuerpo tiembla y mi respiración se vuelve inestable. Es como si supiera que hacer pero el miedo me acobarda. Jimin me observa atento, quiere decir algo pero tampoco lo hace. Lo miro devuelta, y alzo una ceja antes de que mi cuerpo se mueva por si solo hasta el borde de la gradería.

—¡Jungkook! —grito. —¡Jeon Jungkook! —lo intento lo más fuerte posible hasta que mi voz lo alcanza.

Se da media vuelta y su rostro cansado me golpea hasta lo más profundo.

Entonces mi lengua se mueve suela, como si sus emociones dependieran de la mías. Trago saliva y siento como el silencio se hace espacio entre nosotros. Nuestras miradas se conectan y al fin puedo entender la clave de todo esto.

—¡Voy a tenerlo! —aferro mis manos en la baranda. —¡Voy a tenerlo y tú ganarás el puto partido! —finalizo mientras mi amigo intenta secar mi rostro con la manga de su suéter porque sí, creo que estoy llorando.

Jungkook medio sonríe y luego muerde su labio inferior mientras asiente. Sus ojos brillan pero esta vez no es por la emoción del juego, es por la verdadera razón de su felicidad.

Nuestro pequeño bebé...


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