Capítulo 1

13.9K 513 21
                                    

Juliana Valdés apoyó la barbilla en la palma de su mano, sus ojos escaneando el dibujo con el que había estado jugando las dos últimas horas. Su fecha límite se acercaba, pero sólo había pocas maneras de hacer publicidad con los coches usados. Dejó caer su lápiz y alejó el dibujo con frustración.

- ¿Por qué no dejas que Michel lo intente?, Juliana lanzó una mirada irónica a Mariana, su socia de negocios.

-Debido a que usa una computadora para todos sus proyectos, por eso.

-Tú también.

-No hasta que primero paso mis ideas a lápiz- dijo mientras se inclinaba hacia atrás con un suspiro -Hoy en día la gente no tienen un pensamiento original, simplemente copian y pegan imágenes y luego lo llaman bueno.

Mariana se echó a reír

-Sólo estás de mal humor porque odias los anuncios de coches.  ¿Por qué lo elegiste?

- ¿Oh? ¿Así es que crees que estamos prosperando lo suficiente como para que podamos ser selectivas en nuestras elecciones? - Juliana se levantó y alzó su taza de café en una pregunta silenciosa. Mariana negó con la cabeza.

-El negocio ha estado fabuloso, y lo sabes y ya que eres tú quien odia los anuncios de coche  ¿por qué no se lo das a Michel y dejas que haga su cosa en la computadora y lo llamas bueno?

-Porque soy terca.

- ¿Y no tiene nada que ver con el trato que él te dio con tu nuevo Jeep?

Juliana le sacó la lengua de manera infantil y luego se metió en la pequeña cocina de la esquina, mirando sospechosamente el café que había preparado unas cinco horas antes. Su semi-adicción al café tenía sus límites. A cambio tomó una botella de agua de la nevera, apoyándose en el mostrador miró a través de la abertura de la puerta de la cocina a la oficina. 

Ellas empezaron su agencia cuatro años atrás, la construyeron muy lentamente. Los dos primeros años había sido difícil y habían hablado de renunciar. Sin embargo, aguantaron, su gran oportunidad llegó cuando abrieron un nuevo restaurante en su pequeña ciudad. Una joven pareja con el sueño de duplicar las recetas de sus padres sobre comida típica mexicana, ellos no podían permitirse una de las más grandes y establecidas agencias de publicidad. Antonio y Norma habían entrado y le habían lanzado su idea, la pareja quería servir su deliciosa comida en un ambiente que fuese muy divertido y vibrante.

Juliana y Mariana habían trabajado sin parar durante meses, sacando impresos y anuncios de radio, cada una con ideas frescas, originales y atractivas, ya que había un restaurante de comida mexicana en cada cuadra. 

Un día Juliana dio con la frase envolvente sobre las 2:00 a.m, mientras el sueño le eludía.

¿Está tu antiguo lugar de comida mexicana reteniéndote como una bola con grillete? No dejes que te derrote. Si realmente quieres pasártelo a lo grande, ¡salta a la cantina-café de Antonio, donde la diversión nunca termina.

Ella sonrió y negó con la cabeza, era tan absurdo como el infierno, pero a Antonio y Norma les había encantado. Al parecer, también le encantó al público, el lugar había estado lleno a rebosar en la noche de apertura.

Lo mismo podía decirse de su negocio. Después de esa campaña exitosa, los negocios locales comenzaron a buscarlas cada vez más. Tanto era así, que se habían visto obligadas a contratar a otro diseñador, Michel, quien liberó a Mariana de usar sus habilidades de mercadeo para su propio negocio, encontrando nuevos clientes, mientras Juliana y Mariana diseñaban los anuncios. La nueva estrategia fue dando sus frutos, Michel estaba trayendo tantas clientes nuevas que estaban hablando de contratar a otra persona.

El portazo de la puerta la sacó de sus cavilaciones y se apartó del mostrador, para ver que tenía a Michel tan animado.

-Precioso, te lo aseguro. Él era absolutamente precioso- Michel se dio la vuelta, sonriendo  a Mariana.

-Sí, estoy enamorado

- ¿Una vez más?- preguntó con sequedad.

Él puso una mano en su cadera, arqueando dramáticamente en su dirección mientras le miraba por encima de su nariz -Al menos uno de nosotros no tiene miedo al amor, dijo.

Ella ignoró su comentario volviendo a su escritorio.

-Será mejor que tengas cuidado, Michel. Esta ciudad no es tan grande, te vas a quedar sin chicos  muy pronto. Cogió el anuncio de los coches y se lo entregó.

-Haz algo con esto, ¿quieres?

- ¿Concesionario de coches usados? Qué aburrido.

-Con dueños previos, ella corrigió.

-Oh, sí. Eso hace toda la diferencia.

Él le entregó la pila de correspondencias del día -Ahora te toca ordenar.

Juliana le agitó el correo a Mariana - ¿No es tu turno? -

Mariana le tendió la mano -Dámelo. Te lo juro, los dos actúan como si fuera una tarea el clasificar el correo. Sacó un sobre de color verde brillante y lo sostuvo en alto -Esto es para ti-

A pesar de que Juliana vivía en el apartamento encima de sus oficinas, rara vez le llegaba correo. Ella era de las que estrictamente se mantenían en línea y sin papeles, tomó el sobre verde y se quedó mirándolo, la dirección de retorno le trajo un torrente de recuerdos. Le dio la vuelta en sus manos, luego con nerviosismo escondió su oscuro cabello detrás de las orejas antes de romper el sello.

Ven a vermeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora