Capítulo 30

5K 509 43
                                    

En la actualidad.

-Va a ser muy raro- dijo Mariana mientras observaba a Juliana llevar otra caja por las escaleras.

-¿Por qué raro? Todavía vendré a trabajar todos los días-

-Sí, pero estoy acostumbrada a que estés aquí, cuando me voy y cuando llego-

-Bueno, ahora tendrás eso con Michel-

-No puedo creer que él quiera vivir en ese pequeño apartamento- se echó a reír -Por supuesto, viviste allí durante cuatro años-

Juliana puso la caja con las otras en la puerta. El apartamento era pequeño, sí, pero se había convertido en su hogar y se había acostumbrado a la comodidad de estar cerca de su oficina. Al principio, cuando sólo comenzaban, no podía permitirse otra cosa. Mariana le había estado diciendo los últimos años que necesitaba conseguir un verdadero hogar, pero Juliana estaba contenta de estar allí. Era como una red protectora para ella. Si las cosas no funcionaban con el negocio, podía empacar y marcharse. Por supuesto, las cosas habían funcionado. Su negocio se mantuvo estable y Mariana siempre estaba agregando nuevos clientes. Estaban relativamente libres de deudas. Había llegado el momento.

La verdad es, que era hora de seguir adelante con su vida. Había pasado más de un mes desde que había enviado la fotografía a Valentina de la salida del sol. En ese momento, se dijo a sí misma que le daría una semana. Pero cuando paso la primera semana, le dio otra, pensando, esperando, que Valentina llamara. Pero quién había llamado fue Pat y Carly. Estaban en la casa de la playa y habían invitado a Juliana para cenar una noche. Una vez más, Pat abordó el tema de la venta. Ellas habían estado viviendo en la casa del rancho, del refugio, durante años y rara vez utilizaban la casa de playa. Pat había estado tratando en los últimos tres años, que Juliana la comprara. La excusa de Juliana siempre había sido que no estaba lista para establecerse, no estaba lista para comprometerse con ese tipo de inversión. Pero sólo estaba engañándose a sí misma. Ella estaba establecida. Este era el lugar donde debía estar. Así que esta vez, cuando Pat le preguntó a Juliana, dijo que sí. Y eso había ocurrido en tres brevísimas semanas. Tres semanas después de obtener un préstamo, de tratar con inspectores, seguros, cambios en los servicios públicos y la contratación de un pintor. Aún no habían cerrado el negocio oficialmente, pero Pat le había dado las llaves la noche anterior. Lo primero que necesitaba, eran muebles. Pat había dejado unas pocas piezas, pero la mayoría ya las había movido a la casa del rancho. Sus viejos muebles de dormitorio y futón, los había dejado con Michel. Mariana le había obligado a salir de compras un sábado y Juliana se había sorprendido por los precios. Cuando sugirió una tienda de muebles de descuento, Mariana le dijo que estaba siendo ridícula y procedió a entregarle una solicitud de tarjeta de crédito. Treinta y seis meses, sin intereses fue lo que convenció a Juliana, pero su estado de libre de deudas estaba desapareciendo rápidamente.

-Estás tomando el resto de la semana libre. El lunes es un día de fiesta. Así que nos vemos el martes, ¿verdad?-

-Me verás el martes-

-¿Seguro que no quieres venir el Día del Trabajo? Quiero decir...-

-Sé que por lo general me uno a ustedes chicos, pero quiero instalarme completamente- se encogió de hombros -Y acostumbrarme a vivir allí. Hay todo ese espacio, ya sabes- señaló hacia las escaleras -Estoy acostumbrada a estar allí, cuyo espacio es el de aproximadamente el tamaño de mi habitación ahora mismo-

-Lo sé. Sólo me preocupo por ti-

-Bueno, deja de preocuparte. Estoy bien. Y estoy tomando tu consejo y seguir adelante. Este es el primer paso-

Mariana la sorprendió con un fuerte abrazo, uno que ella regresó.

-Está bien, sal de aquí. Ve a disfrutar de tu playa. Nos vemos la semana que viene-

Ven a vermeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora