Capítulo 18

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En la actualidad.

- ¡Oh, Dios mío! - Pamela se puso en pie y gritó nuevamente -Oh, Dios mío. Mírate - La mirada de Valentina se alejó de su libro, siguiendo los movimientos de Pamela. Oh, Dios mío, por cierto. Juliana se dirigió hacia ellas, su bikini cubierto con una camisa blanca de natación, que no escondía nada. Absolutamente nada. Estaba bronceada de un color dorado, la evidencia de sus días en la playa. Sus piernas eran tan largas tal como Valentina recordaba, sus músculos tensos, bien definidos. Piernas de corredora.

- ¿Qué? - preguntó Juliana mientras las dos la miraban.

-Te ves fabulosa- Pamela se volvió hacia Valentina y la señaló - Pensaba que Valentina sería la única que lograría llevar un bikini.

Valentina sintió que su rostro se ruborizaba mientras los ojos de Juliana se movieron sobre ella.

No había nada casual en esa mirada y Valentina fue consciente de la mirada prolongada de Juliana sobre sus pechos.  

-Estas tan hermosa como siempre- dijo Juliana en voz baja.

Valentina sonrió -Gracias, te ves muy guapa Juls- se sintió complacida por el rubor que cubrió el rostro de Juliana.

-Toma mi silla- dijo Pamela -Tengo que ayudar a Sergio- se fue, luego hizo una pausa, mirándolas -Mírense. No puedo creer que estén solteras. Tenemos que arreglar eso- dijo mientras se alejaba.

- ¿Soltera? ¿No sabe nada de Faith?

Valentina miró hacia otro lado -Supongo que no- No, nadie sabía de Faith. Faith ni siquiera sabía acerca de Faith. Ella ocultó su sonrisa, preguntándose si debería decirle a Juliana la verdad. No había una Faith. Por supuesto, ¿Cuan tonta luciría por eso? Entonces tendría que confesarle por qué lo había hecho en primer lugar.

- ¿Por qué no la has traído?

Sí, ¿por qué, Valentina? Forzó una sonrisa en su cara -Nunca ha estado aquí- dijo con sinceridad -Sería aburrido.

- ¿Alguna vez has traído a algunas de tus parejas a casa para conocer a tus padres?

Valentina negó con la cabeza -No, no vengo muy a menudo. Vacaciones y esas cosas.

- ¿Oh? Pamela lo hace parecer como si vinieses cinco o seis veces al año.

Como siempre, Pamela hablaba jodidamente demasiado - ¿Qué hay de ti?

-Es la primera vez que regreso, aunque no lo creas. ¿Recuerdas que mis padres se mudaron a San Antonio, poco después de haber comenzado la universidad?

-Sí y tu padre murió de repente. Lo siento.

-Nos alejamos mucho, sobre todo después de su divorcio.

- ¿Fue amargo? - Ella se echó a reír -Bueno, ya sabes lo que quiero decir. No creo que ningún divorcio sea un juego de niños.

-En realidad no fue amargo porque era lo que ambos querían. No me di cuenta de lo miserable que se sentían, ellos siguieron sus caminos por separado y yo me quedé un poco en el medio- Juliana se encogió de hombros - Prácticamente los enloquecí cuando salí del armario.

-Sí, los míos también, pero se recuperaron rápidamente.

- ¿Y tu mamá nunca sospechó de nosotras? ¿Incluso después de que saliste del armario?

-No, al menos nunca lo mencionó. ¿La tuya?

-Oh, sí. Fue lo primero- Juliana rió -Mi mamá te culpó, porque como bien sabes, las chicas buenas católicas como yo, jamás cruzaríamos esa línea.

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