Capítulo 9

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Trece años atrás.

Valentina cerró la puerta de su habitación y se dejó caer sobre la cama, los sonidos de las charlas y risas flotaban por las escaleras mientras su hermano y hermana gritaban los nombres de sus amigos. Su madre sólo le había dado el visto bueno a cada uno para que invitaran a un amigo en las vacaciones de verano.

Todos los veranos hacían un viaje en junio, tenían una casa en la playa en la isla de Mustang. Los dos últimos veranos, Valentina había invitado a Pamela y su madre asumió que Pamela volvería. Valentina se quedó mirando el teléfono en su escritorio, Pamela estaría esperando ir. Eran amigas, la mayoría pensaba que eran las mejores amigas. Se dio la vuelta sobre su costado, metiendo sus manos contra su mejilla.

A pesar de lo que todos pensaban, ella realmente no tenía una mejor amiga, ella y Pamela nunca hablaban de otra cosa que no fuese chicos, porristas o de su grupo de amigos. Nunca hubo nada más profundo, sus conversaciones eran tan superficiales como su amistad.

Lo que realmente quería hacer era invitar a Juliana Valdés para que fuese con ella a la playa. Pero ¿se atrevería? la escuela había terminado casi tres semanas atrás y no la había vuelto a ver desde el último día en la escuela.

La había alcanzado justo antes de que Juliana se alejara a toda velocidad en su bicicleta. Valentina le había ofrecido llevarla a casa en su coche. Mientras se miraban la una a la otra, Valentina se dio cuenta de lo estúpida que había sido su oferta y transparente, Juliana tendría que tomar otro aventón de regreso a la escuela para recuperar su bicicleta.

En los pocos segundos que sus ojos permanecieron unidos, Valentina casi sugirió que pusieran la maldita bicicleta en la parte de atrás de su coche, cualquier cosa para pasar tiempo con Juliana. Pero fue demasiado tarde, Juliana le dio un guiño y una leve sonrisa de complicidad mientras empujaba su bicicleta.

Valentina rodó sobre su espalda nuevamente, mirando al techo. Después de la fiesta de la piscina, se había puesto el objetivo de hablar con Juliana en la escuela, cada vez que lo hacía, la atracción se volvía más fuerte. Era casi como si ella ansiara su cercanía, no lo entendía. No del todo. Era...era una atracción, sí.

Tragó saliva y cerró los ojos, no había nada sexual, por supuesto. Ella no era una de esas chicas.

¿O lo era?

No, por supuesto que no. El hecho de que no hubiese ni una chispa con alguno de los chicos de Calloway no quería decir que nunca habría una chispa con un chico.

Miró de nuevo el teléfono. Realmente quería que Juliana fuese con ella, quería conocerla. Tenía la sensación de que su amistad no sería superficial. Así que se puso de pie rápidamente, abriendo uno de los cajones de su escritorio y encontrando el directorio telefónico de Calloway. Había dos Valdés en el listado, cogió el teléfono y marcó el primero, el corazón le latía nerviosamente mientras sonaba.

Una señora respondió con un alegre -hola- y Valentina dejó escapar el aliento.

- ¿Puedo hablar con Juliana, por favor?

-Oh, querida, lo siento. Ella no vive aquí. Soy su tía Lou.

-Está bien- Voy a intentar el otro número.

Colgó rápidamente, avergonzada. Se quedó mirando el segundo número, memorizándolo, pero decidió no llamar. Ella garabateó la dirección, notando que la calle no estaba muy lejos de la escuela. No era de extrañar que Juliana montara su bicicleta, ella agarró sus llaves, bolso y salió corriendo de su dormitorio, bajando las escaleras de dos en dos. Hizo caso omiso de Guillermo y Eva que ahora estaban enganchados frente a la TV. Encontró a su madre en la cocina haciendo sándwiches para el almuerzo.

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