CAPÍTULO VEINTICUATRO

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   —¿Qué hubiera pasado si en este mundo hubiese estado muerta? —pregunté con preocupación. No había sopesado esa posibilidad, pero mi padre, Carlos, estaba muerto en este mundo.

—Supongo que hubieses ocupado otro cuerpo, aunque no estoy seguro de si eso es posible —agregó Jace mientras seguía conduciendo.

—Eso significa...

—Lo más probable es que Carlos ya esté en otro mundo, Rosse —habló Jace cogiendo el hilo por el cual viajaba mi mente—. Debes saber que si Carlos murió de forma natural y no utilizó las puertas para trasladarse, entonces la parte de su alma que estaba en este mundo debió ser blanqueada al cruzar.

—¿A qué te refieres con eso?

—A que no despertará como nosotros, Rosse. Aunque lo encuentres en otro mundo él no será el mismo, sus recuerdos no volverán —Jace suspiró, parecía cansado—. Al morir —continuó— el alma de una persona es blanqueada y enviada a un nuevo cuerpo en alguno de los doce mundos. Sólo quienes atraviesan las puertas conservan sus recuerdos intactos.

Luego de oír eso me quedé en silencio. Jace lo notó, así que agregó un "Lo siento" a modo de consuelo.

Mi padre había muerto hace casi un año y...

—Da la vuelta —ordené.

—¿Qué ocurre? ¿Para qué? —preguntó Jace con la frente arrugada.

—Da la vuelta —volví a decir—. Necesito saber si mis padres cruzaron hasta este mundo o no. Si vinieron como nosotros, y si lo que me cuentas es cierto —tragué saliva recordando lo que Jace había dicho sobre mi padre—, entonces mi madre debe de estar despierta. Ellos cruzaron hace años.

Jace debió de entender mis intensiones. Dudó un poco, pero al final dio la vuelta y manejó en dirección a la casa.

El auto de Grace aún estaba aparcado fuera, así que aún no se había ido al trabajo.

—¿Qué sucede cariño?

—¿Estás despierta? —pregunté—. ¿Recuerdas a mi madrina? ¿A Malverde? ¿Recuerdas el coven? ¿Tus poderes?

—¿Qué ocurre, Rosse? Me estás asustando.

Una sensación helada remeció mi cuerpo. Esta Grace no estaba despierta.

—¡Sólo te estoy tomando el pelo, mamá! ¡Se me han quedado los cuadernos arriba! —terminé por decir.

La Grace de este mundo dejó salir el aire en sus pulmones. Me sentí mal por haberle hecho sentir eso. La había preocupado. Pero gracias a ello sabía que mis padres no estaban en este mundo, sus mentes debían de estar a salvo en otro lugar.

—Apúrate, Rosse. Se te hará tarde para el instituto —amenazó mamá desde la base de la escalera, tenía el ceño fruncido y una taza de café en la mano.

Entré a mi cuarto y tomé un par de cuadernos del cajón del escritorio. Ni siquiera me preocupé de ver la asignatura para la que los tenía designados. Tenía clases durante toda la mañana y las primeras tres horas eran de laboratorio, el resto de la jornada se repartía entre visuales e historia. Ahora que lo pensaba, tenía todo lo que necesitaba en mi taquilla del instituto, pero había dicho a Grace que se me habían quedado los cuadernos así que me conformé con esos y bajé llevándolos conmigo.

Que mi mente tuviera los recuerdos del cuarto mundo como también los del sexto mundo era de lo más beneficioso. Aunque por las memorias que tenía, la Rosse de este mundo era un verdadero dolor de cabeza. En esta vida había pasado por cosas difíciles, pero no tanto como lo puede ser vivir en un mundo en guerra.

—¿Y? —preguntó Jace tras verme salir de la casa.

—Nada —aseguré—. Esta Grace no es la Grace que conozco. 

Muchas gracias por seguir aquí, he estado ocupado en muchos proyectos como loco y la verdad colapsé un poco. Pero gracias a todas las personas que han enviado mensaje no sólo acá, sino que en instagram y a mi facebook personal. Sin ustedes estaría perdido, gracias por el apoyo, de verdad. 

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