El verano pasaba demasiado despacio. Había empezado a dar clases de karate a niños pequeños en un gimnasio del barrio. Total no tenía nada que hacer y así me despejaba un poco. Era bastante divertido. Mis amigos estaban agobiados eligiendo universidad y no paraban de meterme prisa para que hiciese lo mismo pero yo no sabía que estudiar. Ni si quiera si quería estudiar. Estaba demasiado desganada con todo. Lo único que me hacía un poco de ilusión eran las clases de karate, estaba formando a pequeños niños ricos para convertirlos en dignos líderes de pandillas algún día.
Yuto solía venir a buscarme cuando terminaba las clases aunque cada vez le ponía más excusas para que no viniese. Sentía que estaba siendo injusta con él y no se merecía eso. Las chicas estaban comenzando sus respectivas relaciones y todo era amor y besos así que tampoco las llamaba para no estorbar. En resumen, estaba bastante sola. Fui un par de fines de semana a casa de Haru y salí con los chicos, eso siempre me animaba aunque últimamente ni con esas conseguía sonreír del todo. Mamá y Will llevaban casi un mes en una casa que tenía él en la playa y sólo aparecían de vez en cuando. Yo no había querido ir con ellos, al menos aquí podía distraerme con algunas cosas. Leo llamaba a su padre un par de veces por semana pero a mí no volvió a decirme nada. Agosto se acababa y llevaba casi dos meses sin tan si quiera escuchar su voz.
-Si os peleáis con un tipo más grande que vosotros, lo primero que tenéis que hacer es tirarle al suelo, así elimináis su ventaja- les dije a los niños mientras les enseñaba a hacer una llave.
Casi todos eran muy obedientes y me tomaban por la persona más fuerte del mundo. Era realmente divertido entrenar con ellos. La clase terminó y Yuto me esperaba en la puerta, había estado poniéndole excusas toda la semana pero ya no podía huir más.
-Estás enseñando karate no lucha callejera – me dijo riendo cuando llegué a su lado.
-Por si acaso- le contesté con una sonrisa.
Fuimos a tomar un helado a una terraza mientras me contaba que ya le habían admitido en la universidad. Iba a estudiar medicina. Él era una persona amable así que estaba segura de que sería un buen médico.
-¿Aún no has decidido qué vas a hacer?
Yo negué con la cabeza.
-En el gimnasio están contentos conmigo, me ha dicho el dueño que pueden contratarme para todo el año si quiero.
-¿No vas a ir a la universidad entonces?-me preguntó sorprendido.
-No lo sé.
También estaba bastante confundida con eso. No tenía ni idea de qué hacer con mi futuro.
-May desde que Leo que se fue no eres tú- me dijo él de pronto.
Yo casi me atraganto con el helado.
-¿De qué hablas? ¿Qué tiene que ver Leo? Es sólo que aún no he decido qué estudiar- respondí molesta.
-No es sólo los estudios, es todo, tu forma de ser, has cambiado, incluso conmigo…
Yo le miré sin saber qué decir. Él parecía incómodo.
-Ya te dije que me daba igual si aún sentías algo por él, pensé que si salíamos juntos acabarías olvidándole y pensarías en mí pero me parece que está haciendo el efecto contrario.
Me puso una sonrisa triste y yo me sentí fatal.
-Yo… ya no siento nada por Leo.
-Eso no es verdad y tú lo sabes.
No sabía qué decirle. ¿Qué podría decirle en un momento así?
-May sinceramente, llevamos juntos cuatro meses y no he conseguido que pienses en mí ni una sola vez… no creo que pueda llegar a conseguirlo ya.
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Estoy enamorada de mi hermano
Teen FictionMay es una chica un tanto distinta. Su padre la enseñó a pelear desde pequeña, en su colegio era la líder de una pandilla y todos la temían, a causa de eso, nunca tuvo novio. Tras la muerte de su padre, su madre retoma el contacto con un antiguo nov...