Capítulo 12: No te separes de mí

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Aunque sólo hacía poco más de tres meses desde que me fui, parecía que hubiesen sido años. Caminé junto a los chicos hacia el hospital mirándolo todo. No había cambiado nada, supongo que la única que había cambiado era yo. Haru estaba junto a cuatro de mis amigos en una habitación grande. Todos estaban bastante magullados y tenían algún hueso roto, sentí que hervía de furia al verlos. Fuera quien fuese el que había hecho esto lo iba a pagar caro.

-¿¿Qué estás haciendo aquí??- gritó Haru al verme- ¿¿Por qué habéis ido a buscarla?? ¡¡Quedamos en que lo arreglaríamos nosotros mismos!!

Los otros chicos agacharon la cabeza avergonzados.

-No importa, no voy  quedarme sin hacer nada después de esto- les dije enfadada.

-May ese tipo es demasiado fuerte, no puedes ganarle y los demás chicos no están en condiciones de pelear, vuelve a casa.

Haru parecía realmente preocupado pero yo no podía irme, y menos después de verle así.

-¿No fuiste tú quien dijo que si uno no puede solucionar un problema los demás ayudarían? Si estáis en apuros voy a pelear. Y me da igual lo fuerte que sea ese idiota.

Él suspiró y los demás chicos me miraron esperanzados.

-¿Dónde están los demás?- pregunté- Vamos a ir a buscar a esos idiotas esta noche.

Sólo cuatro de mis amigos estaban aún ilesos. Eran suficientes, estaba tan enfadada que podría encargarme yo sola. Esperamos a que anocheciese y fuimos al parque donde solían reunirse aquellos idiotas. Acabaría con esto rápidamente y así me daría tiempo de coger el último tren a casa. Quizás Leo estuviese enfadado porque había desaparecido de nuevo. O quizás estuviese con otra rubia desconocida. Me deprimí bastante pensando en que seguramente sería lo segundo.

Sentados en el suelo junto a un pequeño lago en el centro del parque estaba la pandilla que había mandado a mis amigos al hospital. Eran unos doce así que estábamos en desventaja pero no me preocupaba mucho. Los chicos me señalaron a un tipo rubio con el pelo largo que se suponía que era el jefe. Fui directamente hacia él.

-¡Tú cabrón! ¿Qué le has hecho a mis amigos?

Todos se miraron asombrados, hasta que el rubio se levantó sonriente.

-Vaya, así que al final has venido- me dijo mirándome fijamente.

Yo apreté los dientes. ¿Me estaba esperando?

-Encargaos de los otros- les dijo a sus amigos.

Los otros chicos se levantaron y se dirigieron hacia nosotros amenazadoramente. En el fondo estaba algo contenta. Hacía mucho que no me desahogaba como es debido. Me abalancé sobre ellos y tumbé al primero de un rodillazo en la cara, después le lancé una patada al estómago al segundo que cayó al suelo intentando respirar. Los chicos me siguieron y en un momento aquello se convirtió en una lluvia de patadas y puñetazos por todas partes. Comprobé feliz que a pesar de llevar un tiempo sin pelearme no me había oxidado, las humillantes derrotas frente a Leo habían hecho que perdiese un poco de confianza en mí misma. En unos minutos, el único enemigo que quedaba en pie era ese idiota de pelo rubio.

-Sigues siendo tan buena como antes- me dijo sonriendo- Tenía miedo de que hubieses cambiado ahora que te has convertido en una niña pija.

-¿De qué hablas? ¿Qué sabes tú de mí?- le grité enfadada.

Esto comenzaba a inquietarme. A aquel idiota no le importaba nada que sus amigos estuviesen retorciéndose en el suelo, sólo me miraba de una forma extraña  con esa estúpida sonrisa en los labios.

Estoy enamorada de mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora