Toda mi ropa estaba tirada por el suelo. ¿Por qué demonios no tengo nada decente? Leo volvía en una hora y yo no sabía que mierda ponerme para ir a buscarle. Tampoco sabía porque me importaba eso. Nunca me había preocupado por la ropa. Terminé cogiendo los vaqueros de siempre y una camisa de cuadros. No tenía nada mejor. Bajé corriendo y me subí al BMV de Will que ya esperaba en la puerta con mamá y él dentro. Estaba muy nerviosa. Si ya el verle eran suficientes nervios, después de lo que me había contado Victoria estaba más nerviosa aún. Los chicos tenían razón, para qué quería mi orgullo si lo único que iba a conseguir así era perder a Leo. Iba a decirle lo que sentía de alguna forma antes de que volviese a Estados Unidos. Aunque no sirviese para nada. Aunque me rechazase. Yo iba a decirlo y punto.
Llegamos al aeropuerto veinte minutos antes de que llegase su vuelo y esperamos. Yo sólo paseaba arriba y abajo nerviosa. Un buen rato después apareció de pronto entre la masa de gente que acababa de desembarcar. Simplemente con vaqueros, una camiseta negra y una bolsa al hombro ya estaba horriblemente guapo. Will se acercó a él y lo abrazó, Leo intentó apartarlo mientras saludaba a mi madre. Yo me quedé un poco rezagada, mirándole como una boba. La punzada en el pecho era mucho más fuerte que antes y había perdido toda capacidad de hablar o moverme. Sólo estaba ahí parada mirándole. Él reparó de pronto en mi presencia y me miró fijamente con esos ojos azules.
-Te veo bien- me dijo solamente mientras los cuatro nos dirigíamos de nuevo al coche.
Yo asentí avergonzada.
-Yo a ti también-susurré.
¿Cómo demonios iba a decirle lo que sentía si ahora casi no era capaz de hablar con él? Llegamos a casa y nuestros padres se pusieron a preparar una comida especial por su vuelta. Él subió a su cuarto y yo le seguí indecisa. A fin de cuentas el mío estaba al lado.
-¿Qué tal Estados Unidos?- conseguí preguntar.
-Nada nuevo. Ya he estado allí muchas veces.
Cómo no, estábamos hablando del idiota y millonario Leo.
-Oh… claro…
No sabía qué más decir y me estaba poniendo muy nerviosa. Él cogió una especie de bolsa alargada que llevaba al hombro y me la lanzó.
-No pude evitar acordarme de ti cuando vi esto.
Se metió en su cuarto mientras yo sacaba de la bolsa un bate de béisbol nuevo con el logo de los Dodgers. No pude evitar sonreír. Definitivamente tenía que decirle lo que sentía. Aunque fuésemos tan distintos, no podía imaginar a nadie con quien quisiese estar más que con él. Aun así decidí esperar un poco para pensar en qué decirle, si no posiblemente volvería a quedarme sin palabras y a mirarle con cara de tonta y dudaba mucho que eso me ayudase.
Comimos los cuatro juntos como antes, era agradable poder estar en modo familia otra vez. Desde que él se había ido, yo me había distanciado un poco de nuestros padres también. Después de comer él se fue con Ren y Akira y no volvió hasta el día siguiente. Yo empezaba a ponerme nerviosa, sólo iba a estar tres días y si pensaba estar fuera con sus amigos todo el tiempo ni si quiera podría verle. Estaba tumbada junto a la piscina maquinando qué podría decirle para declararme cuando apareció el también en bañador. Intenté no ponerme colorada mientras se metía en el agua y nos quedamos mirando cada uno para un lado, ignorándonos.
-No me llamaste ni una sola vez- me dijo él al cabo de un rato.
Yo pegué un respingo y le miré, estaba apoyado en el bordillo con la vista fija en mí. ¿Por qué tenía que ser hoy cuando me hubiese puesto este bañador tan horrible?
-Tu tampoco me llamaste a mí- le dije ruborizándome al fin- Se supone que el que se va tiene que llamar.
-¿Y eso por qué?
ESTÁS LEYENDO
Estoy enamorada de mi hermano
Teen FictionMay es una chica un tanto distinta. Su padre la enseñó a pelear desde pequeña, en su colegio era la líder de una pandilla y todos la temían, a causa de eso, nunca tuvo novio. Tras la muerte de su padre, su madre retoma el contacto con un antiguo nov...