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Una vez más, el horror pasa demasiado rápido como para poder procesarlo con claridad.

Tuvo que nadar unos metros para poder llegar a tierra porque el barco se negaba a seguir en plena ira del Sidereo.

Pero apenas llegó, lo vio, con su cabello rojizo y ondulado cuando antes era de un castaño oscuro, los ojos de color azul eléctrico ahora eran de color ámbar, esa sonrisa que en un inicio le parecía la más amable y serena en todo Eos estaba transformada en una que llegaba a rozar el cinismo y una alegría insana.

Habían pasado más de 2000 años desde la última vez que lo vio y le pidió que la cargará en sus hombros, más de 2000 años desde que lo vio ser exiliado por su propio pueblo, más de 2000 años de miedo por lo que se había convertido, más de 2000 años desde que Somnus, hermano de Ardyn, la tomó en brazos para sacarla del desastre que la gente provocó cuando se fueron en contra del rey que había sido transformado en monstruo.

El rey que cayó en desgracia.

Pero las cosas eran diferentes, Somnus se había ido hace mucho y no había quien la pudiera salvar, sus piernas temblaban mientras lo veía en frente de ella y al fondo escuchaba como el Leviathan destruía Altissia en su ira.

-Creciste bien -su labio tiembla de miedo, del hombre amable y gentil ya no queda nada, no puede moverse mientras toma uno de sus cabellos y da una caricia a su rostro- la pequeña (...), el recipiente de magia, la niña que no es de este mundo -pone el mechón de cabello detrás de su oreja- ya sabes como es -se encoge de hombros cuando su mano cubre el espacio que toman las cuencas de sus ojos, dejando un espacio entre sus dedos para que pueda mirarlo directamente a los ojos, congelada del miedo por tenerlo en frente de ella- cierra tus ojos, cubre tus oídos y cierra tu pequeña boca, no respires que los cadentes van a encontrarte.

Sigue su orden sin réplica, olvidando el desastre que los rodea y volviendo a ser la niña de seis años que lloraba en silencio en medio del bosque porque estaba sola y rodeada de bestias de la oscuridad.

Una vez más era lo suficientemente manipulable para que le diera forma a su antojo como un pedazo de arcilla.

Tan rápido como fue a verla, despareció de su vista, dejándola tal y como le ordenó; cerró sus párpados con fuerza, cubrió sus oídos y cerró la boca, tomando aire a conciencia para dejar de hacerlo por los siguientes minutos que vienen, olvidando por completo en donde esta, lo que sucede y a quien acaba de ver hace unos segundos.

Por esos momentos, el ruido de las estructuras caer y el mar embravecido chocan con sus palmas y un eco lejano rebota en los pabellones de sus oídos, olvida que este es su momento de ir allá y darle el poder que guarda en su interior a Noctis para que pueda salvarlos a todos aunque eso le cueste la vida a ella.

Había aceptado que su muerte sería de esta forma hace mucho, ya no tenía cuidado en ello; pero ahora parecía que su mente era nublada por una extraña bruma que le borraba la conciencia y la mareaba, producto de negarse a respirar porque los "monstruos" la encontrarían y se la comerían.

El único monstruo ya la había dejado fuera de combate con solo sus palabras y recuerdos amargos.

Para cuando volvió en sí, se encontró siendo movida con algo de fuerza por los hombros, Ravus es quien la tiene sujeta por los hombros y es su cuerpo al que ella se lanza a abrazar para tener como un ancla emocional y física para poder volver en sí; conoce a Ravus desde que es un bebé, siendo que estuvo presente al lado de su amiga cuando nació su primer hijo, Tenebrae no era Insomnia y se daba el lujo de pasearse sin su máscara, terminando en que Ravus la conociera sin el objeto de cerámica en el rostro.

Cuanto lo agradecía, porque de otra manera podría haber quedado en ese estado catatónico más tiempo de lo que quisiera.

Sus primeras palabras no tienen sentido, salen rápidas y seguidas por una tos seca, pero pregunta en dónde están Noctis y Lunafreya, su respuesta es respondida cuando ambos miran hacia lo que parece ser el punto de guerra, el aire se le escapa de los pulmones cuando ve a Noctis caminando por el ojo del Leviathan y a Luna que parece estar herida pero aun sosteniendo el tridente del oráculo.

Es tarde, es tan tarde.

-¡Ravus!-toma su rostro entre sus manos para que vuelva a mirarla, que desvíe su mirada afligida de su hermana para que la escuche- ¡ten esto, ten! -con manos temblorosas le tiende la daga guardada en su estuche de cuero, empujando el objeto contra su pecho.

-(...)... -hay duda en su rostro, no sabiendo porque le da un arma blanca en mitad de la catástrofe.

-Mátame -dice desesperada, a secas y sin dudar, como si esas palabras hubieran sido pensadas por demasiado tiempo en su mente y ahora estaban listas para enfrentar el exterior, estaban dirigidas a otra persona, pero no quedaba tiempo, hala las ropas blancas que posee el hombre en frente de ella con insistencia, para hacerle ver que ya no queda tiempo- Ravus, mátame y lleva la daga a Noctis -hay duda en sus ojos grises, la respiración pesada- ¡hazlo ahora, mátame!

Se escucha como la cuchilla corta la piel y la carne, un grito silencioso y el dolor guardado en una exhalación profunda que parece dejar ir el alma.

Solo fueron dos segundos de diferencia que sellaron el destino de Lunafreya.

El cuerpo de (...) cae sobre el hombro de metal de Ravus, quien toma velocidad para dejar el cuerpo de la mujer en el suelo de piedra y toma camino hacia donde se encuentra su hermana y el príncipe de Insomnia.

La pupila de la mujer se traga el iris y la esclerótica blanca mientras la magia sale de su cuerpo, entrando en el cuerpo hueco de la daga de plata, el último suspiro de vida la abandona, su cabeza cae hacia el lado izquierdo.

Lo último que escucha es una risa ligera y la exhalación de sorpresa de alguien a la lejanía.

El dulce recuerdo de Noctis, aun siendo un niño, mientras se escondía en las cortinas de su cuarto porque no quería hacer su tarea, le llega de repente, habiendo estado en su búsqueda por unos minutos y encontrándolo escondido ahí por sus zapatos que sobresalían del borde de la tela negra.

-Ven aquí, Noctis -recuerda que dijo mientras abría los brazos, su pequeña cara sale de su escondite, ríe divertido antes de lanzarse a correr hacia ella.

Recuerda haberlo abrazado con fuerza, mientras él envolvía su cuello con sus delgados brazos.

Antes sólo necesitaba decirle "ven aquí, Noctis" para que corriera a ella, ahora la misma oración quiere abandonar su boca porque tiene miedo de irse estando sola, pero el estupor la vence antes de poder formular algo más que su nombre en su voz apagada por el vórtice oscuro que se traga su conciencia.

To the SkyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora