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Escucha el sonido del latir constante, cálido y reconfortante, es como un susurro, apenas si puede oírlo en comparación con el movimiento que genera la respiración ajena, siente caricias débiles en su cuero cabelludo, la sensación de la punta de sus uñas en su piel y cabellos le da un ligero escalofrío que disfruta.

Sus párpados se levantan, aun se siente adormilado pero hace demasiado calor como para seguir durmiendo, su manos se ponen sobre el cubrecamas, se da cuenta de que con uno de sus dedos toca la ropa de su acompañante.

(...) duerme plácidamente, el calor parece no importarle, de momento al menos, tiene el usual impedimento sobre su rostro pero puede decir con total seguridad de que esta dormida profundamente por como respira y como su cuerpo está relajado.

Sus manos quieren ir y tomar ese cinto de color negro, desatarlo y luego tirarlo hacia cualquier lado junto a la máscara de la diosa, esta a centímetros de tocarlo pero se detiene en cuanto ella se mueve.

¿Qué estás haciendo?

Se pregunta a sí mismo, bajando de la cama y buscando sus zapatos antes de que ella puede sospechar de lo que ha tratado de hacer.

Escucha cómo trata de levantarse, sonidos que parecen ser quejas salen de su boca con el usual tono cansado y arrastrado que tiene alguien cuando acaba de despertar.

Ahí no pasó nada, punto final, eso le diría si es que llegaba a preguntar.

La ve poner un codo sobre el colchón y como tantea con la otra mano por el colchón, un sonido de sorpresa es emitido desde su garganta y parece despertarla más, él ya está por la puerta listo para salir corriendo si es necesario.

-¿Noctis? -su voz esta algo más grave de lo normal, mira hacia todos lados hasta que lo divisa en la puerta, sonríe y hasta se siente impresionada, son las 5 de la mañana y algo pero él ya está despierto.

Un hecho sin precedentes siendo que es domingo por la, el día predilecto en donde él se pegaba a la cama toda la mañana.

-Buenos días -dice tímido, volteando lentamente para encararla.

-Es muy temprano -apenas termina de hablar y un bostezo escapa de su boca, segundos después el frío usual de la mañana le llega a él y también bosteza- ven aquí, te queda una hora y tanto de sueño más -levanta la cobija mientras vuelve a echarse una vez más sin preocupaciones, su tentadora invitación lo hace trotar hacia donde esta y casi lanzarse sobre el espacio que ha dejado, siendo inmediatamente ja lado por sus brazos en un fuerte abrazo que recibe con gusto en cuanto deja su rostro en ese espacio entre su hombro y su cuello, (...) suspira mientras da caricias con su mano en su espalda y siente sus pies fríos cerca de sus rodillas- cada día más grande, a este paso ya no podré dormir contigo.

-¿Por qué? -hasta suena escandalizado y eso la hace reír con su voz ahora grave y difusa por el sueño.

-Porque tienes que mantenerte puro para tu futura esposa -termina diciendo mientras coloca su barbilla sobre los cabellos necios de Noctis, para él la respuesta es tonta y sin sentido, siendo que es un niño y no entiende del todo su significado- y serán muy felices, con muchos hijos, con muchos perros, gatos o lo que quieras, seh.

Trata de moverse de donde esta aprisionado, pero los brazos de (...) no lo dejan moverse, se ha vuelto a quedar dormida y le ha dejado un mal sabor de boca con sus palabras.

Haciendo algo de fuerza se separa al menos un poco para mirar de nuevo la máscara, pone una de sus manos en la cubierta y la siente fría al tacto.

-¿Acaso tú no puedes ser mi esposa? -pregunta en un susurro, las mejillas sonrojadas y el entrecejo apenas fruncido por lo incómodo que se siente al hacer esa pregunta y recibir a cambio lo que parece ser un ronquido.

Dándose por vencido, solo por ahora, regresa a sus brazos y es rápidamente aceptado de nuevo, envuelve hasta donde puede su torso y enreda hasta donde llega sus piernas con las de ella, el aire de su respiración escapa por el borde de la máscara cada vez que respira y choca con sus cabellos, deja su mejilla descansar sobre su hombro que esta estriado con su brazo.

Ojalá se quedasen así siempre, con el gusto de sentirse querido por aquella persona y de tenerla cerca de él, de que, de algún motivo que desconocía, todo parecía estar en su lugar en ese momento, que estaba donde debía estar.

Por supuesto, un niño de su edad no podría tomar con el debido detenimiento y juicio aquella sensación.

Para él era suficiente cuando la sentía alrededor suyo.

Quizás era porque se sentía más fuerte después de tocarla, con más magia de la que ya tenía, o puede que ese solo fuera un factor en parte o simplemente era igual a un cero a la izquierda en el resultado que siempre obtenía al final.

Como ahora, que parece dejar atrás ese recuerdo, esa ensoñación, y mira delante de él, una vez más, su rostro sin vida, la mirada perdida en algún punto que esta demasiado lejos de su comprensión, escucha voces cerca, siente que lo levantan, le alejan, una vez más, de la dolorosa imagen en frente de él, tal como la última vez que la había visto cara a cara.

Pero nunca había visto su alma reflejada en sus ojos, no vio nunca su propio reflejo en sus ojos que muy seguramente estaban llenos de vida y sabiduría.

Con lo poco de magia que le quedaba en su interior después de aquel transcurso de regresar de la muerte sin un rasguño, pasó sus dedos por su mejilla casi helada, dejando atrás lo poco de magia que le quedaba en ella mientras también levantaban su cuerpo.

Eso no era nada en comparación a lo que ella necesitaba para seguir viva, pero tenía más, quería darle toda la magia de su cuerpo aunque eso lo matase en el intento y ella lo pudiera odiar durante toda su vida, valía el sacrificio a sus ojos porque no soportaría perder alguien más, mucho menos a alguien que ya murió y regresó por su egoísmo, su miedo de quedarse solo, pero no tenía nada a para dar, eso era todo, eso era absolutamente todo que pudo hacer y la incertidumbre junto a la ira hacia sí mismo crecía al igual que el dolor en cada una de sus extremidades.

Un rey debe dar a su pueblo.

¿Qué clase de rey era si no podía dar aquello que, supuestamente, tenia en demasía?

No puede hablar, incluso eso le cuesta horrores, no puede llamarla por su nombre, no puede pedir que lo dejen a su lado un momento más para que recupere energías y pueda dárselas inmediatamente, no puede hacer más que cerrar los ojos con dolor y rogar por ella, que cuando el despierte ella esté ahí, acostada a su lado, aprisionado su cuerpo entre sus brazos mientras da caricias en su cabello para ayudarlo a dormir.

Tantas cosas que quiere hacer, tantas que nunca dijo y se negó a aceptar.

Solo queda despedirse, pero ni siquiera eso puede hacer, solo puede repetir en su mente que lo siente, que lo perdone por ser débil, pero solo hay silencio, no la escucha en su mente y siente que sus palabras no van a ningún lado, por más que llama su nombre en sus pensamientos la usual luz que le muestra en donde esta no aparece, solo se escucha su llanto en ese inmenso espacio vacío y frío, oscuro sin una sola luz o señal de que ella siga ahí.

Decir adiós, aunque sea de manera silenciosa o de cualquier forma que sea, siempre es difícil.

To the SkyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora