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No podría asegurar que esto era justo lo que pensó que sentiría cuando el momento llegase; quizás sintiera algo de dolor, puede que frío, pero ahora que todo pasa podría decir que se parece a la sensación de estar tendida en una superficie dura, termina de comprobarlo cuando mueve de manera torpe su mano para ver que esta en lo que parece ser un piso.

Grita y respira al mismo tiempo mientras se siente caer, dando de lleno con el piso de una habitación que no conoce.

Respira con rapidez, como si acabase de despertar de un terrible sueño de repente; vomita lo poco que tiene en el estómago, llegando a salir por su nariz por la fuerza abrupta de la respuesta de su cuerpo, con suerte pudo alejarse de la cama un poco como para no ensuciar demasiado.

-Es bueno verte -casi se va para atrás del susto, Ravus esta ahí, sentado como si nada en un sofá y con el amago de querer tomar una taza de té que deja a un lado tras el espectáculo de su estómago.

-Yo, es decir -se limpia la comisura de la boca con el dorso de la mano, estornuda para tratar de quitar lo pedazos de comida que están atrapados en sus fosas nasales; deteniéndose de inmediato al darse cuenta de lo que, supuestamente, a pasado- No lo hiciste.

El silencio otorga, el rubio la mira sin decir mucho mientras desvía la mirada hacia una ventana del lugar.

-No, ¿por qué? -empieza a alterarse, el miedo la invade al ponerse a pensar en múltiples y terribles escenarios, algunos más horribles que otros, llegando a hacerla llorar más allá del hecho del esfuerzo de su cuerpo y el dolor a un lado de su vientre- ¡¿Por qué me dejaste vivir?! ¡¿Por qué?! -por más que le esté gritando no consigue más que su típica expresión estoica.

-No fui yo, eras un cadáver hace apenas unas horas -deja la daga dentro su estuche de cuero en la mesa que los separa, la sangre seca es visible aunque esté guardada- fue ella la que tomó la decisión por todos, solo por ese príncipe.

El que diga "ella" con aquella mirada tan dolida solo le deja en claro que, al menos, una de las más terribles posibilidades que se llegó a imaginar si se hicieron realidad.

-Lo lamento -quiere pone la mano en su hombro para reconfortarlo, pero la tiene sucia, teniendo que inclinarse únicamente a mirarlo- Ravus, no sabes cuanto lo siento.

-Tu dolor y falso sentimiento no es necesario -sus palabras le duelen en cierta medida, su sentir no es falso pero es normal que lo sienta así, esta más dolido que nunca, acabo de perder a su preciada hermana, la última familia que le quedaba- cuando era un niño, pensé que solo eras una amiga de mi madre -en su mano lleva la placa de plata que le fue regalada, muy posiblemente la encontró entre todo el desastre entre sus ropas; mira hacia la pared y (...) también lo hace, allí estaba una pintura de Lunafreya, sentada en un balcón y con la preciosa vista de las montañas de Tenebrae detrás de ella, o al menos eso parecía hasta que cae en cuenta de que esta cargando a un bebé y que ella esta ahí también, haciéndole saber que esa es Sylva, Ravus tenía días de vida y (...) está ahí, parada a un lado de ellos como un ente por el contraste entre sus ropas blancas y las suyas que son completamente negras- Eso es de hace más de 20 años -recuerda el momento, tantas horas de estar quieta para tener esa pintura que fue hecha por el esposo de su amiga- ¿Cómo es posible que te veas igual?

-En verdad eres muy perceptivo, ¿no? -hace un esfuerzo por llegar a la cama- son cosas mías, disculpa si te incómoda mi respuesta.

Hay silencio, mira a su vientre bajo y se da con la sorpresa de que la herida que había sido suturada se ha abierto, sus ojos se desorbitan un segundo al volver a pensar en sus conocidos.

-¿Por qué estoy aquí? ¿en dónde están los otros? -su segunda pregunta es más precavida, cierra los ojos para tratar de ser fuerte ante cualquier respuesta.

-Amicitia me pidió que te trajera mientras ellos van a por Scientia.

-¿Gladio te lo pidió? ¿le ocurrió algo a Ignis? -empieza a sudar frío, no sabe si es por el dolor o por la preocupación pura que esta empezando a sentir.

-Esta con Ardyn en estos momentos -la pronunciación del nombre la hacen estremecerse, Ravus se da cuenta de que se ha puesto más pálida- después de lo de Altissia ambos se fueron -da una mirada más al retrato de su madre, queriendo esperar alguna palabra de la mujer en frente de él, pero parece estar tan tiesa como el cadáver que era horas atrás- Scientia se llevó el anillo de Lucii con él.

-¡Cállate! -grita enfurecida, no queriendo darle el sentido a las palabras que Ravus le está haciendo entender- No te atrevas a decirlo, ¡No te atrevas ni a pensar eso de Ignis!

-Yo no he dicho nada -se defiende con la verdad- eres tú la que le dio ese sentido a tus propias imaginaciones.

(...) se muerde la lengua porque, aunque no quiera admitirlo, la posibilidad le pasó por la cabeza durante un instante; pero se negaba a creer que su amigo hiciera tal cosa.

Al igual que se negaba a pensar en el horror que se daría en Eos si Ardyn conseguía el anillo de los Caelum.

-¿A dónde han ido? ¡debo ir con ellos!

-Después de tu actuación suicida el príncipe Noctis me prohibió decírtelo de manera incansable -cierra su boca de repente, luego empieza a boquear porque no tiene palabras.

¿La había visto? Pero Ravus le dijo que estaba muerta, entonces, Noctis ahora sabía cual era su papel en esa historia.

Y, tal y como lo sospechó, se negaba a aceptar su sacrificio por él.

Mira hacia la ventana, tratando de despejar su mente del hecho de saber que Noctis nunca la perdonará y de que ha muerto y regresado, posiblemente porque él se negó a tomar la magia que se guardaba en ella.

-Amicitia volvió a apuñalarte cuando llegaron aquí -bueno, eso explicaba la otra fuente de dolor cerca de su pecho, como una inyección de epinefrina en medio de un ataque al corazón- ¿las viste?

Le cuesta entenderlo en un inicio, pero luego lo comprende.

-No vi a nadie, quizás porque no me duró mucho... ¿Qué hora es?

La oscuridad que se nota por la ventana es demasiada, ni siquiera hay estrellas en el cielo.

-Son las 2 de la tarde.

-Por supuesto.

Le costaría acostumbrarse a la idea de que Lunafreya se había ido para siempre, se entristece aun más al pensar en cómo se sentirá Noctis.

Sabe cómo es cuando la persona que amas se va para siempre, no es algo que le desee a nadie; pero ahora a él le toca pasar por ello.

-Supongo que vendrán por ti cuando llegue el momento -sus palabras la distraen, no puede hacer nada y tiene que aceptarlo, debe esperar pacientemente.

Porque ahora sería un suicidio sin sentido el salir ahora, en especial al escuchar el rugido de un cadente, al menos la calmaba el hecho de saber que los vería de nuevo pronto.

No sabía que, dentro de poco, sería una larga espera.

To the SkyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora