10. Te amo

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Capítulo bonus😜 #monigracia

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"¿Por qué? ¿Por qué a mí no me dijiste la verdad y a Saúl sí? ¿Sigues amándolo a él más que a mí?"

Altagracia miró hacia arriba y parpadeó varias veces para espantar las lágrimas, mientras que las de Mónica no se hicieron esperar más.

"Mónica..."-dijo en un susurro casi imperceptible.
Sabía que ya no tenía escapatoria: su hija la había descubierto y era el momento de lanzar todas las cartas sobre la mesa.

"¿Por qué te escondiste todos estos años y nos hiciste creer a todos que estabas muerta? ¿Tienes idea de lo mucho que yo, Isabela y mi tía sufrimos?"

"Yo...No tuve alternativa."-se defendió con un hilo de voz.

"¿!No tuviste alternativa!?"-gritó la joven con rabia.

"Tenía que hacerlo. La policía estaba tras de mí y no iba a permitir que me metieran presa de por vida. Sabes muy bien que no nací para estar encerrada."

"Pensé que te habías suicidado...Justo en el día de mi boda, ese día que tenía que ser el más feliz de mi vida. Arruinaste mi matrimonio desde el primer día. Tanto a Saúl como a mí nos carcomió la culpa. Nos sentimos culpables por tu presunta muerte..."

"Perdón."-pidió Altagracia con la voz quebrada. Tenía la vista nublada y no osaba mirar a su hija fijamente en los ojos.
"Nada de lo que pasó fue tu culpa, Mónica. Y mi intención no fue arruinarte ese día. Yo quería dejarte el camino libre para que puedas ser feliz con Saúl. Además ustedes ya no me necesitaban, todos aquí me odiaban y me dieron las espalda. Pensé que estarían mucho mejor sin mí."-las primeras lágrimas empezaron a bajar lentamente, resbalando sobre las mejillas de Altagracia y perdiéndose en el cuello.

Mónica la miró con profundo dolor y se dejó caer sobre el sofá, tomándose la cabeza entre las manos.
Siguieron unos minutos de incómodo y doloroso silencio.

"¿Por qué siempre terminas abandonándome? Lo hiciste cuando nací, lo hiciste el día que me casé...Y cuando vine a preguntarte si eres Altagracia me lo negaste. Siempre me rechazaste, nunca me dejaste entrar en tu vida."-hipó y su llanto aumentó de intensidad.

Altagracia tragó en seco, intentando destrozar el nudo que se le había formado en la garganta y que no la dejaba respirar.
Se sentó a lado de Mónica.
"Tú sabes las razones por las cuales te abandoné la primera vez. Cinco bestias mataron a mis padres y a mi novio, para luego abusar de mí y dejarme muerta en vida. Cuando fui a poner la denuncia los policías se burlaron de mí, de mi dolor. Y luego Yesenia. Ella en vez de ayudarme a olvidar..."-se detuvo, recordando que Mónica no sabía esta parte de la historia y que consideraba Yesenia como una madre. Suspiró.
"Mónica, yo solamente tenía dieciséis años. Estaba llena de miedo y de rencor. No quería aventarlo sobre ti. ¿Tú que hubieras echo en mi lugar? ¿Alguna vez te lo has preguntado? Creo que la mayoría de las chicas hubieran abortado. Yo por lo menos te dejé nacer y te entregué a un buen hombre, alguien que siempre pensó que eras su hija biológica y que fue el mejor padre para ti."

Mónica estrechó sus labios en una fina línea y accedió, con pesar. Sabía que Altagracia en ese caso tenía razón.
"¿Y todo el daño que me hiciste después de haberte enterado que soy tu hija? Peleaste conmigo por un hombre..."

"Y lo lamento."-la interrumpió.
"Es algo que nunca debí haber hecho. Te pido perdón, estoy realmente arrepentida. Saúl...A Saúl lo amaba con todo mi corazón. Era lo único bueno en mi vida. Con él volví a ilusionarme, a sentirme viva y a creer en el amor, después de veinte años sintiéndome muerta en vida. No podía aceptar que alguien me lo robara. No quería perderlo a él también."-hizo una pausa y clarificó su voz para luego proseguir.
"Pensé que el amor que yo y él nos teníamos era más fuerte y más importante que el amor entre madre e hija. Hoy sé que no es así; estaba equivocada."

Mónica le lanzó una rápida mirada, secándose las lágrimas y su mirada se centró en el piso.
"Yo tampoco fui perfecta."-reconoció.
"Estaba cegada por el rencor y por la rabia de saber que me habías abandonado. No te la hice nada fácil, lo sé. Y fue muy tarde cuando entendí tus razones, cuando me di cuenta de que me importas. Eres mi madre..."-su voz se quebró al decir esta última frase.

Altagracia sonrió débilmente y canceló con su pulgar las lágrimas que se deslizaban sobre las mejillas de Mónica.
"Y tú mi hija. Eres mi hija, Mónica. Y a mi manera te quiero. Aún estamos a tiempo de recuperar los años perdidos. No te prometo que tendremos una relación perfecta, ni que seré la mejor madre; pero podemos intentarlo."

Mónica la miró sorprendida por varios segundos para después lanzarse sobre ella y abrazarla fuertemente.
Ambas empezaron a sollozar, hasta quedar sin fuerzas y sin lágrimas.

"Te amo, mamá. Te amo."

"Yo también te amo, mi niña..."

 Vino Leticia (La Doña 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora