18. ¿Es mi hija?

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Ariana, una vez llegada en casa, se lanzó en los brazos de Verónica y se echó a llorar fuertemente.
La mujer la estrechó a su pecho y le besó la cabeza.
"¿Qué pasa, corazón? ¿Ella te hizo algo?"

La chica negó sin soltarse del abrazo.

"¿Te dijo algo que te dolió? Yo sabía que no era buena idea dejarte ir..."

"No es eso."-se soltó y borró sus lágrimas.
"En realidad fue mucho mejor de lo que me imaginaba. Yo estuve un buen rato a solas con mi hermanita. ¡Es un encanto! Y luego tuve modo de hablar un poco con Altagracia."

"¿Y entonces por qué lloras de esta manera? ¿De qué hablaron?"

"De su pasado, de lo que yo siempre sentí por culpa de su abandono, de su arrepentimiento...Me pidió varias veces perdón. Me dijo que me necesita para ser feliz."

"¿Y tú le creíste?"

"La verdad, sí. Parecía sincera. Sentí la necesidad de abrazarla, pero no lo hice. Me dolió verla tan derrumbada y ni siquiera sé porque. Yo debería odiarla, en cambio siento mucha compasión por ella."

Verónica le acarició con ternura la mejilla y suspiró.
"Perdónala si crees que esto te hará sentir mejor. Podrías darte la oportunidad de conocerla y compartir un poco con ella. Haz lo que tu corazón te dicte. Pero no quiero verte sufrir más."

Ariana dejó caer otra lágrima.
"¿No te molestarías?"

"No te niego que seré muy celosa."
Sonrió y le besó la frente.
"Pero yo siempre te voy a considerar mi hija. Y tú...tú podrías tener dos madres."

Ariana sonrió y la abrazó con fuerza.
"¡Eres la mejor, mamá! Te amo."

"Ay, mi vida...Te amo más."

~~~
El día siguiente Altagracia se fue a la constructora y convocó una junta con los accionistas. Tenía que recuperar todo el tiempo perdido y convertir la empresa en la mejor del País, como lo fue una vez.

No pudo evitar que un gran nudo se le formara en la garganta cuando vió a Regina y a Isabela. Tenía unas ganas inmensas de decirles la verdad, de correr y abrazarlas, de contarles todo lo que le había ocurrido en esos años de ausencia...de decirles lo mucho que las amaba a pesar de todo.
Pero por el momento era mejor dejar las cosas así.
Si Saúl y los otros abogados contratados por Verónica eran tan eficientes, dentro de poco ella iba a ser una mujer libre y se presentaría ante el mundo con su verdadera identidad: Altagracia Sandoval, la Doña.

Terminada la junta, Mónica se quedó con Altagracia y estando a solas la saludó, dándole un beso en la mejilla.
"Hola ma...Altagracia."
Por más que intentaba decirle mamá, se le hacía demasiado difícil.

Altagracia sonrió al darse cuenta de esto. Sabía que a pesar de esa conversación tan bonita y de esos 'te amo', faltaba mucho camino por recorrer para que tuvieran una verdadera relación madre-hija.
Altagracia se mareó al recordarse que había estado nuevamente con Saúl hace unos días. Se sintió culpable: no había pasado ni siquiera una semana desde cuando hizo las paces con su hija y ya le había fallado.

"¿Todo bien?"

"Sí. Ven Mónica, siéntate."

Ambas tomaron asiento.
"¿Cómo va todo en la fundación?"-le preguntó Altagracia para hacer conversación, sin saber que más decir.

"Muy bien. Estamos ayudando muchas personas. Deberías venir un día para ver el nuevo módulo que logramos construir gracias a tu proyecto y a tu dinero."

"Sí, tal vez un día iré a ver que tal salió."

Siguieron unos minutos de incómodo silencio.

"Mónica, hay algo que necesito decirte y espero que no me juzgues y no me regañes."

"¿De qué se trata?"-preguntó algo preocupada.

"Yo...tengo otra hija. Tiene quince años y se llama Ariana. Ella nunca vivió conmigo porque yo la abandoné, tal y como lo hice contigo."

Mónica abrió los ojos como platos al escuchar esas palabras. Nunca se hubiera imaginado algo así.
"¿Y dónde está?"

"Es la hija de la señora Verónica; ella la adoptó. La conocí hace unos días. Ella sabe que soy su verdadera madre. Ya conoció a Luna y ahora también te quiere conocer a ti. ¿Que dices?"

"¿Ariana es mi hermana? No lo puedo creer... Ya la había visto algunas veces pero nunca tuve la oportunidad de compartir con ella. ¡Por supuesto que la quiero conocer!"-dijo con emoción.

"Me alegra saber esto."

"¿Pero por qué la abandonaste a ella también? No entiendo."

"No voy a contestarte esto ahora, Mónica. Ya es mucho si te hablé de ella. Ahora si me permites, tengo que trabajar."

"Sí, claro."-contestó abatida y dió la vuelta para salir.

"¿No se te olvida algo?"
Mónica levantó las espaldas sin entender.
"¿Mi abrazo?"
La joven sonrió y se acercó para abrazar a su madre.
"Cuídate."-le susurró Altagracia en el oído.

~~~
"¡Mami! Por fin llegas, es tardísimo."-dijo Luna cuando vió a Altagracia entrar en casa. Se acercó para abrazarla a la vez que bostezó.

"Exacto, ya deberías de estar dormida."

"Te estaba esperando. No nos vimos todo el día."-dijo la niña con un puchero.

Altagracia la cargó.
"Lo sé. Perdón, pero tuve mucho trabajo."

"¡Siempre! Siempre trabajas mucho. Solamente unos días estuviste en casa conmigo. Detesto el trabajo. Es malo, porque me quita a mi mami."

"Ya basta, Luna. No empieces otra vez con tus berrinches..."

Unos pasos y una voz la interrumpieron.
"¿Es tu hija?"

Altagracia se sorprendió al ver a Saúl ahí parado. Dejó a Luna en el piso.
"Ve a tu cuarto."-le ordenó.
"Luego subo para darte las buenas noches."
La niña obedeció de inmediato.
"Siempre escuchando conversaciones ajenas y apareciéndote de la nada, licenciadito ¿no es así?"

"Dime, Altagracia...Exijo la verdad. ¿Esa niña es mi hija?"

 Vino Leticia (La Doña 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora