12. Tú eres ella

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"Entonces no es su hija..."-susurró Altagracia después de leer el reporte sobre Verónica que Matamoros con mucha eficiencia le había conseguido en un par de horas.
"Interesante. Y su pasado también."

"¿Qué piensa hacer con estas informaciones, Doña?"

"Por ahora nada. Voy a verla en su casa, así como quedamos. O mejor dicho: mi casa."

Altagracia llegó a las cuatro de la tarde, acompañada por su fiel guardaespaldas, quien se mantuvo afuera de la mansión.

Un nudo se le formó en la garganta antes de cruzar la puerta de entrada. Tragó en seco para apartarlo y tomó una gran bocanada de aire, llenándose de valor.
Al entrar sintió que el aire le faltaba. Se sorprendió al ver que la decoración seguía igual a como la había dejado cuatro años atrás.
Muchos recuerdos se le vinieron a la memoria, atacándola como una lluvia de proyectiles. Algunos hermosos, otros muy desagradables...
Se preguntó si también su cuarto segreto donde se dedicaba a hacer sus 'brujerías' seguía intacto.
En eso llegó Verónica, haciéndole pegar un brinco.

"Buen día, Altagracia."
Ambas sonrieron formalmente y muy incómodas, para luego sentarse sobre el diván.

Verónica le extendió unos papeles.
"Aquí están los documentos para la compra de las acciones. Está todo listo, solamente tienes que firmar. Tienes el dinero necesario ¿verdad?"

Altagracia accedió y le mostró un maletín negro, contenente todo el dinero.
"Muy bien."-sonrió satisfecha Verónica.
Altagracia titubeó un poco, pero después firmó esos papeles. En los días pasados lo había pensado mucho y esa era su mejor opción.

"Ahora vamos al grano: ¿que pretendes de mí? ¿Porqué tanto interés en la criminal Altagracia Sandoval?"-preguntó con ironía.

Verónica apartó la mirada y se mantuvo callada.
Entonces Altagracia siguió hablando.
"Me habías dicho que tenemos varias cosas en común. Sin embargo yo encontré sólo una: ambas comenzamos desde abajo, sin un centavo. Tú también vivías en la pobreza desde niña."

"Veo que hiciste tus tareas."

"Digamos que te investigué más a fondo; quería caminar en terreno seguro."

"Pues sí, así es. Vivía con mi madre ya que mi padre la había abandonado desde antes que yo naciera. Ella no podía ver con un ojo. Por esa razón consiguió muchos trabajos pasajeros donde la pagaban poco. Hasta que se enfermó gravemente. Murió porque no teníamos con que pagar las medicinas. Dejé la escuela y me conseguí tres trabajos a la vez. Con el dinero que logré ahorrar me fui en los Estados Unidos para empezar una nueva vida y allí por fin encontré mi suerte. Conocí un hombre increíble que además era milionario y nos casamos. Aunque vivíamos allí, decidimos invertir parte del dinero en México, por lo cual viajábamos periódicamente. Cuando él murió decidí tomar a mi hija y volver definitivamente aquí."
Altagracia comprobó en aquel momento que todo lo que Verónica le estaba diciendo estaba también en esa carpeta, pero ella incluyó más detalles.

"Entiendo...Y lo siento por tu madre."

Hubieron unos segundos de silencio.
"Ariana no es tu hija."-soltó de golpe Altagracia.
"La adoptaste."

Verónica no se dejó scomodar por estas palabras. Sabía que si Altagracia había hecho bien su tarea, ese argumento pronto iba a llegar.

En cambio Altagracia, apenas pronunció esa última frase, se quedó en pánico mirando hacia arriba y con la boca entreabierta: Ariana estaba allí y había escuchado.
"Perdón, no la había visto venir..."-intentó excusarse con Verónica, casi en un susurro.

"Tranquila. Ella ya lo sabía. Tenía siete años cuando la adopté."
La chica asintió y Verónica la tomó por la mano, acercándola a ella.

Altagracia respiró aliviada.
"Que bueno. No quería que te enteraras por mi culpa y de una manera tan brusca."

Ariana sonrió levemente, con un fuerte dolor escondido detrás de esa aparente calma. La miró con sus grandes ojos azules que a Altagracia nuevamente le recordaron a Isabela y a su padre.
"Siempre quise saber quienes son mis padres. Aunque la mamá que me escogió y me crió es mucho mejor de la que me dió la vida y sin importarle me lanzó en la calle."

Altagracia tragó en seco pensando en sus hijas. El haberlas abandonadas pesaba demasiado sobre su conciencia.

A Verónica se le formó un nudo en la garganta al escuchar esas palabras. Un recuerdo se abrió paso en su memoria:

"¿Para qué quieres saber quienes son tus padres biológicos, Ariana? ¿No te bastamos nosotros?"

"Tú sabes que sí, vuestro amor me basta y siempre vas a ser mi madre. Pero necesito saberlo, entender porque me abandonaron, reclamarles...Si no me vas a ayudar los buscaré yo sola."

"Por Dios, tienes solamente doce años."

"Yo creo que deberíamos apoyarla."-intervino el marido.
"Quiero ver a mi princesa tranquila. Así que cuentas con mi apoyo. Contrataré los mejores detectives para que descubran quienes son tus verdaderos padres."

"Gracias, papi. ¡Eres el mejor!"

La voz de Ariana la regresó a la realidad. Parpadeó para alejar las lágrimas.

"...Y hoy lo sé. Sé quién es la mujer que me parió."-la escuchó decir con voz firme, con la mirada desafiante puntada en Altagracia.

En ese instante Altagracia lo entendió todo.
"Eses tu...Tú eres ella."-balbuceó.

 Vino Leticia (La Doña 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora