21. Detenida

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Las cosas no se desarrollaron según lo planeado.

Pasó solamente un día.

Mientras Altagracia se duchaba, Luna había encontrado la puerta del ático abierta y había salido, yendo al piso inferior.
"Tengo hambre. Además me aburre estar encerrada en ese cuarto pequeño y sin nada."-le explicó a Verónica cuando esta la encontró en la cocina.

Verónica suspiró y la tomó por la mano, conduciéndola al salón.
"¿Qué tal si hacemos algo juntas?"-le propuso.

Altagracia se alarmó al no verla allí. La niña tenía expresamente prohibido salir de esa recámara: 'Es como un juego. No puedes de ninguna manera salir de aquí. Si sales vamos a perder, Luna.'-le había dicho su madre.
Altagracia bajó las escaleras algo preocupada.
Se tranquilizó cuando la vió jugando con Ariana y Verónica.
"¿Qué habíamos hablado, Luna? ¿Por qué saliste?"-la regañó.

"Perdón mami, es que..."

Justo en ese momento apareció la muchacha de servicio, acompañada por la policía.
"Señora Verónica, la buscan. Tienen un mandato de inspección."

"Ya no será necesario. Encontré lo que estaba buscando. ¡Así que aquí te escondías!"-soltó Karen con soberbia y triunfo.

Altagracia, Verónica y Ariana se miraron y abrieron las bocas como platos. Algo así nunca lo habían tomado en cuenta.
Estaban totalmente asombradas y desprevenidas.

Karen venía acompañada por Jorge y por Santiago, el nuevo jefe de la policía.

"Altagracia Sandoval, estás detenida. Tienes el derecho de mantenerte callada; cualquier cosa que digas puede ser utilizada en tu contra."-la avisó Karen antes de acercarse con las esposas con la intención de ponérselas.

Los ojos de Altagracia estaban llenos de furia y lágrimas que no quería dejar salir.
~No me van a doblegar nunca.~pensó.
"Suéltame. No me toques con tus asquerosas manos. Yo no voy a ir en ningún lado con ustedes."

Karen sonrió victoriosa: esta vez la tenía en sus manos y no la dejaría escapar.
Jorge le vino en ayuda y juntos lograron esposarla.

"¡Suéltenme, imbéciles! Par de incompetentes."-les gritaba Altagracia sin dejar a un lado su orgullo.

Luna al ver la escena empezó a llorar y se pegó fuerte a las piernas de Altagracia.
"Dejen en paz a mi mami. Ella es buena y me quiere..."-susurró.
De los tres agentes, solamente Santiago le hizo caso y la miró con ternura y algo de pena.

"Tiene que haber una solución para esto. Yo podría pagar una fianza y..."-intentó convencerlos Verónica.

Karen la interrumpió.
"No gaste su tiempo y su dinero, señora. Esta mujer pasará el resto de su vida en la cárcel. Nada ni nadie la puede salvar."

"Ustedes no se la pueden llevar."-balbuceó Ariana entre lágrimas.

"No te metas muchachita, no sabes nada. Además ¿que te importa el destino de esta mujer?"

"Me importa porque es...¡Es mi madre!"-gritó dejando perplejos a todos, especialmente a Altagracia.
"Y no es tan culpable como ustedes la consideran. ¿Qué hizo? Mató en defensa propia a unos asquerosos violadores. Unos cerdos que violaron y asesinaron a 117 mujeres sin importarles nada. Ella es la única que se salvó...Nunca se arrepintieron de sus cochinadas, ni dejaron de hacerlas. Que extraño: la policía nunca se encargó de ellos, nunca intentó detenerlos, nunca ni siquiera los investigó; pero ahora se están enseñando en contra de su víctima, la única que sobrevivió. Y solamente porque ella esta vez no se dejó violar sino que se defendió. ¿Este es su sentido de la justicia?"
Ariana gritaba estas palabras con el rostro empapado en lágrimas y gastando por completo sus energías.

Verónica escuchaba con las manos en la boca, inmóvil como una estatua.
Altagracia estaba totalmente sorprendida por las palabras de su hija y agobiada por toda la situación. Se dedicaba a llorar silenciosamente, mirando el piso, mientras que una lluvia de recuerdos nefastos invadían su memoria.

Santiago fue bastante tocado por las palabras de Ariana y empezó a ver las cosas desde otra perspectiva. Sin embargo no podía hacer nada en aquel momento.
"Llévensela."-ordenó, sin seguridad en la voz.

"No por favor. ¡Mi niña! Yo no la puedo dejar, me necesita..."-suplicaba Altagracia, en un último intento de salvarse de aquel terrible lugar en el cual había jurado que jamás iba a pisar.

"Mamita."-chillaba Luna.

"Tranquila pequeña, ella estará mejor sin ti. No eres un buen ejemplo y queda más que claro que no eres apta para criarla. Vamos a llamar los asistentes sociales para que se la lleven."-le dijo Karen, grabando aún más el cuchillo en la herida.

Luna se aferró aún más a Altagracia, mientras que a ella se le paró el corazón en el pecho y le flaquearon los pies.
"¡No! Ustedes no pueden hacerme esto. ¡No pueden!"

Karen y Jorge tomaron a Altagracia, tirándola con fuerza detrás de ellos.

¡No te vayas mami!"-chillaba la niña, sin querer desprenderse.

Verónica la atrajo con fuerza hacia sí y luego la tomó en sus brazos. La abrazó e intentó tranquilizarla.
"No te preocupes chiquita, ella volverá muy pronto. Ya no llores..."
Luego miró con un gran dolor hacia Ariana y le borró las lágrimas con los nudillos.
"Tú tampoco llores, princesa. Vamos a encontrar una solución. Te lo prometo."

 Vino Leticia (La Doña 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora