13. Perdón

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"Eres tú...Tú eres ella."-balbuceó Altagracia con un hilo de voz, incrédula ante la situación.

Ariana accedió con un leve movimiento de cabeza e intentó retener las lágrimas.
"Sí soy yo: soy tu hija."

Altagracia se levantó del diván y llevó las manos a la boca, temblando.
"Dios mío."
"¿Están seguras?"-preguntó mirando hacia Verónica.

Ella asintió y se levantó para ponerse detrás de Ariana y sostenerla por los hombros.
"Nos enteramos un par de semanas antes de que la policía fuera detrás tuyo y salieras en todos los noticieros."

Altagracia quedó callada con las lágrimas retenidas, sin atreverse a mirar a Ariana en los ojos. Todo esto la había tomado desprevenida. No estaba lista para enfrentar aquella situación.

"Siempre pensé que mi verdadera madre debe ser una persona egoísta y sin corazón por haberme dejado en el hospital, conectada a todas esas máquinas que me mantenían con vida, sin siquiera saber si iba a sobrevivir...Pero nunca imaginé que fuera una persona tan despiadada; una criminal, corrupta y asesina."-las lágrimas habían comenzado a bajar por sus blancas mejillas sin que ella se diese cuenta de esto.

"Ariana..."-la reprendió débilmente Verónica.
Altagracia se mantenía callada, con la cabeza perdida entre varios recuerdos del pasado y con los ojos empañados.

"¿Por qué?"-preguntó Ariana con la voz rota.
"¿Por qué me abandonaste? Yo puedo entender porque lo hiciste con Mónica: eras una adolescente, habían matado a tus padres, estabas llena de rencor y ella iba a ser el vivo recuerdo de lo que aquellos hombres te hicieron. Pero yo...¿Yo qué te hice para que te desasieras de mí? ¿Nunca te importé? ¿Sólo eres esa mala mujer que presentan en el noticiero, la 'viuda negra'?-sus gritos y sollozos aumentaron.

Altagracia ya no logró retener las lágrimas así que las dejó caer libremente, dolida en lo más profundo.

"Ya basta, Ariana. Esto no les hace bien a ninguna de las dos."-intervino Verónica.

"Me hace bien a mí. Necesito desahogarme, decirle todo lo que pensé decirle desde hace años...Y necesito saber sus razones. ¡Contéstame, Altagracia! ¿Por qué lo hiciste?

"No puedo, no estoy lista."-negó con la cabeza, con el corazón en pedazos.

"¿Y cuando lo estarás?"-preguntó Ariana con un suspiro.
"Necesito que me cuentes, por favor...Después, si quieres, te devolvimos la casa y todo y no sabrás nunca más de mí pero por una vez necesito saber la verdad, quitarme este peso de encima y poder vivir tranquila."-esta vez habló con más calma, pero con mucho dolor.

"Por favor, Altagracia. Ella tiene el derecho de saber la verdad, de saber su historia. Toda la vida ha estado mal por esto. Creo que le debes por lo menos esto: una explicación."-intentó animarla Verónica.

Altagracia suspiró y asintió, respirando hondo e intentando hacerse fuerza.
"Tenía veinticuatro años cuando quedé embarazada de ti. Fue...Fue un error de una noche con alguien que nunca volví a ver, ni siquiera me acuerdo su nombre. Yo en ese periodo estaba haciendo crecer la constructora, ya me decían la Doña, tenía bastante dinero y poder pero no era suficiente. Necesitaba más y más porque solamente con mucho poder hubiera logrado satisfacer mi sed de venganza e impedir que alguien más me pisotee de la misma manera como pasó en Veracruz. Estaba dura e implacable; muerta por dentro..."-mientras contaba todo, muchas lágrimas silenciosas le bajaban por las mejillas. Estaba realmente arrepentida de todo.
"No te lo voy a negar, no estuve para nada contenta con el embarazo...Naciste prematura, a las 27 semanas. Aún no estabas desarrollada suficientemente, tenías problemas en el corazón y con los pulmones. Me dijeron que tenían que mantenerte en el hospital, conectada a unas máquinas por un par de meses. Al principio iba a verte una vez a la semana con mi hermana, por su insistencia. Unas semanas después conocí a Felipe Valenzuela y ví que yo le gustaba. Él ya tenía una carrera en política y mucho dinero. Braulio era mi confidente y mi mano derecha. Me aconsejó que me casara con Felipe para ganar más riqueza y poder y me dijo que para ese plan una niña enferma de otro hombre sería solamente un estorbo. Yo pensé igual que él. Estaba tan vacía adentro y con tanto rencor que no logré amarte. Fui en el hospital para verte una última vez y pagué todos los gastos y tu tratamiento. Y te dejé allí. Le mentí a mi hermana y a todos los que sabían de ti, diciéndoles que habías muerto."-concluyó, quebrándose por dentro.

Las tres lloraban silenciosamente.
Altagracia se odiaba en aquel momento. Se sentía la persona más horrible sobre la faz de la Tierra.
"Perdóname...Te juro que he cambiado, ya no soy la misma."-le dijo al final.

Ariana suspiró y borró sus últimas lágrimas.
"Gracias por decirme la verdad."
Dió la vuelta y se fue, quedando apoyada detrás de una pared, sollozando y escuchando lo que Altagracia y Verónica iban a hablar.

"No entiendo como pudiste hacer eso."

"Jamás volvería a cometer ese error, abandonar a mis hijas...Antes pensé estar desanimada y sin instinto materno pero descubrí que lo tengo. Yo sé que tú y Ariana me odian pero..."

"Yo no te odio, Altagracia. Si no fuera por ti, ahora no sería la madre de esa niña tan increíble. Ella es lo más hermoso que me dió la vida."

Altagracia sonrió mientras por su mejilla bajaba otra lágrima.
"Gracias por haberla cuidado tan bien y por amarla tanto."

"¿Qué piensas hacer ahora?"

Altagracia levantó los hombros.
"No sé. Ella seguro me desprecia. No creo que querrá saber más de mí."

"Ella está muy dolida y es normal. Pero es una buena muchacha. De echo, si compré todas tus pertenencias y si ahora te las voy a devolver es porqué ella así me lo pidió. No es ninguna trampa, no hay ninguna venganza escondida detrás de esto. Además me rogó que te ayudáramos a recuperar tu identidad y a quedar en libertad."

"Ella...¿de verdad hizo todo eso por mí? Ni siquiera me conocía..."
Altagracia en ese instante se sintió aún más miserable.
"Ayúdame a que me perdone, que me deje conocerla."

"Lo haré; no porque tú te lo merezcas, sino porque creo que ella lo necesita. Y también creo que le haría bien conocer a sus hermanas y compartir con ellas."

Altagracia asintió.

"Pero te advierto algo: aunque la hayas parido, ella siempre será mi hija."

 Vino Leticia (La Doña 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora