27. Te amo, Altagracia

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"¡Luna! Baja un momento."
En un par de minutos la niña estaba allí. Se alegró al ver a Ariana y Verónica y se lanzó en sus brazos. Una leve sonrisa se dibujó sobre los labios de Altagracia, que poco después la cargó.
"Necesito contarte algo."

"¿Es un secreto?"

"No, pequeña traviesa. Es algo que nosotras tres ya sabemos y llegó la hora de que tú también lo sepas."
La niña la miró extrañada.
"Ariana es tu hermana."

"Pero...¿Cómo? Si tú eres solamente mi mamá."

Altagracia rió levemente, con pesar.
"No, no lo soy. Ella también es mi hija."

"Te equivocas. Ella tiene mamá y es Vero."

"Es...Es complicado Luna. No entenderías ahora. Ariana es tu hermana, acéptalo y ya."

"No entiendo. ¿Tengo una hermana y nunca me contaste? ¿Dónde estaba antes? ¿Por qué no vivió con nosotras en los demás Países?"

"Luna."-la reprendió Altagracia.
"Son demasiadas preguntas y quizás en su dado momento te las voy a contestar, cuando serás más grande. Ahora confórmate con saber eso: antes de ti tuve dos hijas. Una es Ariana y..."

"¿No tengo uno sino dos hermanas? ¡Wao! Tú sí que eres rara, mami. ¿Por qué no me contaste antes? ¿Y quien es la otra, me la presentas?"
Verónica y Ariana rieron.

"Ya la conoces, es Mónica. Y mañana nos vamos a despedir de ella porque se va a España."

"¿Cómo?"-preguntó Ariana.
"A mí no me había dicho nada...Tengo una hermana mayor con la que puedo compartir ¿y resulta que ella ya se va? Solamente tuvimos un mes a disposición..."

"Lo siento, a mí me lo dijo ayer y también me dejó un poco mal. Yo tampoco compartí mucho con ella."

"Pero, pero...¡me tienes a mí!"-dijo Luna con una gran sonrisa, bajando en el piso para abrazar a Ariana.
"¿No estás feliz?"

Ariana rió.
"Claro que sí, pequeñita. Y te prometo que siempre estaré para ti y siempre te cuidaré, seré una verdadera hermana mayor."
Se inclinó y abrazó a Luna, depositando un beso en su pequeña mejilla.
Una lágrima se deslizó por el rostro de Altagracia.

~~~
Pasaron algunos días. Verónica se hacía cargo de la constructora hasta que se iba a aclarar la situación legal de Altagracia, intentando mantener los inversionistas y los clientes que, debido al gran escándalo que tenía como protagonista a la Doña, eran muy difíciles de convencer.

Saúl se presentó en la tarde a casa de Altagracia.
"Hola."
Se balanceó sobre ella, besándole la mejilla y Altagracia no se retrajo.

"¿Qué te lleva por aquí?"

Saúl sonrió.
"Te prometí algo y logré cumplirlo, Altagracia: no habrá juicio; logramos declarar tu inocencia antes y hacerte quedar como una víctima que actuó en defensa propia. Estás completamente libre y puedes retomar las riendas de tu vida."

Una gran sonrisa se imprimió sobre los labios de Altagracia y su ojos se llenaron de luz y lágrimas. Su emoción era más que evidente.
"¿Es en serio?"

"Claro que sí."

Altagracia, sin esperar más, se lanzó en los brazos de Saúl y lo abrazó con fuerza, cerrando los ojos y apoyando la cabeza sobre su hombro. Varias lágrimas bajaban, debido a la tensión acumulada en todo ese tiempo. Se sentía feliz. Por fin la vida parecía hacerle justicia y ofrecerle un motivo de alegría.
"Gracias, Saúl. Te estaré para siempre agradecida."
Saúl se quedó callado, estrechándola fuertemente en sus brazos y acariciándole suavemente el cabello. Disfrutaba del placentero y fresco olor de Altagracia, de la suavidad de su piel y de esa cercanía.

Se separaron después de varios segundos, mirándose fijamente. Saúl se perdió en ese mar verde en el cual había aprendido a navegar hace mucho tiempo y ella cobró energía de esos ojos color café que la embriagaban por completo.
Despacio, sin dejar de mirarse, acoplaron sus labios en un cálido y lento beso que poco a poco cobró ritmo hasta convertirse en uno largo y apasionado, lleno de sentimientos.

"Te amo, Altagracia. Esta es la verdad más grande de mi vida: te amo a ti y a mi hija con todo mi corazón y deseo formar una familia con ustedes."

Altagracia dejó caer una lágrima que se detuvo sobre sus labios rojizos.
"Ay, Saúl..."

Diana, la nana de Luna, los interrumpió presentándose alarmada en el salón.
"¡Señora, señora!"-gritaba pálida.

"¿Qué pasa?"-preguntó Altagracia, mientras que un nudo se le formó en la garganta. Jamás había visto a esa mujer así en pánico.

"Luna...No está. La dejé un momento en su cuarto, estaba viendo una película. Y desapareció. No sé...La busqué en todas partes, incluso en el jardín y no la encuentro."

Amado y Verónica acudieron a los gritos.
"Pero es una niña. No pudo haber ido lejos. ¿Además por qué lo habría echo? Voy a pedir a los hombres que la busquen."-dijo la mujer.

Altagracia tenía el corazón a mil latiéndole en el pecho. Luna era lo más precioso y sagrado que tenía. Se desequilibró levemente y Saúl la invitó a sentarse.
"Tranquila, ella aquí tiene que estar. Quizás esté en algún armario o debajo de la cama...Sabes que a los niños les encanta jugar a estas cosas."

"¿Y Ariana? ¿Ella dónde está?"

 Vino Leticia (La Doña 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora