25. Aliados

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Mónica se apartó muy rápido del abrazo y se quedó mirándolas.
Altagracia besó la frente de sus otras hijas y se alejó.
"¿Todo bien? Te noto un poco distante."-indagó.

"¿Podemos hablar?"-le preguntó dudosa.

"Claro."

Juntas se fueron para un rincón de la habitación, para hablar a solas.
"¿Qué pasa?"

Mónica suspiró.
"No quisiera arruinarte este día. Sé que estás feliz..."

"Habla, Mónica."-la presionó.

"¿Volviste con Saúl?"-en su interior, deseaba con ardor que la respuesta fuese negativa.

Altagracia dudó un poco.
"No...Ni pienso hacerlo por el momento. ¿Por qué lo preguntas?"

Mónica cerró los ojos y tomó aire.
"Sé que te acostaste nuevamente con él."

Altagracia abrió los ojos como platos ante estas palabras.
"¿Pero cómo..."

"El licenciadito y su discreción."-contestó con ironía.
"Pensé que ya lo había superado, que no me molestaría saberlo junto a ti. Pero no fue así. Enterarme de eso, me dolió..."

Altagracia bajó la mirada, arrepentida.
"Mónica, yo..."

"No tienes que excusarte. Tranquila. Yo ya tomé una decisión: voy a irme del País. Me voy a España."

Altagracia quedó sorprendida.
"¿Pero cómo? ¿Por qué? Mónica, esta me parece una decisión muy precipitada. Se trata de tu vida y..."

"Justo porque se trata de mi vida. Necesito empezar de nuevo en algún lado donde no haya un pasado que me duela. Necesito encontrar mi camino. Quizás intentaré una carrera musical...No sé. Sólo sé que aquí no logro encontrar mi paz. Necesito que me apoyes en esta decisión."-le dijo esto último tomándole las manos y mirándola fijamente.

Altagracia la miró con ternura y dejó bajar una lágrima.
"Acabo de recuperarte; apenas estábamos empezando a construir una bonita relación y ya vuelvo a perderte. Perdóname, no he sabido ser una madre para ti."

"Mamá..."-suspiró Mónica con los ojos empañados.
"No digas esto. Por favor no me lo hagas más difícil todavía."

Altagracia tragó en seco. Aún no se acostumbraba a escuchar esa palabra tan bonita: mamá; pero cada vez que la oía era como una medicina para su corazón.
"Si estás segura que es lo que quieres, apoyaré tu decisión. Yo sólo quiero verte feliz, bonita."-dijo tomándole un mechón de cabello y jugando con ese.

"Gracias. Te amo, mamá."
Se volvieron a abrazar, con más fuerza que las veces pasadas.

~~~
Altagracia y Amado llegaron en la casa de ella con un camino de besos apasionados y provocativos.
Subieron de inmediato a la habitación y Altagracia le rompió los botones de la camisa, apresurándose a quitársela.

"Está usted muy impaciente, Doña."-le hizo notar él.
"¿O tendría que llamarte Vino Leticia?"

Altagracia sonrió pícaramente, tomó a Amado por el cabello y lo atrajo hacia ella.
"Cállate y bésame."
Dejó caer su cuello para detrás, dándole mejor acceso a la lengua de él.
Lo empujó en la cama, quedando arriba, con el sujetador aún puesto.
"¿Qué pasó con tu guerita? ¿No que la amabas demasiado y nunca la traicionarías?"

"Ella y yo ya no andamos. Soy un hombre completamente libre para ti. Confórmate con saber esto."
Le dió la vuelta, quedando encima de ella y tomando el control.
La desvistió completamente y se quedó por unos largos segundos a observarla, extasiado de tanta belleza.
Empezó a jugar con sus grandes senos lamiéndolos, chupándolos y acariciándolos, mientras ella se limitaba a tirarle el cabello y rasguñarle levemente la espalda.
Minutos después bajó a su parte inferior, con una enorme sonrisa estampada sobre los labios.
La besó con voracidad, introduciendo y moviendo su lengua como todo un experto.
Ella lo disfrutaba al máximo y se lo dejó saber con repetidos jadeos que salían involuntariamente de su garganta.
Unos minutos después su cuerpo se tensó y fue recorrido por una oleada de placer, llegando así a su primer orgasmo.
Amado disfrutó del sabor de sus fluidos, sin desperdiciar ninguna gota.
"Mmm, deliciosa."-proclamó lamiéndose los labios.
"Justo como te recordaba."

Altagracia mordió con provocación su labio inferior, sonriendo con satisfacción y orgullo al saber lo que ella provocaba en un hombre del tamaño de Amado.

Él le apartó con rapidez las piernas y entró de una sola embestida en ella, tomándola por sorpresa y haciéndole pegar un pequeño grito.
Le besó apasionadamente durante un largo tiempo. Sus cálidas lenguas estaban enredadas en un combate sin tregua.
Sus cuerpos se movían sincronizados, provocando que la cama bailara y sonara debajo de ellos.

Las embestidas fueron lentas y detenidas al principio, para que
Altagracia pudiera sentir toda la longitud y la grandeza del miembro de Amado.

"Muévete...Más...Rápido."-ordenó con la voz quebrada, entre jadeos.

Él rió y obedeció.
"A tus órdenes."

Cuando los dos terminaron se dejaron caer sobre la cama, exhaustos.
Él la atrajo hacia su pecho desnudo y ella se dejó abrazar por la espalda.

"¿Qué piensas hacer ahora con tu vida, Altagracia?"

Ella suspiró, sumergida entre sus pensamientos.
"No sé. A veces siento que estoy en una calle sin salida. No sé cómo reinventarme, cómo seguir adelante...Lo que sé es que tengo que hacerlo. Un País entero me odia, incluso alguien de mi propia familia. Lo único que me tranquiliza es saber que ahora ya no estoy sola. Tengo a mis hijas, ellas son mi fortaleza. También tengo a Verónica, ella ha sido como un ángel en mi camino. Y tengo a..."-Altagracia paró. No sabía si continuar y pronunciar ese nombre.

"¿Al abogado ese? Sí, se ve que babea por ti. Pero no lo olvides, Alta: también me tienes a mí. Aquí estoy para lo que sea. Somos los mejores aliados en cuestión de negocios y también en la cama, ¿no es así?"
Sonrió con picardía y le guiñó el ojo. Ella rió y asintió.

Poco a poca ambos quedaron dormidos, piel contra piel.

 Vino Leticia (La Doña 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora