Capítulo 36

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─Esto no fue lo que pedí ─menciona ella con una mueca de fastidio en su cara─. Dije claramente que sólo quería una ensalada de rábano y brócoli.

─Lo siento ─murmura, haciendo una reverencia─. Ya mismo le traigo lo que pidió.

Sus pies cansados se dirigen hasta la cocina para devolver el plato humeante de sopa y pedir el plato correcto. Allí, junto a la ventana que conecta ambos ambientes, Jin se permite resoplar por lo bajo y murmurar algunas maldiciones. Es una suerte que el castaño llegue a su lado luego de ello y le de un corto masaje en los hombros que lo hace sentir mucho mejor, más aliviado.

─Ánimo, ya casi acabas turno ─informa con una sonrisa honesta. Jungkook también luce cansado, pero se esmera en no aparentarlo y darle apoyo a cambio. Jin todavía no sabe qué diablos hizo en otra vida para merecer a un amigo así. No lo sabe.

─Sí ─susurra guardando la libreta pequeña en su uniforme.

La jornada ha sido demasiado pesada como para hacerle sentir incómodo en su propio uniforme, así que no puede anhelar otra cosa que llegar a su casa, tomar una ducha y permanecer desnudo toda la tarde. Probablemente también vea una película, sí. 

Con ello en mente y la energía renovada, Jin toma el plato de ensalada y se dirige a la mesa para depositarlo frente a la chica de cabello rubio, que murmura un "gracias" demasiado odioso para su gusto. Él le sonríe, porque está obligado a hacerlo y no puede simplemente devolverse a decirle que hay mejores maneras de tratar a las personas.

No es la primera vez, de todos modos. El azabache debe enfrentarse a comensales desagradables más seguido de lo que le gustaría. Es una mierda injusta, pero la mayor parte del tiempo su trabajo lo orilla a evitar los conflictos y cederles la razón, incluso si no la tienen. Afortunadamente, no siempre es así. Jin también tiene el gusto de atender personas amables y respetuosas que le sonríen ante la más mínima atención.

La señora Lily es una de sus favoritas y tiene casi 80 años. Él no recuerda cuando fue la primera vez que la atendió, pero desde entonces la mujer ha asistido todas las tardes, sin falta alguna, y pide un postre de limón. Jin se ocupa de ella siempre que puede, porque ella misma le ha solicitado que lo haga cuando tiene turno y porque a él le gusta hacerlo. La mujer es una de sus mejores partes del día, sobre todo cuando entablan charlas cortas sobre sus cuatro gatos: Agatha, Coco, Mila y Prada.

Sus manos se sienten ligeramente agrietadas y secas cuando se dirige a la caja para terminar el turno y cobrar algunos platos, pero Jin les resta importancia y trata de concentrarse en el trabajo. Cuando son las 12:00, el azabache le encarga la caja a otra persona y se dirige al cambiador para poder deshacerse del uniforme. Jungkook lo sigue y ambos se cambian en medio de charlas sobre el aumento de los precios del menú y la remodelación que el lugar tendrá en el próximo mes.

Una vez afuera, el frío de la ciudad golpea sus mejillas y los obliga a meter las manos en los bolsillos de sus abrigos. Allí no hay nadie esperando por ninguno, ni siquiera Taehyung. Jin no hace ninguna pregunta al respecto porque no quiere ser entrometido, pero ambos caminan tranquilamente sobre la acera y deciden tomar algo en la nueva cafetería de la calle.

El chico de cabello naranja que atiende el establecimiento llama la atención de ambos casi de manera automática, así que no pueden evitar codearse tontamente cuando camina hasta ellos para tomar su orden, que consiste en un cappuccino y dos postres de chocolate recomendados por el mismo mesero.

─Idiota ─susurra Jin, cuando el chico desaparece de su campo de visión. Sus ojos no pueden evitar viajar a través del ambiente cálido y las decoraciones antiguas que adornas las paredes del lugar.

Las flores del cuarto piso - NamjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora