Capítulo 26

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Ha sido extraño. Volver a Seúl se ha sentido extraño y reconfortante.

Jin ha echado de menos cada cosa de la ciudad: su gente, sus calles, el tráfico apretado... pero no puede evitar también extrañar Busan y la compañía cálida de los padres de Jungkook. El techo azul le ha devuelto la mirada con amabilidad estos días, lo que hace que dormir no sea un suplicio. No se siente del todo satisfecho, pero la confianza ha vuelto a acompañarlo y lo anima a salir de la cama.

Han pasado casi tres semanas y su trabajo está de vuelta, con su dinámica rápida y ajetreada. Jungkook ha vuelto también a clases y con ello han regresado las fotocopias desordenadas al casillero del restaurante.

Desde que llegó, su apartamento no ha sido ocupado como antes. En primer lugar, porque se quedó en la casa de sus padres algunos días y porque luego de ello, comenzó a dormir en el apartamento de Jungkook. El asunto se dio gracias a que se quedó una noche para ayudarle con un proyecto, hasta que finalmente su estadía en el lugar se convirtió en rutina. De todos modos, el trabajo en el restaurante tampoco le ha dado tiempo para permanecer en algún lugar de manera constante. Sus turnos se han alargado y son nocturnos en su mayoría, exceptuando algunos días en que debe madrugar para la apertura del lugar.

Namjoon no ha aparecido en ningún lado y Jin ya no se detiene a observar la puerta contigua cuando arriba o abandona su apartamento. Claro que le echa un vistazo de vez en cuando, pero sus ojos ya no se estancan, ya no se quedan esperando cosas que no llegarán.

«Sólo es una puerta», repetía constantemente cuando volvió a Seúl.

Ya no se lo repite, ahora sólo pasa de largo.

No pudo evitarlo los primeros días. Jin simplemente fue incapaz de poner a trabajar sus sentidos en la búsqueda de algún ruido, alguna señal al otro lado de la pared. Nunca escucho nada, como si su vecino jamás hubiese estado allí. Como si el apartamento de al lado siempre hubiese estado vacío, con un eterno cartel de "se vende". Pese a la extrañeza del asunto, el azabache creyó que era mejor de ese modo. Aún lo cree.

Son casi las 5:00 de la mañana cuando logra estar totalmente listo. Se arregla el cabello frente al espejo y palpa rápidamente su bolsillo para asegurarse de que sus llaves están allí. Afuera hace frío, por lo que no duda en aferrarse aún más a la bufanda verde militar que cubre su boca y nariz.

Sus pies consiguen llevarlo hasta el restaurante, en donde el hombre que tiene como jefe lo espera con un abrigo muchísimo más grande que el suyo. Jin lo ayuda a abrir el establecimiento y a poner en su sitio las sillas y mesas apiladas en el fondo del lugar. Es un trabajo relativamente sencillo, pero la baja temperatura de la ciudad hace que todo sea mucho más difícil de llevar a cabo. Luego de un buen tiempo en dónde logra obtener algo de calor, las puertas del sitio se abren y los comensales comienzan a llegar.

La jornada comienza bien, con algunas personas ocupando mesas para tener un buen desayuno. Jin las atiende con paciencia, con la tranquilidad que solo esas horas de la mañana pueden darle. Es el único mesero disponible, pero es suficiente para la poca cantidad de gente que ha llegado. Sin embargo, hacia el mediodía, los clientes comienzan a aumentar. Jungkook hace presencia en el lugar y se pone su uniforme rápidamente para comenzar a ayudar. Hay otros dos meseros más, así que Jin ocupa el lugar de la caja.

La mujer de edad avanzada que acaba de despachar le da una amable sonrisa antes de atravesar la puerta del lugar y los ojos del azabache la siguen hasta que finalmente desaparece. Su vista se queda allí por algunos segundos, hasta que por la puerta entra una persona que conoce bien, pero cuya aparición en el lugar le sorprende. El chico toma asiento sin percatarse de su presencia en la caja, pero luego su mirada se posa sobre la de Jin y no hay marcha atrás.

Las flores del cuarto piso - NamjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora