La Voluntad de Fuego

6. Cerezas frescas

Sasuke

Luego de llevar a la asustada amiga de Sakura hasta su casa regresé a su apartamento.

Al timbrar preguntó con voz temblorosa quien era, antes de abrir una rendija, comprobar y luego abrir.

Estaba aún pálida y se abrazaba a ella misma.

Sakura: Voy a mandar a poner una de esas cosas para mirar la persona que está en la puerta

Me acerqué a ella sin pensarlo y la abracé, había deseado hacer esto todo el día para sentirla por fin a salvo y ella empezó a sollozar.

Sasuke: Shhh... shhh... tranquila. Ya pasó todo –Susurré–

Verla tan descompuesta me hace enojar de nuevo, bajo la mirada y la quemadura en su piel me hace sentir culpable. Si ella no me conociera nunca habría estado en peligro.

Sakura: Después de todo lo que pasamos, ¿Cómo es posible que haya abierto mi puerta tan fácilmente?

Sasuke: Estás en tu casa, te sentías segura y nunca pensaste que algo de eso te persiguiera hasta acá

Se retiró un poco para secar sus lágrimas.

Sakura: De ahora en adelante tendré más cuidado

Sasuke: Si –Pasé mi pulgar por su mejilla para acabar de retirar la lagrima que quedaba– Es eso o te podrías quedar en mi apartamento que es más seguro

Su expresión de sorpresa al menos hizo que dejara de sollozar.

Sakura: –Resopló– No estoy para bromas

Sasuke: Y esto no lo es

Sakura: Apenas si nos conocemos... –Bajó su voz y su mirada–

Sasuke: Podemos irnos conociendo –Mi vista directa a sus rosados labios que tiene separados– y no hay un manual que diga cuantas citas se deben tener antes de que una pareja se vaya a vivir juntos

Tengo que tocar sus labios, sé que esto está mal pero en verdad necesito sentirlos, así que paso mi dedo por ellos para saciar este afán pero empeora porque ella sube su mirada hasta la mía, y el tomento aumenta al enfocarme en esos bellos ojos verdes. Mi piel quema en donde la toqué. Sus labios son suaves, tienen una perfecta humedad y no puedo evitar dejar mi pulgar allí, no puedo evitar volver a mirarlos e introducirme un poco en su boca.

Paso saliva.

No sé si es un gesto premeditado o uno accidental pero ella me roza con su lengua.

Mi boca se hace agua de las ganas de probarla, de robar sus suspiros, de sentir su respiración en mis labios, respiración entrecortada porque está agitada, al igual que yo.

Lentamente bajo mi rostro hasta sentir su aliento, increíblemente cuando la pruebo ella sabe a cerezas, no sé cómo eso es posible, pero sabe a cerezas frescas y la poseo.

Es demasiado exquisita, deliciosa y me vuelvo codicioso. Cuando separa sus labios decido explorarla por completo, saborearla, adorarla. Sakura pasa de abrazarme a exigirme más cuando mete sus dedos en mi cabello.

Lo poco que compartimos en El País del Viento no se compara a lo que deseo ahora.

Mi pelirrosa...mía... si me volviera a llamar aunque fuera una trampa no dudaría en caer.

Retiro mis labios para posarlos en su cuello, ella gime y alcanzo a mirarla, está con sus ojos cerrados, su boca entreabierta y mejillas sonrosadas, toda una visión para mí.