7. Dame aunque sea un poco de tu luz

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Hola... Ya saben que cuando dispongo de mas tiempito logro hacer mas capítulos. Eso me pone felizzzz.

Hoy les traigo un poco mas de esta historia y un reto, al final hay una frase que ya había usado antes... ¿La pueden detectar y decirme cuando la había puesto?

Espero que les guste el capítulo!!!!


Sai

Hacía una semana del último trabajo y sin algo mejor que hacer en las noches estoy durmiendo en la casa de esa mujer: Ino YamanaKa

Son las 7:30pm y como siempre regresa de su trabajo. La seguí un par de veces y pude averiguar que tiene una floristería a unas calles de aquí. Sí, ese trabajo cuadra perfecto con su estilo.

De nuevo me cuelo fácilmente y aquí estoy esperando atrás de la pared de su recámara a que se acueste. Tiene una rutina bien organizada, algo monótona pero me agrada. Ella me da una sensación de tranquilidad.

Al igual que cada día se cambia, lava sus dientes y apaga la luz. Yo escucho atento y sé que después de un buen rato de que no haya ruido lograré conciliar el sueño en esta misma posición. Cualquiera diría que es incómodo, pero yo no, de hecho desde que tengo memoria he dormido mejor aquí sentado que en el sótano de Madara. Todo por las malditas pesadillas que tenía a diario, aunque nunca las recordaba con exactitud, hacían que me levantara sudoroso y asustado.

Hace por lo menos unos cuarenta minutos que apagó y ya el sueño empieza a llevarme, pero de pronto un sonido alerta mis sentidos, viene de dentro de la habitación, es un ruido muy bajo pero estoy seguro de que son pasos, se escucha amortiguado pero lentamente me levanto y me alisto para lo que sea. Por suerte las luces provenientes de la calle están a mi favor así que a pesar de estar detrás de la pared logro distinguir una silueta que se acerca a la puerta, noto por la difusa sombra que tiene algo en la mano.

Lentamente me agacho para sacar el cuchillo que tengo en la bota y lo tomo del mango decidido.

Está a unos tres pasos, dos, uno... una reacción rápida, instintiva, hace que esquive un bate de madera y me coloque detrás de mi atacante ayudado porque le llevo unos quince centímetros de altura. Estoy justo detrás de su cuello con el cuchillo apuntando directamente. Escucho como suelta el bate y este rebota en el suelo.

Con el terreno ganado y la ventaja ya me concentro en averiguar de quien se trata. Quiero saber qué persona iba a atacar a esa mujer. Pero para mi sorpresa es a ella a quien estoy sujetando.

Retrocedo un par de pasos consciente de que ya no sirve esconder mi presencia, la llevo conmigo en esa posición y prendo la luz del corredor.

Sai: ¿Por qué querías atacarme?

Ino: Porque estás en mi casa

Sai: Cómo...

Ino: ¿Cómo noté que estabas aquí?

Sai: Si

No soy engreído en pensar que soy un elemento muy bien entrenado y no he dejado huellas de mi presencia en esta casa, así que sí, quiero entender cómo esta simple mujer lo supo.

Ino: Sai, suéltame por favor y te lo digo

Sai, de nuevo ese nombre. Bajo lentamente el cuchillo y la suelto. Ella retrocede un par de pasos para alejarse de mi, pero extrañamente no corre ni nada, sólo se voltea cautelosa. Me imagino que sabe que si tratara de escapar yo sería muchísimo más rápido, no tiene posibilidades.

La Voluntad de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora