CAPÍTULO 21

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El desayuno con mi padre y Laura se me hace eterno. Ella no para de sacar a relucir mi « noche salvaje», y aprovecha la menor oportunidad para preguntarme si estoy cansada o si tengo resaca. Es cierto que lo de anoche no es propio de mi, pero no necesito que me lo recuerde constantemente. ¿Siempre ha sido así? Sé que sólo quiere lo mejor para mí, pero a lo mejor el hecho de haber pasado una semana lejos de casa me ha dado una nueva prespectiva de ella.

-¿Adónde vamos de compras?- peegunta mi padre entre un bocado y otro de tortitas, y yo me encojo de hombros.

-Podríamos ir al centro comercial que está a una manzana de aquí. Todavía no conozco muy bien la zona- les digo cortando los últimos trozos de mi comida.

-¿Has pensado ya en dónde quieres trabajar?- peegunta mi padre.

-No estoy segura. Ojalá encontrara algún contrato de prácticas o algo relacionado con el baile y actuación- les digo, y mi padre sonríe con orgullo al oírme.

-Sí, sería fantástico que encintrases algún sitio donde pudieras trabajar hasta que terminaras la facultad y que después te contraten a tiempo completo- responde sonriendo de nuevo.

Al levantar la vista de mi plato veo una cabellera castaña a lo lejos y mi mente no puede no pensar en Calle y me quedo parada un instante. Laura se percata de que estoy mirando algo a lo lejos, y me mira con ojos interrogantes.

Tengo que dejar de pensar en Calle. De inmediato. Le sonrío a Laura y tiro de su mano para besársela.

Después de desayunar, vamos en coche al centro comercial, que es enorme y está atestado.

-Yo voy a entrar ahí, os llamaré cuando haya terminado- nos dice mi madre.

Laura me coge entonces de la mano de nuevo y entramos en unas cuantas tiendas. Me habla de todo lo que está pasando en mi antigua ciudad. Yo le escucho con interés y le digo lo estupendo que suena todo.

-Estás muy guapa hoy- la piropeo, y ella sonríe.

Se sonrisa blanca y perfecta es adorable. Lleva puesta una chaqueta granate, unos pantalones caqui y unos zapatos planos. Sí, la verdad es que viste bastante aburrido y, en cierta forma, encaja con su personalidad.

-Tú también, Poché- dice, y me encojo.

Sé que tengo un aspecto horrible, pero es demasiado educada como para decírmelo. A diferéncia de Calle. Ella me lo diría sin pensarlo dos vezes. «Uf, otra vez Calle...»Desesperada por quitarme de la cabeza a doña Grosera, tiro del cuello de la chaqueta de Laura en mi dirección. Cuando me dispongo a besarla, ella sonríe pero se aparta.

-¿Qué haces Poché? Nos está mirando todo el mundo- dice, y señala a un grupo de adultos que se están probando gafas de sol en un puesto.

Me encojo de hombros con are juguetón.

-No es verdad. Además, ¿qué más da?- lo cierto es que ne da igual. Normalmente sí me importaría, pero hoy necesito que me bese- Bésame, por favor- prácticamente le ruego.

Debe de haver visto la desesperación reflejada en mis ojos, porque me levanta la barbilla y me besa. Es un beso tierno y lento, sin apremio. Su lengua apenas toca la mía, pero es agradable. Es familiar y cálido. Espero que el fuego se encienda mi interior, pero no sucede.

No puedo comparar a Laura con Calle. Laura es mi novia, a la que quiero, y Calle es una imbécil que se acuesta con un montón de chicas.

-¿Qué te pasa?- bromea ella cuando intento pegar su cuerpo al mío.

Me pongo colorada y niego con la cabeza.

-Nada, es que te echaba de menos, eso es todo- respondo. «Ah, y anoche te puse los cuernos», añade mi subconsciente. Descarto esos pensamientos y digo- Pero, Laura, ¿puedes dejar de contarle a mi padre todo lo que hago? Me incomoda mucho. Me encanta que os llevéis bien, pero me siento como una niña cada vez que, básicamente, te chivas de mí.

Me siento aliviada al haberme quitado ese peso de encima.

-Poché, lo siento muchísimo. Sólo estaba preocupada por ti. Te prometo que no volveré a hacerlo. De verdad. Y siento muchísimo también haberte chillado antes- me pasa el brazo sobre los hombros y me besa la frente. La creo.

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El resto del día transcurre mejor que la mañana, principalmente porque mi padre mi padre me lleva a un salón de belleza, donde me escalan un poco el pelo. Sigo teniéndolo largo, pero el nuevo corte le da más volumen y ahora también está mucho más bonito el color azul. Laura no para de regalarme los oídos durante todo el trayecto de vuelta a la residencia. Me despido de ellos en la puerta y prometo una vez más que me mantendré alejada del geupo de Matu. Cuando llego a mi cuarto, me siento algo decepcionada al encintrarlo vacío, aunque no estoy segura de si esperaba ver a Matu o a otra persona.

Ni siquiera me molesto en quitarme los zapatos cuando me tumbo en la cama. Estoy demasiado agotada, y necesito descansar. Duermo durante toda la noche y no me despierto hasta el mediodía. Al hacerlo, veo que Matu está durmiendo en su cama. Salgo a comer y, cuando vuelvo, ya se ha ido. El lunes por la mañana todavía no ha regresado , y empiezo a sentir una gran necesidad de saber que ha estado haciendo durante todo el fin de semana.

Y llegaste tú... [CACHÉ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora