CAPÍTULO 70

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Maratón 5/7

Me doy una ducha rápida y me cambio de ropa a pesar de que voy a ensuciarme en el invernadero con Andrés. Calle me espera pacientemente, curioseando mi cajón de la ropa interior para entretenerse.

Cuando he terminado, me dice que coja ropa para pasar otra noche con ella y eso me hace sonreír. Pasaría con ella todas las noches, si pudiera.

En el trayecto de vuelta, le pregunto:

-¿Quieres que vayamos a recoger tu coche y lo llevemos a casa de tu madre?

-No, no hace falta. Estaré bien siempre y cuando dejes de serpentear por la carretera.

-¿Perdona? Soy una conductora de primera- digo a la defensiva.

Hace un gesto de burla pero no dice nada.

-¿Cómo es que te decidiste a comprarte un coche?

-Por las prácticas, y porque aunque no me guste mucho conducir no quería tener que coger el autobús o depender de que otros me llevaran a todas partes.

-Ah... ¿Fuiste tú sola?- pregunta mirando por la ventanilla.

-Sí... ¿Por?

-Simpre curiosidad- miente.

-Estaba sola. Ese día fue horrible para mí- le digo, y ella se encoge en el asiento.

-¿Cuántas veces has quedado con Mario?

«¿A cuento de qué viene eso ahora?»

-Dos veces: salimos a cenar y a ver una película y a la hoguera. No tienes nada de qué preocuparte.

-¿Sólo te ha besado una vez?

«Uy...»

-Sí, sólo una vez. Además de... la que viste. ¿Podemos cambiar de tema? ¿Acaso te pregunto yo por Paula?- salto.

-Vale, vale. No nos peleenos. Creo que nunca habíamos pasado tanto tiempo sin sacarnos los ojos, a ver si no lo estropeamos- dice, y me coge la mano. Dibuja pequeños círculos con el pulgar sobre mi piel.

-Está bien- asiento, aunque todavía estoy un poco molesta. El recuerdo de Paula en su regazo me pone mala.

-Vamos, Poché... No te pongas de mal humor- se echaba reír y me hace cosquillas.

No puedo evitar una risita nerviosa.

-¡No me distraigas, que estoy conduciendo!

-Es probable que éste sea el único momento en que no me vas a dejar que te toque.

-Ya te digo. No te lo creas tanto.

Nuestras risas se mezclan en el coche y es un sonido adorable. Pone la mano en mi muslo y lo acaricia arriba y abajo con sus dedos.

-¿Estás segura?- su voz me hace cosquillas en la piel. Mi cuerpo responde a ella al instante. Se me acelera el pulso. Trago saliva y asiento. Suspira y retira la mano- Sé que no es verdad... Pero prefiero que no te salgas de la carretera. Tendré que esperar a hacer que gimas.

Le lanzo una mirada aplastante, roja como un tomate.

-¡Calle!

-Perdona, bebé.

Sonríe y levanta las manos poniendo cara de inocente. Luego mira por la ventanilla. Me encanta que me llame bebé. Laura y yo pensábamos que todos esos apelativos cariñosos que usa la gente eran demasiado juveniles para nosotras pero, viniendo de Calle, la sangre me hierve en las venas.

Y llegaste tú... [CACHÉ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora