CAPÍTULO 28

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-Supongo que no es tan antipática- dice Laura cuando la puerta se cierra.

Me entra la risa nerviosa.

-¿Qué?

Al ver que me mira con una ceja alzada, continúo:
-No pasa nada, es que me sorprende que digas eso- miento pegada a su pecho.

La tensión que inundaba el ambiente hace unos minutos ha desaparecido.

-No estoy diciendo que me gustaría ser amiga suya, pero es bastante agradable. Supongo que le juzgue antes de tiempo.

-Calle no sabe lo que es ser amable- digo, y Laura se ríe y me rodea con los brazos.

Si supiera las cosas que han pasado entre nosotras, que nos hemos besado, cómo gemí su nombre cuando ella...

«Joder, Poché, vale ya»

Levanto la cabeza y beso a Laura en la mandíbula. Ella sonríe. Quiero que me haga sentir como me hace sentir Calle. Me incorporo y me giro para mirarla. Le agarro el rostro entre las manos y pego los labios a los suyos. Su boca se abre y me devuelve el beso. Sus labios son suaves..., como su beso. No es suficiente. Necesito el fuego, necesito la pasión. Coloco las manos en su cuello y me monto sobre su regazo.

-Espera Poché, ¿qué estás haciendo?- pregunta, e intenta apartarme suavemente.

-¿Qué? Nada, sólo... quiero que nos besemos, supongo- digo, y bajo la mirada.

No suelo mostrarme tímida delante de Laura, pero éste es un tema del que no solemos hablar.

-Vale- dice, y la beso otra vez.

Siento su calidez, pero no las llamas. Empiezo a menear las caderas con la esperanza de avivarlas de alguna manera. Sus manos descienden hasta mi cintura, pero me la agarra para detener mis movimientos. Sé que habíamos decidido esperar hasta el matrimonio, pero sólo nos estamos besando. Le cojo las manos, se las aparto y continúo moviéndome contra ella. Por más que intento besarla con más intensidad, su boca permanece blanda y tímida. Noto que se excita, pero no hace nada al respecto.

Sé que estoy haciendo esto por razones equivocadas, pero en estos momentos me da igual, sólo necesito saber que Laura puede hacerme lo mismo que Calle.

«En relaidad no es a Calle a quien deseo, sino la sensación...,¿verdad?».

Dejo de besarla y me aparto de su regazo.

-Esto ha estado bien, Poché- sonríe y yo le devuelvo el gesto.

«Ha estado bien». Es tan prudente, demasiado... pero la quiero.

Pulso la tecla «Play» para seguir viendo la película y, al cabo de unos minutos, empiezo a quedarme dormida.

-Tengo que irme- dice Calle mirándome con sus ojos avellana.

-¿Adónde?- no quiero que se vaya.

-Me alojaré en un hotel cercano, volveré por la mañana- explica, y después de mirarla durante un momento, su rostro se transforma en Laura.

Doy un brinco y me froto los ojos. Laura. Es Laura. En ningún momento ha sido Calle.

-Te estás durmiendo, y no puedo quedarme a pasar la noche aquí- dice Laura con ternura, y me acaricia la mejilla.

Quiero que se quede, pero ahora tengo miedo de lo que pueda ver o decir en sueños. De todos modos, es evidente que Laura considera que no es de personas decentes quedarse en mi habitación. Calle y Laura son polos opuestos. En todos los sentidos.

-Vale, gracias otra vez por venir- digo, y ella me besa suavemente la mejilla antes de deslizarse por debajo de mí.

-Te quiero- dice.

Y llegaste tú... [CACHÉ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora