CAPÍTULO 48

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Andrés sonríe agradecido cuando me ofrezco a ayudarlo con los platos, y parece sorprenderle un poco que lo haga. Lleno el lavavajillas mientras él friga las fuentes. Me doy cuenta de que la vajilla parece recién estrenada, y pieso en el estropicio que Calle causó la otra noche. Puede llegar a ser muy cruel.

-Si me permites la pregunta, ¿cuánto tiempo llevais saliendo Calle y tú?

Haciendo lo posible por evitar el tema de salir juntas, digo:

-Nos conocemos desde hace un mes más o menos; ella es amiga de mi compañera de habitación, Matu.

-Sólo conocemos pocos amigos de Calle. Tú eres..., bueno, eres distinta a los demás.

-Sí, somos muy diferentes.

Los relámpagos destellan en el cielo y la lluvia comienza a golpear las ventanas.

-Vaya, está cayendo una buena ahí fuera- señala, y cierra la pequeña ventana que hay frente al fregadero- Calle no es tan mala como parece- dice entonces, aunque en realidad da la impresión de que se lo está recordando a sí mismo- Lo que pasa es que se siente herida. Me encantaría creer que no será así siempre. Debo decir que me ha sorprendido mucho que viniera hoy, y creo que ha sido gracias a tu influencia sobre ella.

Cogiéndome desprevenida, se acerca a mí y me abraza. Sin saber muy bien qué decir, le devuelvo el abrazo. Al separarse, mantiene sus manos sobre mis hombros.

-De verdad, gracias- dice, y acto seguido se aparta un poco de mi.

Es demasiado amable como para decirle que no tengo influencia alguna sobre Calle. Simplemente ha venido esta noche porque quería fastidiarme. Cuando acabo de llenar el lavavajillas, miro por la ventana y me fijo en las gotas de lluvia que se deslizan por el cristal. Cabe destacar que Calle, que odia a todo el mundo menos a sí misma, y quizá a su padre, tiene a toda esta gente que de preocupa por ella, y sin embargo, se niega a preocuparse por ellos. Es afortunada por tenerlos..., de tenernos. Sé que soy una de esas personas. Haría cualquier cosa por ella; aunque lo niegue, sé que es verdad. Yo no tengo a nadie, excepto a Laura y a mi padre, y ni siqueira los dos juntos se preocupan tanto por mí como el futuro padrastro de Calle se preocupa por ella.

-Voy a ver a Mafe. Estás en tu casa- me dice Andrés.

Asiento y decido ir a buscar a Calle, o a Johann, al primero que encuantre.

No veo a Johann por ninguna parte de la planta baja, así que subo la escalera y me dirijo a la habitación de Calle. Si no está arriba, supongo que iré a sentarme abajo yo sola. Giro el pomo, pero la puerta está cerrada con llave.

-¿Calle?- intento hablar bajito para que nadie pueda oírme.

Golpeo la puerta con los nudillos, pero no oigo nada. Cuando me dispongo a darme la vuelta, do oye el ruido de la cerradura y abre la puerta.

-¿Puedo pasar?- le pregunto, y asiente una vez y abre la puerta lo justo para que entre.

Corre la brisa por la habitación y el fresco olor de la lluvia entra por el ventanal. Calle se aleja y se sienta en el baco empotrado lavantando las rodillas. Se queda mirando el exterior, pero no me dice una sola palabra. Tomo asiento frente a ella y espero mientras el constante ruido de la lluvia crea una malodía relajante.

-¿Qué ha pasado?- me decido a preguntar. Cuando me mira con cara de frustración, le explico- Abajo, quiero decir. Me estabas dando la mano y... ¿por qué la has retirado?- me avergüenza el tono de desesperación de mi voz. Sueno un poco pesada, pero las palabras ya están dichas- ¿Es por las prácticas? ¿Es que no quieres que las haga por algo? ¿Porque te ofreciste tú antes a ayudarme?

Y llegaste tú... [CACHÉ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora