Regalo de bodas

220 16 0
                                    

Meghan

Habían pasado ya dos semanas desde que Pudín estaba conmigo, era el cachorro más lindo del mundo, siempre había querido un perro, pero como mi familia se la pasaba viajando nunca pudimos tenerlo.

Todos le conocían ya, porque no parábamos en la casa, siempre lo llevaba conmigo para tenerlo controlado con los medicamentos, así que mis coches y el apartamento estaban llenos de juguetes, mantas, protectores, platitos para agua y comida. Le había comprado una cama enorme que estaba en el salón, aunque el prefería mi sofá cosa que no le negaba porque sabía como conquistarme con sus hermosos ojos azules, mi bebé había sacado mis ojos, bueno no tan así los míos eran más claros y grises pero de igual forma tenía unos ojos lindos y sabía ponerlos cuando quería algo como dormir conmigo, siempre con cuidado de no lastimarlo, aunque era algo inquieto con sus juguetes y siempre tenía que estar pendiente por si se golpeaba; por suerte estaba evolucionando bastante bien, era un pequeño muy fuerte y yo estaba feliz de tenerlo conmigo.

Estaba dormido en el sofá mientras yo preparaba mi mochila y la de él, si tenía su propia maleta para llevar sus cosas, sé que soy demasiado consentidora pero me ha ganado. La puerta de la entrada se abrió, asome mi cabeza con un sándwich en mi mano y vi a Chase entrar con un par de cafés helados, él es el único que tiene una llave extra del apartamento así que llega cuando se le da la gana.

- Te he traído cafeína para poder soportar a la fiera – me dice tirándose en el sofá y alargando su mano para que tome el vaso.

- Gracias viejo, tú si sabes como conquistarme – hago mirada coqueta y el rueda los ojos divertido.

- ¿Llevaras a Pudín con nosotros?.

- Pues claro, él es nuestro fan número uno – sonrío de buena gana dándole un sorbo al café, oh bendita cafeína mañanera.

- Deberías dejarlo descansar, creo que puede quedarse aquí.

- ¿Cómo se te ocurre que dejare a Pudín tirado, indefenso y sin cuidados todo el día? – lo miro dramática y el ríe – además es mi guardián por si la loca quiere tirarme otra cerveza – sonrió orgullosa y me cruzo de brazos.

- ¿Ah si? – Chase me ve incrédulo.

- Sí, mira ¡Pudín ataca! – le ordeno, pero él solo se levanta perezosamente y se acomoda en las piernas de Chase para que lo acaricie, menudo traidor consentido.

- ¡Joder, me ha atacado un perro agresivo! – Chase se ríe a carcajadas mientras Pudín esta de lo más cómodo nuevamente para dormir.

- ¿Tendremos qué pasar por Sal?.

- No, creo que ella llegará al lugar, por cierto, ¿ya has pensado cómo nos organizaremos con todo los equipos?.

- ¿Por qué lo dices?.

- ¿No te has asomado al chat, cierto?

- Nop – lo veo divertida y él frunce el ceño.

- Tom nos pidió permiso para darle tu número a Charlotte, quiere hablar personalmente contigo porque el espacio es pequeño y quiere saber cómo podemos solucionarlo.

- Ese no es mi problema – me encojo de hombros – nosotros simplemente llegamos tocamos y nos largamos de ahí.

- ¿Por qué has estado huyendo? – me ve con la ceja alzada.

- No estoy huyendo, solo no quiero hablar con ella, eso es todo.

- Ella ha estado muy amable contigo últimamente, y en los ensayos ha estado bastante bien.

La tentación antes de llegar al altarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora