Los Dweryhouse

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Charlotte

Había pasado una semana desde que vi a Meghan, no había sabido nada de ella más allá de los tabloides de farándula que les hacían muy buenas criticas con su nuevo sencillo y los próximos conciertos que se les venían encima cuando lanzaran su nuevo álbum.

Había sido tan idiota que a estas alturas no le había pedido su número, y también era cobarde porque no me atrevía a pedírselo a Tom, pero algo dentro de mi no me dejaba tranquila porque ella se había portado de maravilla conmigo, y yo había sido una completa idiota con todo lo que la había hecho pasar.

El día que fuimos al hotel, Meghan se separo de nosotras para llevar a Pudín a la playa, cuando vimos uno de los salones con vista al mar, la vi correteando con el cachorro como una niña, me gustaba verla así, era realmente dulce con el pequeño perro que trataba de correr en la arena aún con sus patitas vendadas. Había conocido ese amor por los animales de su parte y era algo que me daba mucha ternura, quizá por el hecho de que a mí también me encantan los animales y verla así de feliz con el cachorro que ella misma rescato y cuido, era genial.

Había planeado invitarla a comer algo, pero no sabía nada de sus gustos y me daba miedo no acertar, ya había tenido demasiados altercados como para llevarla a un lugar que no fuese de su agrado o algo por el estilo, pero debía hacer algo sobre todo mañana sábado que llegaban a ensayar.

Por lo pronto me quería enfocar en la cena de esta noche, Joseph había viajado desde la semana pasada por negocios y ahora volvía por fin, así que había reservado en un restaurante una mesa privada para poder llevarle y contarle la noticia del hotel y como iban los preparativos para la boda, estaba realmente ilusionada y me había encargado de cada detalle, había mandado a pedir la botella de whiskey escocés favorita un the Macallan de 18 años, era un trago bastante costoso pero sabía que Joseph lo apreciaría, había reservado en ese lugar específicamente porque era uno de los más exclusivos y tuve una suerte enorme de encontrar reserva ya que al menos debes hacerlo con un mes de anticipación, así que las cosas estaban listas para esta noche.

El día en la oficina fue ajetreado, pero el caso de Benoit iba bastante bien, por el momento era el que más tiempo demandaba pero cuando pudimos resolverlo en aquella fiesta las cosas se habían aligerado bastante, por lo que ahora solamente se reducía a hacer las vueltas necesarias para el papeleo, las transferencias de dinero y todos los detalles que requerían para retirar la demanda y cerrar el caso.

Todos esos asuntos el propio Benoit me pidió que los hiciera personalmente por lo que debía apurarme para que todo estuviese como él lo solicito y sería un caso más en mi carrera que había finalizado en buenos términos, así que ese whiskey también lo merecía yo por ser una de las mejores abogadas del bufete.

La reserva era a las ocho, Joseph llegaría ahí a la hora, llegaría directo del aeropuerto como le había pedido aunque él odiara hacer eso, pero era una ocasión especial. Llegue a mi apartamento y me duche, elegí un vestido negro, con escote en la espalda y abertura en la pierna, lo acompañe con unos tacones altos del mismo color y unos aretes largos, me maquille un poco y retoque mis labios con un rojo burdeos que me quedaba bastante bien y las sombras resaltaban mis ojos, me veía muy linda, era justamente lo que quería que mi prometido me viese así. Los últimos detalles fueron una especie de coleta alta, que dejaba los mechones de mi cabello sueltos y dejaba apreciar el escote del vestido.

Tome mi bolso y las llaves y conduje al restaurante, había ya bastantes clientes por lo que espere un poco para que el valet tomara el coche, por suerte llegue justo a las ocho, entre y el maître me llevo al reservado, era un salón con mesas bastante distantes entre si y que solamente llegaban las personas que había reservado con mucha anticipación, por supuesto que la reserva, los menús y todo lo demás eran precios bastante altos, aunque mi trabajo y el estatus de Joseph nos permitía estos lujos, nunca dejaban de sorprenderme y de hacerlos cada cierto tiempo, porque no terminaba de acostumbrarme a todo eso y era algo que no quería de todas formas, estaba contenta con todo lo que tenía hasta el momento.

La tentación antes de llegar al altarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora