Junto a ti

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Meghan

Dolia, dolia bastante, era una mierda, así se sentía, definitivamente a cada minuto que pasaba me convencia que el amor no es para mi.

Después del tiempo que paso con Skyler, la cual aún me dolía solo recordar su nombre, me dije que no me volvería a enamorar, pero aquí estaba como una idiota, tomando mi tercer vaso de wisky, viendo por el ventanal de mi piso, y recordandome por vez mil en este día, que debía pasar un buen tiempo para que volviese a LA.

Quizá fue demasiado dramático viajas, pero que le puedo hacer, no voy a cometer los mismo errores de antes al ir detrás de alguien que no siente lo mismo por mi, era mejor tomar distancia, era lo más sano para mi y para ella, solo esperaba que fuese feliz con su decisión y que no le acarreara nuevos problemas.

¿Qué si estaba dolida?, si lo estaba, ¿Qué si estaba enamorada?, pues la verdad es que si, no me di cuenta ni cómo ni cuándo, pero el amor había llegado nuevamente a mi, así que no podía seguir ocultando ese sentimiento, mucho menos al hablar con mi padre y que este se diera cuenta.

Pero por el momento era mejor dejar de lado ese sentimiento, enfocarme en recuperarme de ese amor perdido que ni siquiera comenzó, y poner mi mente en marcha para poder ayudar con el negocio familiar.

Después del susto que nos dio papá, habíamos llegado a la conclusión que mis hermanos y yo seríamos los responsables de la cadena de hoteles; Brice y Max me hicieron jurar que no dejaría la carrera con el grupo, a pesar de mi insistencia en mantenerme al cien por cien con ellos, pero ambos insistieron que aceptarían mi ayuda solo si esta era necesaria y si se podía compaginar con el grupo.

Es obvio que están dementes, porque ambas cosas son extremos opuestos, pero no me quedó más remedio que aceptarlo, con la condición de tomar estas "mini vacaciones", para poder arreglarlo todo y que las cosas resultaran.

Llevaba ya una buena parte del día en Londres, había viajado muy temprano ese día, y a pesar de estar ocupada acomodando mis cosas, viendo televisión, tratando de componer canciones y la última nueva acción, tomando wisky, no podía dejar de pensar en Charly, y en cómo fue sentir su piel, sus labios, hacer el amor con ella y como se me salió disparado ese te amo que fue arruinado con la afirmación que se casaría con el imbécil de su prometido.

Aún no sabía las razones del porque, después de haber sido testigo de primera mano como el imbécil había jugado con ella, y la verdad, poco me importaban las razones a estas alturas, de seguro estarían ya casados si siguieron con las fechas como estaban, y se suponía que debía estar cantando en su boda, pff, joder, a mala hora me encontré con Tom y decidí ser buena para aceptar cantar en esa boda.

Unos golpes en la puerta me hicieron dar un brinco y derramar un poco del contenido de mi vaso, era raro que alguien golpeara a mi puerta a estas horas de la noche, debía de ser del personal de mantenimiento del edificio, no tenía a nadie más a quien esperar.

Camine a la puerta principal, en donde los incesantes golpes no paraban, estaba a punto de mandar al carajo a la persona que estuviera del otro lado, por la impertinencia de tocar de esa manera, pero todo pensamiento razonable se quedó estancado cuando al abrir me encontré de frente con unos ojos azules asustadizos que me veían con miles de sentimientos a la vez, unos ojos azules con los que había soñado las últimas noches.

Mi capacidad de habla, de movimiento e incluso mi capacidad de respirar se me borro por completo de mi sistema, no sabía cómo continuaba en pies viendo a esa chica al otro lado de la puerta.

Era Charlotte, estaba con su vestido de novia, y a pesar de llevarlo un poco arrugado estaba hermosa, su pelo recogido y un maquillaje impoluto, digno de una hermosa mujer que iba a casarse, me quede embobada porque estaba hermosa, ¿pero qué diablos hacía parada en mi puerta al otro lado del mundo?.

La tentación antes de llegar al altarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora