Canciones de desamor

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Charlotte

Había pasado una cena bastante tranquila, Sally y yo nos habíamos llevado bastante bien, al igual que con Esther y Clarissa con quienes estábamos en las sillas alrededor de la piscina, viendo como Chase, los mellizos y Meghan jugaban con un mini kit de pesca que habían regado por todo el lugar.

Meghan había tirado los pequeños peces de plástico dentro de la enorme piscina y se había sentado con los mellizos y su mejor amigo al borde con unas pequeñas cañas de pescar que lanzaban para ver quien atrapaba más, por supuesto que ella se dejaba ganar por los peques que hacían unos bailecitos bastante graciosos cuando le ganaban a su tía.

Reginal y Brice estaban disfrutando de un café y se acercaron cada uno a su esposa, dándoles un suave beso en su mejía y uniéndose a la conversación. Comenzaba a hacer un poco más de frío y mi fresco vestido no ayudaba en nada, a pesar de estar cerca de las antorchas mi cuerpo no entraba por completo en calor.

- Así que al final el pequeño Maxi decidió irse de fiesta – Megan se había acercado a nosotros sigilosamente y había sacado saltos a más de uno – joder que son más viejos todos y la conciencia la tienen mal – comenzó a reír y puso sobre mis hombros su chaqueta, sentándose a mi lado y guiñándome el ojo, mientras le agradecía.

- A ti te encanta jodernos – le dijo Brice en tono burlón.

- Solo a ustedes, deberían de sentirse contentos porque solo así demuestro mi cariño – se inclino en una silla con los brazos detrás de su cabeza.

- Tú eres exactamente igual cariño – le dijo Esther a Brice dándole un beso en la mejía y haciendo que se sonrojara – son idénticos en todo.

- No en todo guapa, sí me hubieses dejado que nos conociéramos podrías comparar – Meghan sonrió picara y movía las cejas de arriba abajo, haciendo que Esther y los demás riéramos y Brice pusiera los ojos en blanco.

- Supéralo hermanita, esta guapa mujer me eligió a mí.

- Porque no me conoció a mí primero – contesto creída – en fin les agradezco haberme dado a ese par de pulgas – dijo señalando a la piscina a unos somnolientos mellizos.

- Iré a acostar a ese par – Brice se levanto en dirección a ellos.

- Tienen demasiada energía – comento Esther.

- Pero son realmente adorables, aunque se parecen a ti – molesto Sally señalando a Meghan.

- Son idénticos – confirmo Clarissa – ¿recuerdas cariño cómo eran nuestros pequeños? – le pregunto a Reginal con sus ojos brillantes – eran iguales con una energía que parecía nunca acabar, sobre todo Meghan.

- Solíamos acostarlos igual, pero un par de horas después, Meghan se levantaba y asaltaba la cocina comiendo todo lo que encontraba y viendo televisión – aporto Reginal sonriendo.

- Las primeras noches no nos dimos cuenta y nos parecía extraño encontrar tarta a medias, botes de helado terminados, sándwich mordidos, hasta que una de esas tantas noches descubrimos a la pequeña sabandija saqueando la cocina – todos reímos y Meghan puso los ojos en blanco.

- Tenía que cubrir mi dosis de energía por las noches – se encogió de hombros – además gastaba demasiada siempre.

- Eso es cierto, Meghan nunca paraba, era tanta su híper actividad que no dábamos abasto.

- ¿Cómo hicieron que se comportara? – pregunto Sally risueña.

- Tenia demasiada energía que pensamos que debía utilizarla en algo que le ayudara – comento Reginal.

La tentación antes de llegar al altarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora