U N O

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Él, se encontraba viviendo en el infierno. Sí, Jimin volvió a pisar la ciudad del diablo. Pero, no estaba solo. Namjoon lo seguía acompañando luego de dos años. Fingiendo ser quien no era. Pobre Jimin.

Este se encontraba dentro del auto, mientras daba una vuelta en el auto por las afueras de Kansas. Jimin bajó el vidrió y dejó la brisa de la tarde moviera sus cabellos. El olor a combustible se impregnó en su nariz cuando decidió llegar a la gasolinera que alguna vez pisó y presenció su primera muerte, y también conoció su más preciado objeto. El anillo del diablo. Jimin, detuvo el auto y se bajó para llenar el tanque.

Miró a todos lados y vio una tienda. Ladeó la cabeza y una corazonada le avisó que tal vez él ya conocía ese lugar. Pero, ¿Cómo podía ser posible si era la primera vez que iba a esa gasolinera desde hace dos años y medio?

Por andar distraído mientras escarbaba en sus pensamientos, dejó caer gasolina al suelo humedeciendo sus zapatos. Maldijo en voz baja y apartó la manguera del auto y la dejó enganchada donde estaba.

-Son 15 wons. -dijo una voz detrás de él.

Jimin se giró y se encontró mirando a un chico castaño y más alto que él. Vestía de chaqueta negra de cuero, jeans y debajo una camisa blanca. Sí, tenía ese típico aspecto de chico malo.

-¿Cobras? -Jimin levantó una ceja al verlo.

-No, que tienes que pagar 15 wons. Ahí te dice. -señaló la máquina que marcaba los números dichos por el chico.

Jimin miró la máquina y le regaló una sonrisa tímida. Vio que el chico, rodeó las máquinas y el sonido del motor de una moto ser encendido, hizo que la curiosidad llamara a Jimin. Rodeó también las máquinas y lo vio montado en su moto.

-Qué increíble es tu moto. -halagó Jimin.

El chico sonrió de lado y miró por encima de su hombro a Jimin.

-¿Qué? ¿Quieres dar un paseo en ella? -preguntó el chico con una sonrisa pícara.

El corazón de Jimin se aceleró cuando bajó su mirada a la mano del chico. Notó que algo brillaba en ella y se dio cuenta que era un anillo plateado. Algo en él, le dijo que se parecía al que él tenía en casa. ¿Por qué no averiguar si eran iguales?

-Anda, no muerdo. -le guiñó el ojo.

-Hay algo que me dice, que si voy contigo no me voy a arrepentir. -Jimin se cruzó de brazos, haciendo que el chico rompiera en carcajadas.

-Creo que deberías seguir lo que acabas de decir. -le dijo el chico.

Jimin se mordió el labio inferior pensante.

-O, simplemente dame tu número y quedamos con algo.

-¡Vaya! ¿Así de rápido invitas a salir? Ni siquiera sabes mi nombre. -rió Jimin.

Pero, él estaba totalmente equivocado. Aquel chico si conocía su nombre, su paradero e incluso sus defectos.

-Deberías limpiarte la gasolina de los zapatos antes que haya un accidente. -dijo él.

Jimin bajó la mirada a sus zapatos e hizo una mueca.

-¿Qué tipo de accidente?

-Alguien podría encender algo y arrojarlo a tus pies.

Jimin soltó una carcajada.

-¿Quién querría hacer tal atrocidad?

La sonrisa del chico se anchó y se encogió de hombros.

𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬 𝐣𝐮𝐧𝐭𝐨𝐬: 𝐟𝐢𝐧 𝐝𝐞𝐥 𝐣𝐮𝐞𝐠𝐨 ⇢𝐘𝐎𝐎𝐍𝐌𝐈𝐍⇠ 🅒 ³Donde viven las historias. Descúbrelo ahora