SECRETO DE ESTADO

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"¿¡Por qué diablos dijo eso!?" Me preguntaba mentalmente mientras recorría los pasillos del ala oeste de la Casa Blanca, donde estaban todas las oficinas de administración.

¿Por qué la señora Klein estaba obligada a golpear la puerta y yo no? ¿Acaso cree que necesito algún tipo de especial consideración? ¿¡Quién diablos se cree!?

"El presidente" Respondió mi subconsciente, entorné los ojos y bufé exasperada. Ese hombre definitivamente me sacaba de mis casillas.

― ¡Amelia! ―La voz de mi jefa directa hizo detener mis pasos apresurados abruptamente, pero no quise voltearme a verle la cara. Sabía perfectamente lo que se me venía― ¿¡Qué carajos fue eso!? ―interrogó pasando por mi lado hecha un huracán para finalmente pararse frente a mí y dedicarme una nueva mirada acusadora.

―No sé a qué se refiere ―Me hice la desentendida pero me abracé con más fuerza a las carpetas que llevaba abrazadas en el pecho.

―Sabes perfectamente a lo que me refiero.

―No, la verdad no ―Una renovada valentía me inspiró. Rossie Klein no iba a culparme de algo que yo no había provocado.

―Carter McKellen es tu jefe y por sobre eso, es el presidente de los Estados Unidos. Deberías ser más cuidadosa.

― ¿Cuidadosa? ―Arqueé una ceja― ¿Con qué?

―Con el coqueteo descarado.

―Señora Klein, con todo respeto, no imagine cosas que no son ―espeté manifestando evidentemente mi molestia― Sí, hay alguien coqueteando descaradamente, pero créame, no soy yo, es su jefe.

― ¡Por Dios, Amelia! ―Alzó los brazos exasperada― ¡Es hombre! ¿¡Qué esperabas!?

No me reservé mi ceño fruncido y mi mirada de reprobación ante ese comentario. Sabía perfectamente que la señora Klein era del siglo pasado, pero de ahí a tolerarle semejante comentario machista, estaba a años luz.

― ¿Disculpe? Sí, es hombre ―gruñí―  ¿Acaso eso es una especie de salvoconducto para coquetear con quien quiera y cuando quiera? Con todo respeto, señora Klein. ¿De qué mazmorra se escapó usted?

― ¿Cómo te atreves a hablarme de esa manera? ―Si esa mujer no me odiaba, ahora definitivamente si lo haría.

―Cuando usted insulta a mi género como acaba de hacerlo, puedo hablarle como se me venga en gana. Por mujeres como usted, nosotras terminamos siendo víctimas de hombres "coquetos"... ―ironicé con evidente molestia― ...que no saben cómo comportarse o como mantener sus miembros dentro de sus pantalones.

―Eres una...

― ¿Rossie? ―La voz de Carter la interrumpió, aunque no dejó de mirarme con la más profunda ira contenida― ¿Hasta qué hora pretende que la espere el presidente de Francia? ―Permanecimos desafiándonos con la mirada― ¡Señora Klein! ―gritó nuestro jefe esta vez, lo que la obligó a voltearse para por fin acompañarlo, no sin antes dedicarme todo su jodido desprecio.

Cerré los ojos, respiré profundamente y solté un suspiro agobiado, buscando en él hasta el último gramo de paciencia que me quedara en el cuerpo. Si no lo hacía, seguramente terminaría por matar a alguien y aun me quedaba media mañana y toda la tarde por trabajar.

Lo único bueno era que Rossie Klein y Carter McKellen –que de pronto e inexplicablemente había empezado a comportarse como mi salvador ante mi despiadada jefa directa–, pasaron al menos las siguientes cinco horas bastante ocupados con eso de recibir al presidente de Francia y su esposa.

MR. PRESIDENT - Trilogía Cómplices I [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora