7: Cercanía.

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Habían pasado dos meses desde que había conocido a Christopher.

Y bueno, no habíamos progresado mucho en realidad. Pues él solo me llevaba y me traía de vuelta a casa de la escuela, casi ni hablábamos y nunca contestaba mis preguntas. Lo poco que había ido aprendiendo de él, era lo siguiente:

1.-Su hermano se llamaba Andrew.

2.-El novio de su madre, Darren, le había regalado la camioneta cuando se mudaron a Londres.

3.-Era muy bueno en las matemáticas. (Había comenzando a sentarme junto a él en esa clase y, milagrosamente, no había dicho nada.)

Y

4.- Era DEMASIADO CALLADO.

Tanto, que me estresaba el hecho de no dijera ninguna palabra por HORAS. Pues en la escuela, en las clases que llegábamos a compartir, él nunca abría la boca y mucho menos iniciaba alguna conversación en nuestros cortos viajes en su camioneta. Me ponía de los nervios.

Y realmente ya estaba acostumbrado a vivir con nervios, pues lo había hecho toda la vida. Pero no..., con Christopher era diferente.

Él me hacía querer arrancarme todo el cabello de la cabeza. Me hacía darle vueltas a mis pensamientos por noches enteras, pintarrajeando su nombre una y otra vez en mi cuaderno, me hacía abusar de los signos de interrogación que se hacían presentes cada que quería saber algo nuevo de él y nunca contestaba ninguna de mis preguntas inofensivas.

Vamos ¿el querer saber su apellido, era taaaan malo?

Enserio, lo odiaba.

(Estaba seguro de que mi madre también estaba intrigada por mi reciente "amistad" -¿¿podría siquiera llamarle así??- con el vecino del enfrente, pero por el momento solo se dedicaba a observarme llegar a casa, cerrando de un portazo cada que Christopher y su actitud de mierda se negaba a hablarme, o cada vez que resoplaba con fuerza a mitad de la cena por haberme pasado los últimos minutos pensando en el chico de cabello platino.)

Un día de esos, iba a matarlo.

Pero bueno, no podía evitar ponerme feliz cuando él seguía esperándome cada mañana en frente de casa, con la camioneta encendida y su mirada distante.

Aquel viernes, no fue la excepción.

Llegué con singular alegría y me monte en la pick up con gracia, aguardando lo mejor del día y esperanzado en hacer un avance... hasta que me giré a ver su cara; tenía ojeras. Ese día más pronunciadas que de costumbre. Y fumaba, con más ansiedad, como si de verdad se aferrara a la nicotina para calmarse... o mantenerse despierto.

Fue la primera vez que sentí un tinte de pánico en su esencia.

Me preocupé de inmediato.

- ¿Tuviste una mala noche? -pregunté de forma vacilante. Esta vez, en lugar de ignorarme como tenía por costumbre, me miró con el peor ceño fruncido que me había dedicado hasta el momento, con una terrible cara de pocos amigos.

- ¿Tu que vas a a saber? -Dijo con desdén.

Me le quedé mirando sin miedo, estaba preocupado, no me gustaba esa expresión en su rostro, solo quería mejorarla. Christopher se veía mucho mejor cuando sonreía, o al menos cuando no tenía..., esa cara.

LONDON  [New York Pluss]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora