17: My ghost, where'd you go?

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Contactarlo no fue fácil.

Tuve que hablar con su hermano. Andrew, quien aún vivía enfrente. Verlo después de más de seis años hizo mella en mi corazón. Ya no era un niño, en absoluto. Tenía catorce y aunque ya no lucía para nada como su hermano, mantenía el cabello rubio platino y esos ojos azules que tanto me recordaban a Margaret.

Me dejó pasar a su sala de estar; la casa ya no lucía para nada de cómo cuando vivía su madre. Lucia más limpia pero aún más sola. Andrew se había quedado sin nada. Su mamá había muerto cuando tenía siete y su hermano se marchó el mismo mes. Me contó que Darren era un buen hombre, que lo quería y que cuidaba bien de él, pero aunque no me lo dijo, parecía extrañar mucho a Christopher.

Pude notar que estaba enojado con su hermano mayor... yo no fui lo único que Chris había dejado cuando se fue. Aun así, Andrew dijo que lo vería pronto, que él acostumbraba a venir una vez al mes para saber cómo estaba, pero que no hablaban mucho, pero no quise preguntar más de lo debido.

Dijo que hablaría con él y me tendría noticias. Así que esperé. Lo hizo, no por su hermano, si no por mi.

Le agradecí.

Andrew se acercó una mañana de un lunes hasta el pórtico de mi casa. No sonreía, en realidad no había sonreído ni una vez desde que lo busqué. Pero dijo:

Hyde Park, Jueves a las cinco.

Punto y final.

Asentí y le agradecí de nuevo. Le pregunté si quería tomar algo, pero el solo negó y cruzó la calle para volver a casa... no quedaba nada del niño que reía conmigo cuando le hacíamos bromas a su hermano.

(...)

Pase los siguientes dos días preguntándome:

Uno: ¿Cómo le habrían caído seis años a Christopher Mason?

Dos: ¿Sería igual de odioso?

Tres: ¿Sería igual de guapo?

Y cuatro: ¿Sería igual de terco, grosero, pedante y orgulloso?

No lo sé. Yo no era el mismo. ¿Qué podía esperar de él?

Caminé por las calles del Hyde Park con las manos en los bolsillos, usando un gorro y una bufanda pero con el rostro bien destapado para que pudiera verme si él me encontraba primero.

(Queda de sobra decir que estaba jodidamente nervioso, que el corazón me latía a mil por hora y aunque hacía frío, me sudaban las palmas de las manos. Y es que aún no podía comprender del todo que después de seis años... estaba apunto de encontrarme con el chico al que amé más que a mi mismo cuando aún vivía aquí.)

Anduve por los senderos de un parque medio cubierto en nieve y escarcha; con árboles congelados y copos de nieve derritiéndose. Eran las cinco y media y yo ya le había dado media vuelta al parque.

¿Me había dejado plantado? ¿En serio, Christopher, incluso ahora?

Maldita sea.

Me detuve junte a una sección de niños. Había unos juegos de madera medio cubiertos de nieve, donde los padres se sentaban en las bancas y los niños correteaban con sus abrigos sobre el castillo que simulaba una edificación de rocas con plástico y pintura. Corrían lanzándose bolas de nieve y se tiraban por los toboganes como si esos dos segundos de caída fueran un verdadero golpe de adrenalina.

No, eso no era nada... esto era adrenalina: reencontrarte con tu primer amor con quién acabaste trágicamente después de seis años. Eso es adrenalina.

LONDON  [New York Pluss]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora