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/El lado oscuro de la luz/

- ¡Eres la mayor escoria de la galaxia! - gritó mi madre mientras terminaba de agredirme físicamente como solía hacer habitualmente.

Yo simplemente guardaba silencio y esperaba que acabara, al principio me encaraba y trataba de defenderme, pero, con el paso del tiempo comprendí que eso solo empeoraba las cosas.

-Has sido demasiado sutil hoy. -Replicaba mi padre.

-Estaba de buen humor. -Decía de forma ¿orgullosa?

- ¡Me da igual tu maldito humor! La Rebelión ya ha sido demasiado bondadosa el dejar que se quede aquí, si no le dejamos claro quien manda aquí mostrará lo que es y...- Mi padre se vio interrumpido por el sonido de la compuerta por la que entró la general Leia Organa.

-No he podido evitar escuchar su discusión, y me temo decirle vicecomandante que Idris lleva toda la razón, su descendiente pone en peligro toda la base dada su naturaleza y deben enseñarle quien es y lo que es. -Declaró con dureza la general. -Dado que usted no puede demostrarle esto hoy debidamente, le paso el cargo solo durante esta jornada a su esposo.

-No, él no. -Pensé mentalmente, mi padre no solía realizar la tarea de "educarme", solo lo hacía cuando me sorprendían realizando actividades propias del Lado Oscuro y las palizas que me daba me hacían pensar que ese era el momento en el que mi corazón dejaría de latir.

-No...por favor. -Dije en un intento de buscar compasión en su alma.

- ¿Disculpa? creo que he escuchado ¿si? y ¿por favor?, ¿Quién soy yo para no conceder los deseos de una escoria? – Intento fallido

1 hora más tarde

Mi padre había terminado conmigo hace diez minutos y en este momento no sabría diferenciar la vida de la muerte. Estaba tirada en el suelo solo podía notar como la sangre salía de mi sien por distintos puntos de sangrado, creo que puedo respirar bien, aunque me duela todo.

- ¿Hermanita te encuentras bien? -Era mi hermana, mi relación con ella era extraña la mayoría de las veces se mostraba risueña ante mí, aunque esta envidiaba profundamente la gran habilidad que yo poseía ante la fuerza.

-Mi corazón late así que se supone que sí.

-Ven, voy a curarte las heridas. -Me ayudó a levantarme y me sentó en un asiento que había cerca y me comenzó a curar.

-Apaga los micrófonos de la sala. -Me dijo mentalmente con un tono forzado, ella era consciente (y le daba rabia) que su habilidad en la fuerza no era poderosa, al contrario que la mía. Hice lo que me pidió.

-Soy consciente de tu situación aquí así que he contactado con un contrabandista, esta noche a la hora del cambio de guardia te ayudaré a salir de aquí, te irás con él y te llevará a Jakku, te buscarás la vida, una vez que salgas de aquí no vuelvas a contactar con nosotros ni nadie relacionado con la Resistencia jamás.

Al atardecer

Me encontraba sola en mi habitación, en estos momentos aprovecho para entrenar en base a información de lo que escuchaba a mi hermana mientras esta entrenaba junto a su maestro, pero, a partir de un momento tuve que ingeniármelas sola ya que mi hermana lleva dos años estancada en un único ejercicio, levantar una roca. En mi caso, estoy practicando la lectura de mentes, no tengo ni idea de como lo hago, pero estoy progresando, hace poco escuché decir a Leia mentalmente que había recibido un comunicado de su espía en la Primera Orden que decía que iban a atacar Jakku en busca de el mapa que lleve a Luke Skywalker.

Hoy iba a intentar golpear a uno de los guardias que custodiaban mi habitación. Respiré profundamente y concentré toda mi energía en uno de los dos guardias.

-Allá vamos. -Dije mentalmente.

Primer intento, nada, paré y cogí aire.

Segundo intento, hice mucho esfuerzo y no conseguí nada, tuve que parar otra vez y coger aire.

Tercer intento, un pequeño resbalón nada más, paré y volví a concentrarme.

Cuarto intento, concentré toda mi mente en su pierna, la sensación visual fue como si alguien le hubiera pegado una patada, cayó al suelo con gran potencia y se escuchó un gran estruendo; no se levantaba, al rato, de su casco comenzó a brotar sangre.

-Lo he matado...- Me decía a mi misma intentando autoconvencerme de lo que acababa de hacer, no porque no fuera consciente de que había terminado con una vida, sino porque no me sentía mal, me sentía poderosa, fuerte y revitalizada; el simple hecho de pensar que había matado a una persona que ayudaba a unos maltratadores de falsa imagen, me hacía sentirme extrañamente bien.

La compuerta se abrió y mi hermana estaba de espaldas observando el cuerpo inerte de el guardia.

- ¿Tú has? ¿a ese soldado? ¿con la? -Preguntaba de forma balbuceante.

- No, se resbaló solo. -Se escucharon pasos de guardias. -¡CORRE! – Mi hermana y yo salimos corriendo, mi hermana iba delante dirigiendo ya que yo casi no conocía la base rebelde solo conocía mi habitación y la sala de torturas.

- Abre la puerta con la fuerza yo no tengo acceso. -Asentí y la abrí observé un paisaje oscuro con luces azules causadas por los pequeños insectos luminiscentes. -Sigue todo recto por esa senda y allí te encontraras al cazarrecompensas, ahora cierra la puerta. -Esto último lo dijo con sonrisa malévola y mientras se cerraba la puerta gritó a como si la vida le fuera en ello.

-¡GUARDIAS SE ESCAPA! -Salí corriendo por la senda que me indicó, los guardias estaban lejos pero no mucho así que me apresuré en "presentarme" al cazarrecompensas y entramos en la nave.

Cuando estuvimos en el espacio volando estables entré a lo que parecía un servicio, me acerqué al espejo y observé mi rostro, concretamente mis ojos, eran preciosos.

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《 Throne 》Kylo RenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora