LEGENDARIO FARAÓN

PARTE 5: ACCIDENTE MEMORABLE III

- Los hechos de este capitulo, suceden segundos después del capitulo anterior.

-En camino al palacio:

Disebek: Debí traer una maldita biga, resiste hijo, ese torniquete que te puse, te esta ayudando a mantener cerrada la herida. ¡Oye, niña! ¿Te llamas Nefertari, cierto? 

Nefertari: Si, señor.

Disebek: Bueno, parece que tu mente volvió a tu cuerpo ¿Te importaría caminar por tu cuenta?

Después de esas palabras, Nefertari bajo del hombro del general Disebek, pero estaba con los ojos llorosos, y cuando iba a empezar a llorar nuevamente...

Disebek: ¡Escúchame niña! No podre tolerar de nuevo tu lloriqueo, por que mejor no me cuentas que fue lo que sucedió.

Nefertari: Como diga, señor.

Disebek: Hasta que nos entendemos, no te preocupes por Moises, el estará bien, mi hijo es fuerte, relatame todo lo sucedido y como fue que termino así el príncipe. Si tenemos suerte, ya estaremos en casa, cuando termines, vamos empieza...

Nefertari: Todo mi fue mi culpa, Moises y yo, decidimos realizar un juego, antes de que él fuera a entrenar con usted, mi idea fue la que ocasiono esta tragedia, yo lo traje hasta aquí, tan solo para jugar, ingrese en el río Nilo, pero por mi descuido no me había dado cuenta de que estaba muy lejos de la orilla, ahí fue cuando la superficie que estaba pisando, se hundió conmigo. Momentos después, solo recuerdo a Moises había entrando a salvarme, seguidamente todo se ponía oscuro. Cuando desperté no me acordaba de nada, los recuerdos regresaron a mi, al observar un pedazo de metal incrustado en la pierna de Moises, pude sacar ese metal, en ese momento empece a llorar a los dioses rogando de que su hijo no se vaya a morir, en eso usted llego señor. 

Disebek paro de caminar, puso una cara de molestia y seguido miro con lastima a la niña.

Disebek: Así que eso fue lo que sucedió, hay pequeña, sigue rogando a los dioses de que Moises no tenga nada grave, mas que temer al rey Seti, deberías pedirles que te protejan de la ira de mi esposa, para ella, nuestro hijo, es un regalo otorgado por el mismo dios Ra, este niño fue el segundo hijo que hubiéramos tenido, la princesa perdió al hermano mayor de Moisés en su vientre, nos fue difícil superarlo, ni siquiera se lo dijo a sus padres. Por eso, temo de lo pueda hacer Henutmire, si nuestro amado hijo muere. No se porque te cuento todo esto, pero no te preocupes, yo te protegeré pequeña, tuviste algo de culpa, debo admitirlo. Pero el verdadero responsable de que esta tragedia haya ocurrido, soy yo, no ordene que nadie vigilara esta parte del palacio, los guardia simplemente hubieran impedido su fuga, mi error causo que mi hijo este herido. Escúchame pequeña Nefertari, yo no te culpo de nada, solo son niños que realizaron una travesura y paso lo que tenia que pasar, salieron lastimados. Debemos seguir, si no me equivoco, los guardias de altura ya notaron nuestra presencia.

Nefertari: Pero, señor...

Disebek: Me alegro que no hayan sido raptados, la historia hubiera sido distinta, probablemente eso hubiera terminado en guerra y muertes. Ninguna palabra mas, ya llegamos...

Disebek: Permanece a mi espalda...

- En la entrada a los jardines del palacio:

Yunet: ¡Esperen guardias! El rey Seti, me dio permiso de ir con ustedes en busca de mi hija. Pero ¿Que les pasa? ¡Tenemos que irnos, ahora!

Guardia: Señora Yunet, ya no va ser necesario salir a realizar la búsqueda.

Yunet: Pero ¿De que están hablando?¡Mi hija y príncipe están desaparecidos! y tu me dices que ya no habrá búsqueda...

Guardia: Escuche señora, nos informaron que el general Disebek, esta llegando con los dos niños, y tienen razón, ya los veo. 

Yunet: ¿Me estas diciendo que el general ya encontró a los niños? Pero ¿Donde están?

Guardia: Si, están llegando por esta dirección. Su hija parece estar bien, señora Yunet. Pero por alguna razón el príncipe Moises esta en el hombro del general, no será que... ¡Maldición!¡El príncipe esta herido!¡Vamos a ayudar al general! ...

Los guardias corrieron juntamente con Yunet. Al llegar los guardias se pusieron a disposición del general, Yunet se arrodillo con lagrimas en los ojos y abrazo a Nefertari con todas sus fuerzas...

Guardia: Mi general, benditos sean los dioses ¿En que lo podemos ayudar?

Disebek: Lleven a mi hijo al aposento de la princesa Henutmire, y que otro vaya en busca de Paser o cualquier otro sacerdote que puede cerrar heridas abiertas... ¡Muevanse!

Guardia: Como ordene, mi general.

Yunet: Nefertari, hija mia ¿Donde te habías metido? Casi muero de angustia, al pensar de que algo te hubiera pasado.

Henutmire: No es por mi, quien debes preocuparte mamá, si no por Moises.

Yunet: Gracias general Disebek ¿Que fue lo que paso con el príncipe? La princesa, esta destrozada...

Disebek: Yunet, después hablamos de eso, lleva y atiende a tu hija. Otra cosa ¿Donde se encuentra la princesa?

Yunet: No hace falta que responda general, ahí llega...

A la distancia se podía ver como Henutmire, se acercaba furiosa con la mirada del mismo Anubis, en dirección a Disebek.

Disebek: Dioses, tengan piedad...

Tuya: ¡Hija! ... No seas impulsiva ¡Contrólate!

Henutmire: Al fin apareces Disebek. Te exijo que me digas ¿donde se encuentra mi hijo y que le paso? 

Seti: Cálmate hija...

Yunet: Disculpe, mi soberano ¿Puedo retirarme? Necesito atender a mi hija...

Seti: Claro que si, atiende a esa niña, después ven junto con ella a buscarme.

Yunet: Como ordene mi soberano. 

Disebek: Escúchame querida, tienes que calmarte...

Henutmire: Te hice una pregunta... ¡Disebek!

Disebek: Esta en nuestra alcoba, pero no te va gustar nada lo que veras, tienes que ser fuerte querida.

Henutmire: No me digas eso Disebek, si algo le pasa a nuestro hijo, yo muero con él...

Seguidamente la princesa se fue corriendo con lagrimas en sus ojos a su aposento, sin parar de gritar el nombre de su hijo por el camino...

Tuya: ¿Es tan grave el problema Disebek?

Disebek: Si, mi soberana.

Seti: ¡Disebek! tenemos que hablar algo muy importante, pero ahora ve a consolar a tu esposa, si lo que dices es cierto, ella va a necesitar tu apoyo.

Disebek: Tiene razón, mi soberano. Me retiro.

Después de esas palabras, Disebek corrió tratando de alcanzar a Henutmire.