31. Salvar el trasero

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Dedicado al guionista del capítulo tercero de Fifteen creador del momento Soukoku en que ellos dos se agarran de las manos. Gracias, de corazón.

Pero la tortura peor empezó en el momento Chuuya empezó a entrenar.

La sala empezó a oler a ese delicioso aroma que desprendía su cuerpo al sudar, ese mismo perfume que su piel había exudado mientras compartían sexo.

Sus gemidos al esforzarse al levantar una pesa, resonaban en sus oídos como el eco de sus sonidos guturales tras cada caricia de su lengua en las curvas suaves y firmes de su anatomía.

Su cara sonrojada al realizar las flexiones, la misma con que le observaba con su bello cabello rojo esparcido en la almohada mientras Dazai, con duda pero con excitación extrema, entraba por primera vez en su interior.

Dazai se mareaba cada vez más y más. Se le secaba la boca hasta tal punto que por mucho que bebiese de esa agua isotónica, no le quedaba más saliva.

Se secaba el sudor de su frente y cuello pero no era provocado por entrenar con ahínco sino por la incontrolable excitación sexual que Chuuya provocaba en él.

Intentó aguantar, supo que debía y podía ser fuerte pero cuando empezó su Personal Trainer a explicarle como mejorar la postura en la rutina del jalón del pecho y notó su respiración en la nuca, Dazai se rindió:

-¡Chuuuuuuuya! -lloriqueó, dejando la barra en la posición inicial.

-¿Qué te pasa, Osito Quasi? ¿Tan poca chicha tienes que te has cansado tras solo cincuenta minutos entrenando?

-No es eso- se incorporó y le señaló su entrepierna: -Necesito follar.

La cara de Chuuya fue un poema.

Si antes estaba ruborizada del esfuerzo, el rojo más encendido hizo arder su piel, mientras sus pupilas se dilataban con la sorpresa de una información que no esperaba.

¿Quizá no lo había entendido bien?

Dazai decidió concretar.

-Quiero follarte ahora mismo, Chuuya.

Sonó a ruego pero no le importó que sonase arrastrado. Sabía que una petición sincera iba a ser más efectiva que intentar ser seductor con él.

Chuuya estaba en su papel de tirano y él debía rebajarse para que el otro cediese.

Funcionó.

Empleó todo el dominio que tenía sobre sus expresiones para no sonreír triunfante cuando Chuuya se mordió el labio y miró al reloj de la sala de entrenamiento.

Así que él también tenía ganas.

Dazai ya llevaba caliente desde que había intentado chuparle las tetillas en la cama. Por suerte Chuuya también era del tipo sopa instantánea: calentar y listo.

-Me gustaría hoy explicarte la rutina entera -expuso no muy reticente Chuuya.

Dazai viendo que se estaba saliendo con la suya, abandonó del todo la máquina y puso las dos manos en las mejillas encendidas de Chuuya, hablándole con voz ronca.

-Sería un pequeño descanso para motivar. ¿Cuánto podemos tardar? ¿Quince minutos? Luego podemos seguir.

Y así es como el alumno travieso distrae al profesor aplicado.

Aunque Chuuya a veces se resistía, un poquito, un poquito tan solo.

-¡No se entrena así, Dazai! No puedes romper el ritmo.

Chuuya, Personal Trainer. ( Completada )Soukoku. Bungou Stray Dogs.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora