34. Disfrutar el momento

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Aviso: Contenido adulto. Descripciones sexuales explícitas.

Chuuya se había puesto el objetivo aquella mañana de realizar completa su rutina de pierna que desde que comenzara a entrenar a Dazai nunca más había podido llevar a cabo de una forma satisfactoria.

   Nada más realizar la primera serie de cincuenta sentadillas, tuvo que dejarlo con mucho fastidio. No porque le costara, no por desmotivación, no por un dolor repentino, sino por  la imagen que le proporcionaba quién realizaba ejercicios de mancuernas a su derecha, que con cada movimiento marcaba cada detalle de sus deltoides.

   En ese mes y medio de convertirse Chuuya en su Personal Trainer, tanto había cambiado el cuerpo de Dazai que a Chuuya se le secaba la garganta.

   Como su profesor, estaba orgulloso de verle mirando al espejo del frente, con las cejas tan curvadas por su frente arrugada en gran concentración. Sus labios jugosos pinzados por su dientes clavados enfocando su fuerza.

   En otro podía desfigurar su cara feamente, en el caso de Dazai le daba un aspecto muy atractivo. Y luego estaba su olor corporal al esforzarse, esa mezcla entre sudor y el aroma dulzón higiénico de los vendajes. El mismo aroma que cuando practicaban sexo.

   Chuuya se apartó un poquito el auricular derecho de la oreja y su boca se mojó en saliva al oír los gemidos por el esfuerzo con que Dazai acompañaba cada desplazamiento de las pesas.

   Sus glúteos, que de su planicie previa, estaban formando una curvas armoniosas y firmes, marcaban la tela de sus pantalones hasta media pierna, que permitían ver sus gemelos en tensión. No podía juzgar con objetividad la evolución de su pectoral porque los pezones turgentes que insinuaban al abrir los brazos, distraían a Chuuya.

   Debía pensar como un profesional, no dejarse llevar por su hormonas. No podía ser que dentro de esa extraña relación que ellos dos tenían, quisiera a todas horas tener sexo. La noche anterior lo habían tenido, tan arrebatador como siempre y en menos de diez horas, su cuerpo quería más.

   Suspiró profundamente.

   Tenía que proponerse ser fuerte a la tentación insana que le latía por dentro. Aquella dependencia por todo lo que Dazai le hacia sentir con su cuerpo no podía controlar su vida.

   Acabaría las sentadillas, haría unas cuantas series con la prensa, correría un poco en la cinta y luego se iría a duchar a su dormitorio.

   —¡Mira, Chuuya, qué bola me sale!

   Dazai había dejado las mancuernas en el suelo, tenía el brazo izquierdo levantado con el codo doblado hacía arriba de forma que su bíceps se destacaban.

   A pesar de la cara de payaso que ponía al imitar a un culturista, Chuuya ni se rió, ni se molestó, sino que atraído por una misteriosa fuerza hacia él, se puso a su espalda y con sus dedos desnudos, recorrió con lentitud la colina que su músculo, fruto madurado por un entreno continuo, tanto por la parte superior como por la inferior.

   La piel de Dazai era tan tersa y suave como un melocotón. Con hambre le dio un pequeño mordisco, calmando la pequeña molestia que le pudiera haber causado, con un beso delicado con sus mullidos labios.

   Sin que su mano izquierda dejase de acariciar ese brazo, su mano derecha empezó a recoger la espalda de Dazai, sudada tras la tela coolvent de su camiseta de diseño, sintiendo algo de desencanto cuando  se tropezaba con el obstáculo de los vendajes.

   Siguió bajando pero ahora haciendo eses sus movimientos táctiles cuando llegó a la protuberancia de su trasero.

   —Chuuya —escuchó el tono grave con que Dazai le llamaba.

Chuuya, Personal Trainer. ( Completada )Soukoku. Bungou Stray Dogs.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora