14. Un poco de paz

3.7K 494 870
                                    


Cuando Chuuya desapareció por la puerta del gimnasio, Dazai bajó aún más la resistencia de la bicicleta mientras suspiraba al notar como las molestas agujetas dolían un poquito menos al no tener que hacer tanto esfuerzo. También era cierto que le escocía la cara donde había recibido el puñetazo. Se lo había merecido esta vez, aunque había valido la pena ser golpeado a cambio de la confirmación de que Chuuya se masturbaba pensando en él.

Esto le halagaba. Así que no volvería a utilizarlo cómo objeto de burla para el enano.

El sexo era necesario, por supuesto, pero Chuuya iba a tener que buscar alivio en otro cuerpo, porque de Dazai,  más allá de su imaginación, él no iba a obtener nada.

Lo tenía claro desde que se dio cuenta que Chuuya se sentía atraído por él, y  lo había confirmado la noche anterior, tras la larga conversación con Oda de más de dos horas, explicándole que se sentía sorprendentemente bien besando a Chuuya pero que eso no tenía nada que ver de que hubiese dejado de ser heterosexual.

Dazai volvió a recordar que Oda solo había dicho distraídos "sí" a su rotunda afirmación, como si no le creyese. A lo que él volvía a repetir de nuevo que un beso solo era un gesto sin más. Los occidentales se besaban todo el rato y no quería decir que quisiesen acostarse con todos.

Al final, la llamada se había cortado porque el teléfono de Dazai se había quedado sin batería, justo cuando le explicaba a Oda que solo había seguido el juego de seducción de Chuuya porque eran rivales en todo y que su erección había sido involuntaria, como el fijarse en los abdominales y el trasero bien trabajado del otro. A él le gustaban solo las mujeres y, eras más, iba a irse a un club a estar con una.

Pero no lo había hecho.

En aquella noche pasada se había dormido recordando qué tranquilidad más serena había notado al dejar que Chuuya expresase con su boca y sus labios cuánto le atraía.

La paz era algo tan inusual en él, que el conseguir experimentarla, era como  un tesoro raro encontrado.

Por eso se las había ingeniado para conseguir arrastrar a Chuuya a las duchas donde él sabía que no había cámaras de seguridad y besarle de nuevo.

La misma sensación de tranquilidad, un calor desconocido muy agradable en el pecho, y esa paz preciosa que había vuelto a sentir cuando los labios de ambos se habían vuelto a acariciar.

Dazai había besado a muchas chicas en su corta vida pero ninguna se entregaba cómo lo hacía Chuuya.

Y eso era lo malo, que las mujeres se dejaban hacer, le seguían, no se anticipaban, pero Chuuya no. El quería tomar el control y, tras la sugerencia de ir a un love hotel de la tarde anterior, de la cual aún no había decidido del todo Dazai si había sido una propuesta real o solo un farol llevado por la rabia al pensar erróneamente que Dazai estaba jugando con él; le debía parar los pies.

Aún así era tan tierno verle tan hambriento de él.

Sin darse apenas cuenta, sumido en esos pensamientos, había llegado a los siete minutos. No haría ni uno más pues  le dolía el empiece del estómago muy fuertemente.

No tardaría mucho Chuuya en volver así que no repetiría ninguna rutina del día anterior porque seguro que las agujetas le iban a molestar.

Bebía un largo trago mientras bajaba de la bicicleta cuando un hombre, que él recordaba que tenía muy buena puntería, le preguntó si había acabado.

Dazai se sintió muy orgulloso de compartir con sus hombres lo que Chuuya había llamado " compañerismo deportivo"

Sin nada qué hacer, consultó su móvil para matar el tiempo.

Chuuya, Personal Trainer. ( Completada )Soukoku. Bungou Stray Dogs.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora