32. Luz en la oscuridad. (Especial 20.000 lecturas)

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Este capítulo es diferente pues se cuenta una escena adicional a la trama principal pero que repercute en los acontecimientos. Os lo regalo en agradecimiento a vuestro cariño y apoyo hacia este entrenador personal y el Osito Quasi.


   La Port Mafia no es solo un lugar de trabajo, tampoco es una empresa. No puedes sacarte la tarjeta del supermercado y responder en oficio "mafioso". Pertenecer a la Port Mafia te hace parte de ella. Das tu vida y tu alma cuando eres acogido en esta familia, donde el Líder es además de la cabeza, el corazón, pero sin cada uno de los miembros no existiría esa organización. Hasta el más bajo de rango cumple su cometido. El apoyarse cuando es preciso entre compañeros, ese colegueo es vital para la supervivencia de la Port Mafia.

   Aquella mañana yo no fui solo uno de los recaderos, chico para todo, sino que traje un poco de calma a una ejecutiva.

   No existen los días libres como tal, sino los días sin misiones o trabajos programados, como aquel día en que yo tenía pensado pasarme por el restaurante y dar la asignación mensual para los niños.

   Llevaba en la mochila, que cargaba al hombro, libros y juguetes. Me da mucha pena que estuvieran la mayoría del tiempo encerrados en las habitaciones del piso superior del restaurante pero a veces, solo o acompañado por alguien de confianza, íbamos a un parque o a comprar helado.

   Como el día era soleado haríamos ambas cosas.

    Muy animado me dispuse a abandonar la sede cuando sentada en el hall, con el ceño fruncido me encontré a Kouyou.

    Sabía que provocaba su malhumor y aunque no soy de los que gusta meterse en asuntos ajenos, más bien los evito, sentía que ella iba a agradecer charlar conmigo. Ella lo necesitaba.

    Me detuve delante de ella y, acostumbrada como estaba a impactar con su presencia, me permitió durante unos segundos contemplar lo bella que estaba con un recogido diferente que dejaba su cabello más suelto, un kimono con bordados de garzas y adornos de pedrería y un maquillaje casi occidental. Supuse que tendría una reunión de negocios con alguien del oeste.

   Giró ligeramente la cabeza y, a pesar de su irritación, pintó una sonrisa amable en sus dulces labios rosas.

   -Buenos días -oí su voz tranquila a pesar de su enfado interno. Si uno miraba su rostro en ese instante solo podía ver que una calma, que yo sabía que era fingida: -¿Vas a visitar a tus protegidos?

    -Sí -asentí sabiendo que lo había adivinado al mirar mi mochila

     -Los niños se alegran mucho de verte

    Solo asentí con la cabeza. Iba a desearle un buen día y a irme cuando noté que Kouyou quería añadir algo más, esperé unos segundos y entonces ella me propuso:

   -¿Te gustaría tomar un té conmigo?

    Yo supe que era una excusa para poder quedarse conmigo a solas y hablar de aquello que quisiese hablar, así que asentí.

   Ella se levantó con su natural elegancia y se dirigió hacia uno de sus subordinados que esperaban montando guardia arrimados a la pared y le pidió que le llevase un juego de té a una salita privada junto a su despacho en el décimo piso.

   Custodiados por otros dos hombres llegamos a esa salita.

    Ella mantuvo en todo rato tiempo la calma y no mostró nada de su nerviosismo interior.

    Era una habitación de quince tatamis, decorada al estilo tradicional, lo que no era habitual en la sede que mantenía en general una uniformidad de mobiliario occidental.

Chuuya, Personal Trainer. ( Completada )Soukoku. Bungou Stray Dogs.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora