Chuuya, Personal Trainer. ( Completada )Soukoku. Bungou Stray Dogs.

38 Noche de blanco satén (Parte Dos)

Este capítulo te lo dedico a ti, AshDraigon, , apreciada ebanista, maravillosa escritora y mejor persona, con mucho cariño en tu cumpleaños.

Mi querida amiga y gran admirada artista HikariYaehime ha realizado un espectacular, sexy y tierno dibujo basado en lo que sucede entre el Soukoku esta noche sobre unas sábanas de blanco satén

Te estoy tan agradecida y bendecida porque mi universo BSD te inspire, que nunca serán suficientes las veces que te dé las gracias.

Aviso: Contenido adulto. Descripciones sexuales explícitas.

Sus largos dedos acostumbrados a maniobrar con gran habilidad, a pesar de los guantes, empezaron a desabotonar uno a uno los botones de la camisa, mientras la punta de la lengua de Dazai asomaba jugosa entre los labios.

En el suelo a sus pies yacía ya la chaqueta de hilo junto con el pañuelo.

Se había descalzado con pericia, pues no había nada menos sexy que acordarse de los zapatos en el último momento.

Una vez todos los botones estuvieron despasados, abrió la camisa, la echó hacia atrás, dejando que resbalase desde sus hombros al suelo.

No llevaba camiseta interior y, gracias a las velas, el pecho firme de Chuuya quedó bien definido por las luces y sombras doradas del interior de la habitación.

Sus pezones estaban erectos, lo mismo que su miembro, al que necesitaba liberar, pero antes haría que Dazai disfrutase con la visión de él desnudándose.

Con sus ojos azules buscó con la mirada entre las piernas de Dazai su sexo, y tras confirmar que estaba ya casi listo por su longitud y grosor, sonrió satisfecho y poderoso de sentirse tan deseado.

Desabrochó la hebilla de su cinturón y con una movimiento rápido y preciso se desprendió de sus pantalones junto con la ropa interior.

La canción había acabado pero para sorpresa de Chuuya, volvió a empezar.

¿Dazai la había puesto en loop?

Estaba loco aquel idiota. Un loco que él amaba y deseaba más que nunca en esa noche.

Su piel, casi totalmente desnuda ardía, pues, sumado a su deseo, estaba el fuego con que las pupilas castañas de Dazai le recorrían.

Para el final había dejado lo más sensual.

Sabía como Dazai se derretía cuando él lo hacía.

Llevándose su muñeca derecha a su boca, tiró con los dientes de la base del guante. Ya desplazado y, sin dejar de mirar a Dazai, que le observaba con el pecho subiendo y bajando con más velocidad ante su erotismo, tiró de los dedos y el guante salió de su mano.

Lo dejó caer.

Luego, con más lentitud si cabía, realizó el mismo movimiento con su mano izquierda.

Ahora sí, totalmente desnudo, movió su cabeza dejando que su cabello se ahuecase un poco y, poco a poco, paso a paso, muy lento, recorrió la distancia de apenas un metro hacia el costado de la cama.

Se agachó para buscar la boca de Dazai. Notó un ligero temblor en él. Tenía aún miedo pero Chuuya le miró con todo su amor para que supiese que no tenía nada que temer.

La sonrisa volvió a los labios de Dazai y entonces Chuuya le besó con mucha suavidad, robando con su lengua la rosa.

Con ella en la boca, se subió a la cama, empujó con delicadeza con la rodilla derecha a Dazai y, tras caer este tumbado boca arriba sobre el lecho, se colocó sobre su cintura, atrapándole con su piernas.