26. El informe de los progresos

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Este capítulo va dedicado al creador y shippeador número uno del Soukoku. Para Mori, en el día de su cumpleaños. ¡Felicidades!

Aviso: Ligero contenido erótico

El brillo del sol del mediodía contra la plancha de los coches que ellos iban sobrepasando con la moto le dificultaba la visión, por lo que precisaba entrecerrar los ojos para poder centrar su conducción. Esto unido a unos reflejos un poco lentos por la falta de descanso y al exceso de ejercicio físico, junto con el calor por la excesiva ropa que portaba, hubiera hecho que cualquier otro día ese trayecto hasta la sede de la Port Mafia hubiese sido muy fastidioso. No en esa ocasión, pues agarrado a su cintura iba el hombre que amaba.

Chuuya notaba un fuego aún más fuerte que el de la sensación bochornosa del vapor del asfalto al recordar como las pupilas enrojecidas de Dazai se habían dejado quemar hasta consumirse mientras ellos dos habían tenido sexo, mientras se habían dejado llevar por lo que sus cuerpos deseaban.

Aún le costaba creer que había sucedido en realidad, que había sido amado con aquel mimo y delicadeza que había hecho temblar su alma con cada caricia, con cada beso.

¿Quizá el Dazai cabrón y capullo que tanto odiaba había evolucionado, cual Pokemon, en un novio cariñoso y atento?

¿Novio? ¿Pero cómo se le ocurrían tales cosas?

-¡¡¡¡¡El semáforo!!!!!

Aquel grito le hizo volver a la realidad y frenó justo cuando a punto estuvieron de darse contra un taxi que les salió por la derecha.

Chuuya empezó a maldecir al inventor y a la madre del inventor de los semáforos junto con toda su parentela, mientras ponía un pie en la calzada y echaba metro y medio atrás la moto.

-¡No, ayudes, no! -renegó porque Dazai, cual delicada princesa, seguía cómodamente sentado en la parte de atrás de la moto.

-Estoy cansado mortalmente, ¿crees que se puede morir por el exceso de sexo, Chuuya?

Chuuya iba instantáneamente a soltarle un exabrupto porque la pregunta había sido planteada totalmente en serio pero se contuvo porqué él podía ser la otra parte implicada.

Contó hasta diez, respiró hondo y con voz controlada le replicó:

-¿No puedes dejar de pensar ni un momento en como suicidarte, Dazai?

Dolía muy fuerte esa verdad.

A pesar de que media cabeza de Dazai estuviese oculta por el casco, Chuuya pudo apreciar la expresión de inocencia de su compañero.

-Estaría bien morir en tus brazos tras haber batido mi propio record.

Chuuya intentó quedarse solo con la parte romántica de aquella declaración y le guiñó un ojo a Dazai, suspirando con alivio al poder incorporarse del sillín de la moto mientras esperaban que el semáforo cambiase a verde.

Lo cierto es que por muy poco no habían podido llegar a siete. Cuando, tras encargar la pizza a Akutagawa, habían ido a por la quinta, Dazai pues, sencillamente, había tenido un gatillazo.

El bochorno que Dazai había sufrido había sido tan conmovedor, tan tierno, que Chuuya le había llenado el rostro humillado con besos suaves, tranquilizadores mientras ambos permanecían abrazados en la cama destrozada.

-No pongas esa carita, Osamu.

- Me has usado hasta dejarme seco -susurró Dazai sin poder dejar aún de mostrar sus desilusión con una mueca desencantada.

-Te avisé, mi record está en todo lo que aguante mi amante. Pero reconozco que tú eres el que más ha podido seguirme el ritmo hasta ahora.

Las pupilas de Dazai brillaron encantadas.

Chuuya, Personal Trainer. ( Completada )Soukoku. Bungou Stray Dogs.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora