40. Verdad sin vendas ( Parte Uno )

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¿Quién era ese samurai que aparecía en aquel viejo video guardado por Mori en su ordenador?

Si Chuuya estaba intrigado,  sabía que Dazai ya estaba maquinando cómo conseguir esa información de Mori. Chuuya no dudaba que iba a lograrlo. Tal vez no hiciera falta más que preguntárselo directamente.

Ya con anterioridad había sucedido que a cuestiones que Mori le había denegado la respuesta, le había dado la información con gusto y facilidad a Dazai a la primera.

Chuuya era consciente que él nunca podría contar con el beneplácito y confianza que Mori tenía con Dazai. Aunque ya no importaba, incluso se sentía orgulloso de que el hombre que quería fuese a ser el nuevo líder de la Port Mafia. Él sería su mano derecha, ¿Qué mayor dicha que estar tan cerca de él?

Al pensar en el futuro Chuuya sentía como su corazón latía más rápido mientras una sonrisa cálida se posaba en su rostro al recordar las escenas tontas que se había imaginado últimamente con ellos dos cuarentones preparando en la casa que compartirían una pizza para cenar. Hawaiana por supuesto.

De su ensoñación le sacó el propio Dazai bajando al garaje donde Chuuya le esperaba apoyado en su moto.

¿Cómo podía ser tan guapo?

Se había puesto, a petición de Chuuya, la chaqueta de cuero negra que él le había regalado cuando llevaba un mes siendo su entrenador personal como reconocimiento a su dedicación. Así iban conjuntados pero Chuuya sintió que la boca se le secaba al notar como se le marcaban los pectorales y los abdominales gracias a la camiseta blanca ajustada que se había puesto bajo la chaqueta.

—Por cómo me comes con la mirada debo verme muy sexy. ¿Quieres aún ir a jugar al billar o subimos y me arrancas la ropa a mordiscos? No sería la primera vez.

No, no lo sería.

Chuuya se rió sarcástico mientras le lanzaba un casco.

—Hace ni una  hora me has engañado con una promesa de sexo peligroso en el despacho de Mori. Se me han pasado las ganas.

—Tú siempre estás dispuesto, Chuuyita.

—Mira quién fue a hablar. ¿Recuerdas lo que pasó anteayer entre nosotros mientras se suponía que debíamos vigilar un intercambio de armas desde nuestro coche?

Dazai suspiró un poco cortado y se pasó la mano derecha por el cabello.

—Me clavé la palanca de cambios en la pantorrilla. Aún me molesta.

—Si no se te hubiese ocurrido intentar esa postura.

—Pero estuvo guay.

Chuuya sintió que las mejillas le ardían.

—Sí, estuvo muy bien, la verdad.

—Justo tengo en mi mente una que es estupenda para encima de una moto.

—¿Parada o en marcha?

Nada más decirlo, Chuuya se sintió idiota.

Dazai soltó una carcajada y bien merecida tuvo Chuuya la burla.

—¡Vale, no respondas! ¡No hace falta!

Chuuya se colocó el casco. Se subió a la moto y la arrancó.

—Lo cierto es que en marcha debe subir la adrenalina, además de la libido —le susurró muy sensual Dazai al oido mientras se subía, se apegaba mucho a él y Chuuya comprobó, en lo que rozó en su trasero, que la conversación había sido tan estimulante para Dazai como para él.

Chuuya, Personal Trainer. ( Completada )Soukoku. Bungou Stray Dogs.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora