33. Consejos en el parque

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Dedicado a mi paciente betareader  -Arizu

—¿Por qué entonces no te dejas ?

El grito de desesperación que emitió Dazai tras la pregunta de Oda fue escuchado por todos los visitantes del parque. Los más cercanos, sin saber que eran mafiosos, miraron a los dos jóvenes,  sentados en el banco bajo un nogal, sin ocultar su curiosidad por de lo que estarían hablando. Pero como no es respetuoso entrometerse en conversaciones ajenas, tras unos segundos de posar el interés allí, pronto siguieron cada cual con su paseo.

Cinco chavales sí que se acercaron a los dos y preguntaron con sus vocecitas un tanto ahogadas por estar jugando a pillar:

—¿Qué ocurre, qué pasa, tío Dazai?

Oda negó cualquier problema levantando las manos.

—No os preocupéis, vuestro tío Dazai tiene un problema y lo está consultándolo conmigo.

—¿Un problema? ¿Te podemos ayudar nosotros, tío Dazai? —se ofreció Kousuke.

—Si es un asunto grave de la mafia yo te puedo dar buenos consejos —añadió Yu con una sonrisa de seguridad y señalándose a sí mismo con la mano.

Oda cruzó sus piernas en el banco al tiempo que se reía.

—¿Qué opinas tú, Dazai?

Dazai se sentía incómodo por tener los cinco niños tan pendientes de él pero había sido propuesta suya el sacarlos a jugar al parque para que les diese un poco el sol y así tener un poco de intimidad ellos dos para poder Dazai contarle aquel tema tan delicado. Oda había aceptado porque Dazai había llamado a un grupo de sus subordinados y estaban vigilando discretamente el parque para que ninguna posible amenaza pusiese en peligro a los chiquillos.

Intentó Dazai hacerles una gracieta pero es que los niños, empezando por Elise y terminando por Yumeno, no le hacían sentir cómodo. Aunque bien era cierto que esos dos no eran niños al uso.

Gracias a los cielos el buen sentido observador de Dazai acudió en su ayuda:

—¡Oh, Sakura, tienes un abanico muy bonito! —exageró el tono más adulador que tenía. La niñita se acercó aún más a Dazai y lo desplegó con sus pequeñas manitas para que él lo pudiera ver bien.

—Me lo ha regalado la tiíta Kouyou.

¿Con que la tiíta Kouyou? No había ido errado pues cuando lo había reconocido.

—¡ Es precioso, tan precioso como tú!

Sakura se puso roja y se tapó la cara con el abanico.

—Por ser una niña tan guapa te doy este billete de 1000 yenes y así puedes comprarte un helado.

—¿Un helado de 1000 yenes? —soltó asombrado y un poco molesto Oda, el padre preocupado por las posibles caries futuras de los niños.

—Por supuesto que para los cinco -puntualizó Dazai — Las mujeres modernas son las que invitan a los chicos guapos.

Y con aquella tontería consiguió que los cuatros chicos del grupo también se sintiesen halagados y Sakura, toda feliz por ser considerada ya una mujercita, sería la que eligiría el regalo para sus hermanos.

Cuando los vio alejarse Dazai se desparramó en el banco suspirando como si dialogar con los niños hubiese sido algo que hubiese requerido un esfuerzo sobrehumano.

—En el fondo tienes mano con los niños —apreció Oda feliz de ver sus protegidos disfrutando tanto de esa salida.

Realmente Dazai tenía facilidad de trato con todos, hasta con las personas más difíciles, menos una excepción.

Chuuya, Personal Trainer. ( Completada )Soukoku. Bungou Stray Dogs.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora