44. Dándolo todo

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Aviso: Contenido adulto. Descripciones sexuales explícitas.

Para Dazai el periodo comprendido entre el día de Navidad hasta la víspera del cumpleaños de Chuuya,  pasó casi desapercibido y sólo notó que las semanas y los meses no paraban su avance cuando se dio cuenta de los cerezos en flor.

Vivir enamorado le hacía dejar de ver lo negativo, que tanto había agarrado siempre todo su ánimo, como algo con lo que uno debe acostumbrarse en la vida y, empezó a considerar las dificultades más bien, como pequeños baches que uno debe evitar, para no tropezar en el camino que compartes con aquel que está a tu lado.

Si su mundo cambió a los quince al conocer a Chuuya, al punto de cumplir dieciocho años él mismo en un par de meses, no podía ni pensar en una realidad sin él.

Un día a día sin su forma relajada de dormir, con babas y ronquidos; sin su sonrisa verdadera de buenos días, sin su levantamiento de cejas cuando Dazai mentía afirmando que no había comido algo prohibido, ni su mueca de rabia cuando decía una de sus sandeces y ¡Ahhhh!, cuánto Dazai disfrutaba elaborando jugarretas para divertirse.

Osamu pasaba de nuevo a llamarse Dazai cuando conseguía trastocar a Chuuya.

Porque serían novios pero sin la chispa de sus trastadas y rivalidad su relación pasaría a la rutina.

Además ambos estaban de acuerdo que su relación debía avanzar. Sin ni siquiera haberlo hablado antes, habían decidido que habían llegado el momento de empezar a vivir juntos en una vivienda fuera de la sede.

Dazai había temido que Mori no lo aprobase, pues dejaba de tener acceso fácil hacia los juegos sexuales de dos adolescentes apasionados. Sin embargo, Chuuya se había adelantado en su petición y había obtenido su consentimiento pero solo con una condición: debían de seguir entrenando en el gimnasio.

Mori a veces resultaba escalofriante en su descaro en no ocultar su lado perverso.

Lo cierto es que Dazai no quería dejar de entrenar en ese gimnasio exclusivo para los dos desde hacía casi un año, pues no solamente había encontrado en el entrene una salida saludable al stress de todo lo que experimentaban cada día en su trabajo. Sino que allí había empezado a sincerarse consigo mismo en lo que Chuuya le hacía sentir cuando se perdía siguiendo el sendero que el sudor formaba en la piel de Chuuya al levantar pesas o al moverse juntos sin aliento bajo la ducha.

En ocasiones, a su mente acudía aquella afirmación mítica de „ a mí no me gustan los hombres" y sonreía con cierta melancolía por lo bobo que fue.

Quizá no le gustaban todo los hombres, sino solamente Chuuya, con su cuerpo pequeño, flexible, su cabellera pelirroja que solía rizarse por la humedad, su músculos bien señalados, su pecho firme y su culo tan apetecible de ser mordido.

Tenía una fantasía que estaban deseando cumplir en el momento vivieran ellos dos solos, y es realizar un desafío, el que fuera aún el más tonto pues sabía que Chuuya no iba a poder resistirse a competir y cuando perdiera, le exigiría ir todo el día desnudo y realizar las tareas de la casa él solo, con Dazai contemplándole.

Quizá la perversión de Mori estaba pasando a él .

Daba igual. Solo de imaginarse a Chuuya agachándose para pasar la aspiradora bajo el sofá.

Dazai sintió el tirón en su entrepierna al excitarse y supo que debía buscar el ejercicio más adecuado para entrenar esa parte de su anatomía.

Dejó en el suelo las dos mancuernas de diez kilos que ya llegaba más de cinco minutos sosteniendo sin hacer ningún entrene y, sin saber como, sus manos acabaron copando aquel hermoso trasero expuesto mientras Chuuya realizaba una serie veinte de extensión de tríceps en polea alta con cuerda.

Chuuya, Personal Trainer. ( Completada )Soukoku. Bungou Stray Dogs.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora