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Y ahí estaba, parada sobre ese enorme puente. Veía el agua correr con fuerza mientras se golpeaba contra las rocas en la base de los pilares.

¿Realmente lo haría?, ¿Qué dirían mis padres si me vieran?

Probablemente nada, porque están muertos como todo el deseo de vivir que sentía.

¿Qué había más allá?, ¿encontraría la paz que tanto anhelaba?, ¿encontraría un mundo sin decepción, ni desamor, ni pérdidas, ni sufrimiento? Es increíble como una sola palabra puede llevarte a la peor de las crisis existenciales, sobretodo cuando cuelgas de un puente y quieres saber si será un final o un nuevo comienzo.

Puedo repetirme una y otra vez que lo haga al siguiente día, y así estar retardando mi decisión aún no tomada del todo, pero creo que la muerte es lo único que no he probado en esta vida.

Cerré mis ojos y respiré profundamente. Este sería mi último respiro en este mundo, en este lugar y en esta pesadilla.

Lo único que lamentaba era no haber sido lo suficientemente fuerte como mis padres creían.

—Créeme que eso te dolerá. —oí una voz a mis espaldas, cosa que hizo desequilibrarme y casi caer al vacío. —y mucho.

Me sujeté con fuerza de la baranda, sintiendo mi corazón casi salirse de mi pecho. Mi vida pasó tan rápidamente por mis ojos, que la congoja se intensificó en mí, incluso mis mejillas comenzaron a hormiguear por la adrenalina.

Cuando pude tranquilizarme un poco y controlar el temblor de mis manos, me giré y entonces vi al dueño de esa voz, a la única persona que estaba interfiriendo con mi cometido.

Era un hombre alto, su cabello rubio estaba perfectamente arreglado, al igual que el traje de oficina que portaba. Una enorme sonrisa estaba plasmada en su rostro, me atrevería a decir que algo petulante... pero lo que más me llamó la atención, fueron sus ojos verdes. Tan intensos y brillantes, que hacían a mi cuerpo estremecerse aún más.

—¡¿Es que acaso quieres matarme de un susto?! —exclamé molesta y él enarcó una ceja.

—¿Acaso no pensabas saltar del puente?

Lo quedé mirando un momento por su respuesta y balbuceé un respuesta rápida, más rápida que mi cerebro.

<<Mierda.>>

—E-eso no es de tu incumbencia. —fruncí el ceño.

—Bueno, nos vemos entonces. —alzó su mano, rió entre dientes y se dio media vuelta.

—¡Oye! —lo llamé pero me ignoró. — ¡espera! —Pasé sobre la baranda hacia la base del puente, lo seguí detrás y golpeé con mi pie la superficie metálica para llamar su atención.

Él se detuvo y me miró por encima del hombro.

—Vuelve a casa y piensa mejor las cosas. —musitó y puso sus manos en los bolsillos del pantalón. —o mejor piensa que morir ahogado es una de las muertes más perturbadoras y agonizantes que hay.

—Yo...

Comenzó a silbar y volvió a caminar alejándose así del puente por completo. Cuando lo perdí de vista entre los árboles, miré hacia mi costado donde casi resbalo y bufé.

—Idiota. —tomé mis zapatos, junto mi bolso y las llaves de mi auto, dirigiéndome a este último para volver a la que aún era mi casa.—ya será mañana. —suspiré.—ya será mañana...

Lo Mismo Que Tú...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora