Se removió y comenzó a toser abruptamente. Me levanté asustada para verlo a la cara, porque no creía lo que mis propias manos sentían.
Escupió el agua a un costado y mientras intentaba recuperar el aire perdido, comenzó a llorar como si de un niño se tratara. Me alejé lo suficiente para que pudiera recuperarse.
—¿Por qué? —su voz tan quebrada y marchita, era como un puñal en mi corazón. —¿por qué me salvaste? —cubrió sus ojos con ambas manos, casi enterrando desesperadamente sus blancos y húmedos dedos en sus cuencas.
—Porque nunca me dejaste sola, y ahora no podía dejar que tu lo estuvieras. —estiré mi mano hacia él, pero, no me atreví a tocarlo.
—Tu no sabes nada.
—Estuviste conmigo en la escuela... estabas en mi graduación, en mi matrimonio. Estuviste en toda mi vida y no te vi.
Se quedó en silencio, sin reaccionar. No me veía y yo intentaba que lo hiciera.
—Adrien... gracias. —quité una de sus manos y la sostuve firmemente para luego llevarla a mis labios.
Sus ojos siguieron mi acción. Se sentó rápidamente tomando mi rostro con ambas manos, me atrajo hacia él y ni siquiera pude reaccionar.
Me besó con fuerza. Sus labios estaban tan fríos, pero a la vez tan suaves y reconfortantes... no lograba aún asimilar lo que estaba haciendo, simplemente me dejé guiar por él. Pero ese sentimiento se intensificó en mi y le correspondí acariciando su cuello con mis manos.
Mi corazón latía con tanta fuerza, que me daba miedo terrible de que esto sólo fuera un sueño del que despiertas de golpe.
Nunca antes me habían hecho sentir así y nunca antes creo haber besado a alguien como lo estaba haciendo con él.
Simplemente era único.
Quizás era el frío hablando, pero nos acercamos más de lo debido, buscaba una pizca de calor entre sus labios y su saliva.
—Esto... —se separó de mi jadeante y apoyó su frente en la mía. —esto es una despedida, princesa. —y entonces toda esa burbuja se había desvanecido con aquellas palabras.
—¿Por qué? —susurré conteniendo el llanto otra vez. —¿por qué te despides?, ¿por qué haces esto? —sujeté su camisa con fuerza.
—Quería al menos una vez probar tus labios… porque vas a odiarme.
—No podría hacerlo.
—Lo harás y eso me destruirá por completo. El destino es cruel y yo un cobarde que no puede seguir siendo tu sombra.
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Lo Mismo Que Tú...
Historia CortaLa vida de dos personas se cruzó en el momento preciso. La soledad puede ser muy mala consejera al momento de tomar una decisión con respecto a nuestro futuro. Ambos anhelan lo que tuvieron alguna vez, pero... ¿podrán conseguirlo nuevamente? Quizás...