Extra III

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Estaba terminando de arreglarme cuando oí el timbre de la casa. Rápidamente hice mi cabello a un lado, viéndome por completo en el espejo de manera fugaz.

Hace casi dos meses que Adrien y yo habíamos empezado a salir. Todo había sido hermosas citas y palabras bonitas en la mínima oportunidad.

Estábamos planeando tomar terapia, juntos y por separado, creo muy sinceramente que es lo más lógico dado a como surgió nuestra relación. Nos haría bien, lo necesitábamos.

Ya eran casi las diez de la noche. Me dijo que quería mostrarme un nuevo local que abrió en el centro y, como era obvio, no negaría una invitación de él.

Me ansiaba verlo y poder tomar su mano, todo mientras caminábamos por las calles de París, y es que me sentía tan bien con él. Podía decirle lo que fuera y siempre recibía una respuesta acorde al tema, con bromas de por medio y consejos a la vez.

Nuestra amistad había crecido tanto como el amor que ya sabíamos que compartimos.

De vez en cuando veíamos una película aquí y las sesiones de besos no se hacían de rogar. Aunque también habían veces en las cuales, simplemente, era grato poder abrazarme a él sintiendo el calor de su cuerpo abrigarme.

Habían veces en las cuales me quedaba tontamente viendo sus ojos y, no hacía más que avergonzarme cuando me descubría. Creo que Adrien había encontrado un pasatiempo al molestarme con él mismo.

Me dirigí a la puerta con los nervios arañando mi estómago y una enorme sonrisa... Una sonrisa que se borró al instante cuando vi a mi ex esposo de por frente a mí.

—¿Qué haces aquí?

—Hola también para ti, Marinette. —sonrió. Junté la puerta sujetándola firme. Luka me miró de pies a cabeza y frunció ligeramente el ceño. —¿vas a salir?

—Responde de una vez. ¿Qué demonios haces aquí? —ignoré su pregunta, yo le debo explicaciones de nada.

No quería verlo, no quería que arruinara esta noche y mucho menos quería que Adrien lo viera.

—Vine a ver a mi esposa. —sonreí escéptica.

—Ex esposa. —corregí sin la mímica expresión en mi rostro. —Ya déjate de estupideces y vete. —tensé mi mandíbula al momento que se cruzó de brazos.

—Sigues siendo mi esposa. —me enseñó su anillo de bodas en su mano y una punzada atravesó mi pecho. —Aún somos marido y mujer.

—No por mucho.—respondí por lo bajo y se acercó tomando mi mentón. —Luka...

—Marinette, por favor no me eches. —susurró e intenté alejarme pero me sujetó con más fuerza. —todo esto tiempo separados no ha hecho más que torturarme. Te extraño como no tienes idea.

—Eso debiste pensarlo antes de meterte con mi mejor amiga en nuestra cama. —lo empujé desde el pecho con fuerza. —yo siempre di todo por ti y tu no hiciste más que romper todo lo que construimos juntos.

—Ya te he pedido perdón. —negué con la cabeza, no podía creer nada que saliera de su boca. —¿Qué más puedo hacer?

—¿Sabes lo que hay aquí? —apunté mi pecho con fuerza y guardó silencio sin dejar de verme a los ojos. —si... mi corazón. Un corazón que destrozaste de la manera más ruin. —ojos se cristaliza ban. —Luka, cuando más te necesité te largaste. Aunque te perdone, jamás podré olvidar lo que me hiciste, no hay forma de que lo haga.

—Si me dejaras explicarte, si me diera una oportunidad.

—No quiero oír palabras vacías. Vete y no vuelvas, a menos que sea para firmar los papeles del divorcio.

Lo Mismo Que Tú...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora