Su rostro era un poema.
Oí claramente como dijo mi nombre, no puedo estar tan loca o al menos no tanto.
—¿Cómo? —cuestionó y me acerqué más a él.
—Dijiste Marinette. —lo apunté sin dejar de verlo a los ojos. —¿cómo sabes mi nombre?
—Yo no dije Marinette. —intentó girarse pero tomé su brazo con fuerza para detenerlo.
—No me trates como si fuera estúpida. Te oí perfectamente y ahora mismo quiero que me expliques cómo sabes que así me llamo.
—Marinette Dupain Cheng. —me interrumpió. —una de las más importantes diseñadoras del siglo veintiuno... ¿crees que no me di cuenta de quién eras cuando te vi la primera vez?
Me mantuvo la mirada y luego la bajó hacia mi mano que aún lo sostenía.
—Si me permites... —lo solté suavemente y miré el suelo avergonzada.
—No le digas...
—¿Qué no le diga a la prensa? —cuestionó con un tono sarcástico. —descuida, no me interesa en lo más mínimo hacer saber que quieres lanzarte de un puente, pero si quiero que sepas que... —el volumen de su voz fue bajando en cada sílaba.
—¿Qué? —luego de unos segundos más de silencio volví a mirarlo a los ojos.
—Que... aún tienes una vida por delante.
—Es irónico que tu me lo digas. —se encogió de hombros. —ya que estás aquí por una razón.
—Tómalo o déjalo.
Volvió a su anterior trayecto y yo quedé otra vez como estúpida viéndolo marcharse.
—¡Mañana si lo haré!—le grité y alzó una mano despidiéndose hacia atrás sin dejar de silbar. —¡lo haré!
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Lo Mismo Que Tú...
Short StoryLa vida de dos personas se cruzó en el momento preciso. La soledad puede ser muy mala consejera al momento de tomar una decisión con respecto a nuestro futuro. Ambos anhelan lo que tuvieron alguna vez, pero... ¿podrán conseguirlo nuevamente? Quizás...